“El teatro es este momento del día que tenemos para no ser nosotros y enfocarnos en revivir un personaje o una historia”, así describe su pasión por las tablas la estudiante de Ciencias Sociales y Justicia Criminal, Carolina Pauneto Zayas.
Con ascendencia corsa, Carolina puede describirse como una chica paciente, espontánea, luchadora y trabajadora, a quien le apasiona entretener a la gente y hacerlos reír.
Todo empezó cuando estaba en quinto grado, al participar de a un campamento de Girls Scouts. Allí comenzó a “payasear” con sus compañeras, y sacó a pasear esa chica espontánea que llevaba dentro. De repente se dio cuenta que se había ganado la atención de todos.
“En realidad no decía nada, simplemente había comenzado a actuar como una persona loca que vivía en una película de misterio que asustaba a la gente”, explicó. Y sorprendentemente a todos les encantó su “rol”. Fue algo cómico que salió de ella, de manera espontánea.
Mientras, Carolina nunca había visto el teatro como algo que le gustara, hasta que salió en su primera obra en el colegio. Y su papel de principiante fue actuar como un chico. “Sí, un chico”, acentuó. Después de eso, poco a poco se dejó envolver por el teatro. Más adelante comenzó a tomar clases con reconocidas figuras como Gladys Rodríguez, Gilda Haddock y Luis Oliva. De igual manera, en el colegio tuvo la oportunidad de participar en las competencias de oratoria, y ahora también se repite la experiencia en la universidad.
Enamorada de las artes escénicas, Carolina siempre fue una de las estudiantes más destacadas en su grupo teatral del Colegio IMEI en Río Piedras. Gracias a la inspiración y apoyo de parte de su maestro de teatro, se trazó como meta entrar al grupo de teatro de la UPR en Carolina. Para ella era algo grande y significativo; era un sueño.
En su primer año de universidad, Carolina no perdió tiempo en ir tras su meta y audicionar para el Círculo Teatral Universitario en Carolina (CTUC). Recuerda que en la audición, luego de largas horas de espera, fue la última en ser evaluada, no obstante, luego de su participación, no tuvo que esperar ni un minuto más, ya que inmediatamente fue aceptada. Rememora ese momento con mucha gratitud. “Nunca lo olvidaré”, dice.
Ya en el grupo destaca que esas horas de ensayo y obras de teatro son su tranquilidad. “Es ese momento en mi vida donde no soy yo y puedo ser otra persona”, afirma con sosiego.
Ha participado en todas las obras del Círculo Teatral Universitario desde el 2012, excepto en la última, Arlequín, por problemas de salud. Carolina, la chica paciente y luchadora, ha pasado por momentos difíciles como cualquier otra persona. A principios del 2016, en un lapso de tres meses, fue diagnosticada con dos nódulos en la tiroides. Perdida en sentimientos, todavía sin entender nada, esperó ansiosamente los resultados de los nódulos extraídos, los cuales dieron positivo a cáncer. “Pero gracias a Dios se había tratado a tiempo”, explicó.
Aun así, este suceso fue un cambio drástico para Carolina, ya que tiene que permanecer bajo unos tratamientos de por vida. Pero a pesar de los tiempos con dificultades que se le han presentado en su camino, nada la ha detenido. “Gracias al apoyo inmenso de parte de la universidad, el grupo teatral, familiares y amigos, he logrado seguir adelante con el gran positivismo que siempre tuve durante el procedimiento”, indicó la jaguar.
Y sigue estudiando y actuando. En las obras, además de representar personajes, se ha encargado del vestuario y ayuda en los maquillajes. Desde las tablas ha participado en nueve obras, y representado personajes de viejas, hombres y borrachones, entre otros. Al parecer, los papeles cómicos o sandungueros son su especialidad, porque le gusta la comedia. Uno de sus compañeros de la universidad afirma que Carolina -por su actuación en la obra Circo Eucraniano- “es la persona con la muerte más cómica en el mundo”.
Fuera del mundo teatral, personajes, vestimentas y demás, la estudiante del Departamento de Justicia Criminal de la UPR en Carolina expresa cómo la universidad ha trazado un rumbo en su vida, ya que cuando entró en su primer año estaba un poco desorientada.
“No sabía si el departamento en el que había ingresado, Diseño de Interiores, era lo que realmente quería”, explicó. Aun así “perdida en el espacio”, Carolina era una de las notas más altas de sus clases de Diseño.
Con la ayuda de sus amistades y la orientación que recibió del Departamento de Consejería y Servicios Psicológicos, por su interés en trabajar con la comunidad decidió estudiar Justicia Criminal con énfasis en Ley y Sociedad. “Igual, me gusta que haya justicia y un buen trato hacia la comunidad. Al tomar mi primera clase de Introducción a la Justicia Criminal, aprendí que la justicia no sólo se hace en los tribunales, sino que también se hace en las comunidades y en la forma de crianza”, afirmó.
Finalmente, como parte de sus logros, ya está culminando su bachillerato en Justicia Criminal con una concentración en Ley y Sociedad, y, además, una certificación en Autogestión Comunitaria. Pero ahí no se acaba todo, ya se vislumbra haciendo una maestría en Trabajo Social.
Carolina, llena de esperanza, sueños y metas, nos dejó saber cómo la universidad le ha dado sus mejores experiencias. “Esta universidad ha cambiado mi vida entera, desde mis perspectivas, mis intereses, mi crecimiento de ser una ‘niña universitaria’ a ser una mujer responsable, luchadora, trabajadora, paciente, persistente y una líder”.