A continuación, republicamos la ponencia del doctor Juan A. Giusti Cordero en el foro "Universidad y casco urbano": estrategias para diseñar una comunidad", organizado por Diálogo y efectuado el pasado 19 de marzo.
En tiempos en que se abre paso una nueva época administrativa en la Universidad de Puerto Rico (UPR), es buen momento para pasar revista de un tema importante: la relación hace décadas difícil entre la Universidad y casco urbano. Bajo este renglón se pueden poner sobre el tapete los casos de varios recintos, incluyendo el Recinto de Ciencias Médicas (RCM), Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) y la UPR en Cayey —cinco, si incluimos la Administración Central. Por limitaciones de tiempo y por ser el caso que conozco, me voy a limitar a la UPR Recinto de Río Piedras (UPR-RP). Varios de los puntos que cubriré, sin embargo, son de aplicación a otros recintos— y convendría escucharlos todos juntos en algun momento— e incluso a otras universidades.
En el tema de Río Piedras trabajé primero como ayudante especial de Gladys Escalona, ex rectora de la UPR-RP de 2002 a 2004, cuando ayudé a promover las interacciones con el centro urbano y a establecer la oficina del Centro de Acción Urbana, Comunitaria y Empresarial (CAUCE). En 2004, me mudé a CAUCE para asumir su dirección y allí estuve hasta 2011. Podemos hablar en la sesión de preguntas sobre el trabajo que desarrolló CAUCE y sobre algunas medidas a corto, mediano y cortísimo plazo que a base de esa experiencia la Universidad podría tomar. En mi ponencia esta noche quisiera ante todo compartir cinco lecciones nos enseñaron esos años en Río Piedras.
Primero, que la UPR-RP es el micro de la Universidad y el centro urbano de Río Piedras es el micro del país. Río Piedras vive todas las tendencias de deterioro urbano, vida social fragmentada, éxodo de residentes y comerciantes, una poblacion de personas sin hogar, falta de seguridad personal y poblaciones inmigrantes discriminadas; todo a paso de nosotros. A la misma vez, nos damos cuenta que en la medida en que la Universidad dé pasos por acometer algunas de estas dimensiones, investigándolas de modo efectivo, proponiendo soluciones posibles e implantándolas como proyectos piloto —como los ha dado CAUCE— está cumpliendo con su labor ante el país como institución sustentada con fondos públicos. En la medida en que el Recinto y la UPR no lo hagan y le den la espalda a Río Piedras, le damos la espalda al país.
Segundo, que más que ningún otro recinto, el de Río Piedras se juega la vida con el tema urbano y con el destino del lugar. Administración Central no está muy lejos de eso, tampoco, pues colinda con el centro urbano y ha tenido más de un roce con la comunidad adyacente del barrio Venezuela. Por más esfuerzos internos que hagamos por mejorar la calidad de la investigación o la métrica de los avalúos, una universidad de este tamaño sin un entorno que la nutra, que sirva de espacio de diálogo entre universitarios y que interactúe sanamente con una comunidad de residentes y comerciantes, un entorno donde los universitarios vivan, aprendan y se recreen, es una universidad muerta que no va a atraer y retener los mejores estudiantes o profesores y que mal puede plantearse la internacionalización. Peor aún si la propia universidad es percibida como insegura, con asaltos a estudiantes —presencié uno hace dos semanas— y robos de vehículos y equipo en sus estacionamientos. Ya en el Recinto hemos visto muy afectada la sesión nocturna, mientras que otras universidades están llenas de vida a esas horas, en lo que podría ser una fuente de ingresos para la universidad y un uso más racional de su planta física, energía eléctrica y aires acondicionados.
Tercero, queel trabajo universitario en Río Piedras requiere no solo que estemos allá afuera. Hacen falta una serie de ajustes administrativos y académicos que hagan viable ese trabajo, que lo fortalezcan y que sobre todo que no lo entorpezcan. El más importante es que el issue del centro urbano de Río Piedras debe ser no solo de primera fila para la Rectora o Rector del Recinto de Río Piedras, sino también estar a nivel de la Presidencia y de la Junta de Gobierno. Casi cualquier gestión significativa que lleve a cabo la UPR-RP va a entrar en terreno de alguna agencia municipal, estatal o federal, o todas a la vez, y de actores que llevan mucho tiempo ahí y que tiene sus propias agendas. Cuando nos reuníamos con altos funcionarios de estas agencias, aun en compañía de la entonces rectora Gladys Escalona, la pregunta que nos hacían era: pero, ¿qué piensa el Presidente? Aunque nosotros no lo veamos así, dentro de la mentalidad piramidal de los funcionarios gubernamentales, el jefe de nuestra agencia es el Presidente y los Rectores son especie de secretarios auxiliares o subsecretarios.
Si la Universidad tiene tres misiones —docencia, investigación y servicio— y hay una Vicepresidencia de Asuntos Académicos, con su personal de apoyo, y un Vicepresidencia de Investigación, también con su personal…. ¿por qué no existe una vice presidencia para la misión de servicio —como existe en otras universidades— e incluyendo, claro está, la interacción comunitaria? Esa vice presidencia podría comenzar por examinar la relación entre los recintos universitarios y sus centros urbanos. Aunque buen número de los recintos del sistema UPR son suburbanos (como por ejemplo, Carolina, Bayamón, Ponce), los cuatro antes mencionados son decididamente urbanos; aunque ninguno tiene el centro urbano de una ciudad al cruzar la calle como es nuestro Recinto, centro urbano que además fue la cabecera municipal del que fuera el segundo municipio en importancia en el país allá para 1951, cuando fue anexado por San Juan.
En las gestiones universitarias en Río Piedras, la comunicación entre Rectoría y el Municipio de San Juan debe ser cotidiana y eficiente, y Presidencia debe tener puertas abiertas para el tema de Río Piedras, sobre todo para gestiones en las agencias ejecutivas y en la Legislatura. La vice presidencia que proponemos debe igualmente desarrollar una visión de conjunto y vínculos de apoyo con relación a los proyectos comunitarios que se han desarrollado en caso de todos los recintos del Sistema UPR —a veces contra viento y marea— y cuyos representantes se reunieron en varias ocasiones en CAUCE.
Necesitamos que Presidencia y la Junta de Gobierno hablen con voz clara y consecuente sobre sus metas en Río Piedras y sobre cómo lograrlas. Claro está, el rol que Presidencia debe jugar en Río Piedras no es para que controle, ordene y dilate sino para que escuche, colabore con y represente a la comunidad universitaria y la comunidad de Río Piedras. Ante todo, debe ser para que cuando un proyecto universitario, en cumplimiento de metas universitarias y de mano con la comunidad, sea objeto de cuestionamientos infundados por funcionarios políticos a nivel municipal o estatal, ahí esté la Universidad, con “U” mayúscula, para definir y defender la misión universitaria.
La misma agilidad que en el ámbito académico pretendemos dar a los enfoques interdisciplinarios, como ejercicio horizontal, hace falta como ejercicio vertical en el ámbito administrativo. El tema de Río Piedras tiene una multiplicidad de stakeholders o causahabientes, como se ha puesto de moda decir, y sus múltiples niveles deben navegarse como quizá ningún otro tema en la gestión universitaria.
Dentro de los ajustes administrativos y académicos que hacen falta, otro muy importante es repensar las prácticas estudiantiles, buen número de las que se han hecho en Río Piedras en años recientes. Aquí hace dejar atrás las nociones de engagement (“compromiso”) y pensar más en una misión ancla, como proponen Rita Axelroth y Steve Dubb en su libro The Road Half-Traveled: University engagement at a crossroads (2012). Basta de proyectos estudiantiles efímeros que benefician a los estudiantes para obtener su grado pero que dejan a las comunidades en las mismas. La Universidad tiene que tener un rol sostenido y consecuente en Río Piedras. No se puede ir a trabajar en Río Piedras con una meta académica en mente ante todo o porque hay unos fondos de propuesta. Nuestros objetivos tienen que ir muy hilvanados con lo que reclama y exige la comunidad; los proyectos deben hacerse, desde su conceptualización misma, en consulta con la comunidad. Además hay que coordinar las prácticas, y no solo en CAUCE mismo, como tratábamos siempre de hacer, sino en las propias facultades y como parte integral de su funcionamiento. Mas aun, hace falta una instancia administrativa —de nuevo, para facilitar, no para entorpecer— que evalúe el desempeño de las prácticas del Recinto, que promueva su interacción y colaboración, que facilite su trabajo en Río Piedras y que procure crear nuevas prácticas en facultades o programas que no las tienen.
Hay que tener presente que no todos los pueblos y ciudades universitarias han tenido relaciones harmoniosas con sus entornos. Desistamos ya del lamento tantas veces escuchado de "por qué Río Piedras no es como algunas de las ciudades universitarias, como Cambridge, Berkeley o Salamanca. En los Estados Unidos, la famosa relación town-gown muchas veces ha sido un town-frown. Las universidades de Trinity y Syracuse ubican en una loma que pretendía aislarse de un entorno urbano en deterioro, como Columbia en Morningside Heights en relación a Harlem. El tiempo les enseñó que eso no era posible. La ciudad de New Haven, donde ubica Yale, no es ningún paraíso y sus profesores se han mudado a los suburbios. Harvard tuvo conflictos serios con sus comunidades vecinas al ampliar su campus e históricamente tuvo una guerra chiquita con la alcaldía de Cambridge. Y hay muchos otros ejemplos. Por la configuración espacial de las universidades y por las formas destructivas del crecimiento urbano en el último medio siglo, existen múltiples zonas de conflicto entre universidades y centros urbanos que se tienen que atender con deliberación, y que no se resuelven lindamente por tratarse de una universidad, por bello que sea su campus.Tener una universidad de vecina no es necesariamente una bendición. Entre los ángulos que tienden al conflicto:
· alta población estudiantil
· población flotante
· población estacional, impacto del calendario académico
· problemas de ruido, fiestas
· proliferación de negocios de bebidas alcohólicas
· vivienda estudiantil – muchos alquileres, subdivisiones casas
· transformación de barrios residenciales estables a barrios estudiantiles
· diferencias sociales, raciales y étnicas entre los universitarios y comunidades de entorno
· problemas de estacionamiento
· edificios institucionales que ocupan extensiones grandes, a veces creando bloques desolados de noche
· no pago por las universidades de contribuciones sobre la propiedad
· orientación extralocal e incluso mundial de la universidad, a veces ni miran a los vecinos
Hay que trabajar con objetivos concretos, a diferentes plazos pero buscando siempre que estén hilvanados: no hay tiempo para un largo plazo, lo pongo en mediano, corto y cortísimo. Empiezo por el cortísimo plazo: las alertas de seguridad en la página del Recinto deben cubrir más allá del Recinto e incluir el centro urbano de Río Piedras, incluyendo Santa Rita. A corto plazo, se puede coordinar:
· transporte a mediodía en trolley desde el Recinto, particularmente sus facultades más alejadas del centro urbano com Derecho o Estudios Generales
· acabar de resolver el issue del Parque Capetillo, que pertenece a la UPR, y donde la comunidad propone hace tiempo que se teche la ancha en colaboración con el Municipio de San Juan
· Avenida Universidad: Este es uno de los temas donde la intervención de la propia Presidencia parece necesaria, junto a Rectoría, y en colaboración con el Municipio de San Juan. En algunos aspectos los problemas de ruido y congestión han mejorado, y el Municipio de San Juan ha logrado establecer buena comunicación con residentes y comerciantes. Me parece, sin embargo, que la Universidad debe ponerse al tanto de los cambios recientes y evaluarlos: principalmente el cierre de la Avenda Universidad los jueves y presencia policiaca en Santa Rita, a la vez que se dejó sin efecto el horario de expendio de bebidas alcohólicas. La UPR tiene que asumir como suya la situación de la Avenida Universidad. Igualmente, debe promover el desarrollo nocturno de otras alternativas como lo son, principalmente, la Avenida Ponce de León.
· retomar aunque de forma limitada al principio, un programa regular de actividades culturales regulares nocturnas en la Avenida Ponce de León, tipo Jueves de Río Piedras, en colaboración con el Municipio de San Juan. Se puede hacer sin mucha inversión (ya el jueves 20 de marzo reinició la celebración de los Jueves de Río Piedras) pero asegurando participación máxima de estudiantes, profesores, empleados y en coordinación estrecha entre CAUCE y los negocios en la Avenida Ponce de León.
A mediano plazo:
· creación de una vice presidencia de servicios y proyección comunitaria
· en el Recinto, crear una posición u oficina sobre las prácticas (practicums) de estudiantes
· retomar Ley 75 de 1995 y enmendarla para ubicar al Recinto y a la UPR en un rol asesor formalizado junto al Municipio de San Juan, un rol que reconozca la gran importancia que tene el Recinto para el centro urbano y viceversa, y el inmenso peso del Recinto en términos del espacio que ocupa y su población diaria, y como principal patrono, principal industria, entre otros.
· reclamar acción municipal y estatal pronta de edificios abandonados, más de 70; demolición o rehabilitación, empezando con algún sector específico
· resucitar las sesiones nocturnas del Recinto
· definir un rumbo para el Teatro Paradise
En síntesis:
Primero, que el Recinto de Río Piedras es el micro de la Universidad y el centro urbano de Río Piedras es el micro del país. Si el Recinto y la UPR le dan la espalda a Río Piedras, le dan la espalda al país.
Segundo, que más que ningún otro recinto, el de Río Piedras se juega la vida con el tema urbano y con el destino de Río Piedras.
Tercero, queel trabajo universitario en Río Piedras requiere no solo que estemos allá afuera. Hacen falta una serie de ajustes administrativos y académicos que fortalezcan ese trabajo, incluyendo la creación de una nueva vice presidencia de servicio y protección comunitaria. Necesitamos que Presidencia y la Junta de Gobierno hablen con voz clara y consecuente sobre sus metas en Río Piedras y sobre cómo lograrlas. Y hay que repensar y engranar más las diversas prácticas estudiantiles del Recinto.
Cuarto, quehay que tener presente que no todos los pueblos y ciudades universitarias han tenidos relaciones harmoniosas con sus entornos, y es importante entender las múltiples áreas de tensión o conflicto y cómo se han atendido con deliberación.
Quinto, que hay que trabajar con objetivos concretos, a diferentes plazos pero buscando siempre coordinarlos.
La ruta no será fácil. Sin embargo, hay que emprenderla si queremos que nuestro Recinto y nuestra Universidad sobreviva y prospere como universidad del siglo XXI. No nos queda otra que repensarnos desde adentro, y en consulta con nuestra comunidad vecina, para convertirnos en una verdadera universidad urbana que interactúe cotidianamente con una vibrante Ciudad Universitaria.