Durante la Asamblea General de Estudiantes del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR), efectuada el pasado martes, 8 de abril, cerca de 1,460 estudiantes votaron a favor de realizar un paro de 24 horas pautado para mañana. ¿El principal motivo? Los cerca de $150 millones de recortes al sistema UPR para el próximo año fiscal. La moción presentada por un líder estudiantil del Frente Estudiantil por una Educación Pública, Accesible y de Calidad (FEEPAC) ha sido cuestionada por varios estudiantes del recinto riopedrense con argumentos relacionados a una falta de legitimidad, transparencia o coherencia en el proceso decisional de este significativo evento. Mientras muchas personas dentro y fuera de la comunidad universitaria han denunciado este acto de manifestación estudiantil como uno “innecesario” o sumamente perjudicial para el futuro de la Universidad, otros y otras nos hemos dedicado a reflexionar el por qué y el para qué de otro paro estudiantil, lo que propició el siguiente escrito.
Para llevar a cabo un breve análisis de las mencionadas preguntas, es necesario cuestionarnos el por qué y el para qué de la Universidad. A la respuesta de esta interrogante le llamaremos misión de la Universidad —la que ha pasado por innumerables procesos de metamorfosis a través de la historia— esto es, la gestación de lo que eventualmente sería esta singular institución la gestión académica, la función instrumentalista, la investigación filosófica de la verdad y la creación de conocimiento.
Presentemente, la Universidad se enfrenta a una misión diametralmente opuesta que se reduce al profesionalismo, la subordinación a tendencias neoliberales del Gobierno y a lo que definiría el profesor Waldemiro Vélez Cardona como “capitalismo académico” en el contexto de la UPR. En el caso de los y las estudiantes, además de conceptualizar una reforma universitaria mediante un documento preliminar para su discusión, denunciamos esta misión de Universidad en la histórica huelga del 2010. Señalo este suceso importante para ejemplificar cómo una manifestación estudiantil de marcado activismo, ingenio artístico e incuestionable envergadura transmitió un mensaje de lucha que muchos puertorriqueños y puertorriqueñas recibieron como inconcluso o innecesario por un tiempo a causa de la desinformación y la continua presencia mediática de aquel momento.
Mientras muchos y muchas pensarán que el paro de mañana provocará un escenario de violencia inevitable que pudiese ser incitada por los mismos estudiantes, se nos olvida que durante dicha huelga la compañía Capitol Security, contratada por la administración universitaria, permitió que unos hombres, enteramente enajenados de lo que allí estaba pasando, “le entraran a palos” a un sinnúmero de estudiantes que también fueron víctimas de brutalidad policiaca. Quizás tampoco recordamos que para aquel momento se vislumbraban unos $100 millones de recortes a la UPR y una cuota de estabilización fiscal para los y las estudiantes. También, se nos hace difícil recapitular las propuestas estudiantiles de aquel momento y cuán dirigidas estaban para encaminarnos a una Universidad de calidad, accesible y democrática para corto y largo plazo. Sin embargo, desde la dimensión generadora que deseo contestarles, la crisis de la misión de la Universidad que desató el conflicto huelgario del 2010 también se debe a la crisis de las instituciones educativas y su poca correspondencia didáctica y transformadora con la realidad social, económica y política de nuestra llamada “Isla Estrella”.
Tal y como lo formularía Iván Illich con la escuela, hemos llegado a irrefutablemente validar el mito institucionalizado de la Universidad en donde los rituales de la graduación, los exámenes y las certificaciones son el único acceso a una dignificación social marginada dentro del simulacro democrático, para la cual se ha prestado la educación pública. Teniendo como norte determinante los credenciales y un currículo oculto, se presenta el conocimiento como mercancía para nuestro consumo y depósito en el escenario laboral. En esta ecuación no se evalúan la diversificación de medios, funciones y servicios que pudiese proveer la educación superior pública desde una planificación humanística que atienda las necesidades administrativas y académicas de la misma. Tampoco se nos ofrece un espacio genuino y fecundo para la deliberación total de nuestras ideas y proyectos porque el aspecto afectivo que nutre y conecta nuestro ser con el quehacer no es calificable y por ende, es desechable.
La UPR, como toda institución, sigue siendo un espacio donde se manifiesta la opresión, desde la conceptualización de la “Casa de Estudios” cuyo arquitecto principal fue el licenciado Jaime Benítez, los foros antidemocráticos y poco representativos de gobernanza institucional, hasta las ideologías políticas de organizaciones estudiantiles que pueden excluir la creación de ideas que muchas veces ignoran la burocracia universitaria que tanto critica. Desde una manifestación estudiantil como la que hubo en el 2010 hasta la que habrá mañana, siempre existirá la disidencia como también existirán los espacios y los colectivos que construyan los medios alternativos para fundar una Universidad. Este es precisamente el acercamiento más crucial que se nos hace para este paro de estudiantil.
El paro será “otro paro estudiantil” a la medida que no se presenten la diversidad de discursos, ideas y proyectos que logren reunir las acciones de fiscalización y planificación para el futuro. Por ende, la participación libre, voluntaria y consistente de los y las estudiantes es esencial para este proceso, el cual deberá forjar un liderato estudiantil con carácter, sensibilidad y sabiduría para propiciar ese legado de transformación para las presentes y futuras generaciones de universitarios y universitarias.
Finalmente, ¿por qué y para qué un paro? Porque ante la falta de apertura y diálogo con la administración universitaria para una ponderación crítica de la Universidad en sus diferentes dimensiones, es necesario paralizar la gestión profesionalista e institucional de la Universidad para que se abran los espacios de concienciación y liberación que creen compromisos verdaderos de acción y transformación. Este miércoles, los puertorriqueños y puertorriqueñas nos daremos cita en los portones porque mirar la educación desde una visión alternativa es posible y sobretodo, viable.
La autora es estudiante de la Facultad de Educación en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.