Cuando cumple 90 años, el pasado sábado 13, puede que Fidel Castro aún añore pararse en una esquina, un deseo incumplido que en cierta ocasión confesó al fallecido escritor colombiano Gabriel García Márquez. No es posible saberlo, porque los medios oficiales de Cuba raras veces recogen sus recorridos por La Habana.
Cada tanto, alguien cuenta que lo vio pasar o que visitó tal o cual lugar, pero con datos imprecisos o demasiado escasos como para una crónica periodística. Quizás en alguna de esas salidas se detuvo en un cruce de dos calles habaneras por el puro placer de hacer algo que no hizo en más de seis décadas de vida política.
El 19 de abril se le vio emocionado en una de sus escasas apariciones públicas de 2016, cuando en la sesión final del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) habló en lo que tuvo mucho de despedida.
“Tal vez sea de las últimas veces que hable en esta sala”, dijo, tras recordar la proximidad de su 90 cumpleaños y atribuir al azar haber vivido tanto.
La celebración del 13 de agosto de su aniversario estuvo precedida de un vasto despliegue mediático en homenaje al líder de la Revolución Cubana, que comenzó el primero de enero de 1959. Exposiciones fotográficas, lanzamientos de libros, conciertos, mensajes de felicitación en las redes sociales, foros y documentales sobre su vida y obra integraron la festividad.
“Yo diría que los festejos preparados este año por el cumpleaños del comandante, que siempre fue una fecha destacada, aunque de manera más discreta, son parte de una campaña para reafirmar su figura como principal valor simbólico de la Revolución”, dijo a IPS un antiguo militante comunista que pidió no ser identificado.
Esta fuente admitió que en los últimos años “Fidel se ha ido desentendiendo” de asuntos trascendentales para el país. “La visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en marzo pasado, no pareció gustarle mucho y tampoco reformas como la apertura al trabajo privado. Él siempre estuvo en contra del trabajo por cuenta propia”, comentó.
El nonagenario líder reaccionó molesto ante un discurso de Obama “al pueblo cubano” durante su visita. “No necesitamos que el imperio nos regale nada”, dijo en un escrito, tras rechazar el llamado del mandatario estadounidense a olvidar el pasado, pero sin mencionar el embargo de más de 50 años y las agresiones contra el país, en medio siglo de confrontación ahora en deshielo.
Sin embargo, la fuente consultada descartó probables contradicciones con su hermano menor, Raúl, de 85 años, quien conduce el país desde hace una década.
“Son estilos diferentes”, aseguró. Al caer gravemente enfermo, el 31 de julio de 2006, Fidel Castro delegó provisionalmente la jefatura ejecutiva en Raúl Castro quien el 28 de febrero de 2008, fue electo presidente.
Al asumir su cargo, el actual mandatario propuso a la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento), que lo aprobó por unanimidad, seguir consultando a su hermano Fidel, quien había renunciado a todos sus cargos, las “decisiones de especial trascendencia para el futuro de la nación” en materia de defensa, política exterior y desarrollo socioeconómico.
Desde entonces, el paisaje cubano ha cambiado. Los hoteles reservados al turismo internacional están abiertos a la ciudadanía cubana con poder adquisitivo para pagar sus estancias, que también puede comprar libremente su celular, ordenador y otros equipos de venta restringida hasta principios de 2008.
Pronto comenzaron transformaciones de mayor calado, como la entrega de tierras en usufructo para estimular la producción agropecuaria. Hoy un emergente sector privado prospera con la renta inmobiliaria y lujosos restaurantes, en tanto el trabajo independiente beneficia a más de 500,000 personas, aunque sin incluir actividades profesionales.
La población cubana también puede comprar o vender sus casas y automóviles libremente. Desde enero de 2013, ciudadanos de este país insular viajan al extranjero sin los engorrosos trámites de antaño, solo con su pasaporte y la visa del país correspondiente. En tanto, una nueva ley de inversiones extranjeras intenta desde 2014 atraer mayor capital extranjero.
El turismo, un sector que Fidel Castro apoyó con llamados a promover una industria del ocio sana y cuidadosa del medio ambiente, creció desde dos millones de viajeros en 2008 a 3.5 millones en 2015. El primer semestre de este año, Cuba, con una población de 11.2 millones, recibió dos millones de visitantes.
El interés por la isla aumentó tras el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, el 17 de diciembre de 2014 y la reapertura de embajadas, en julio de 2015, un hito en el proceso de transformaciones emprendido en la última década por el gobierno, cuyo corolario fue la histórica visita de Obama.
El diálogo con Washington fructificó bajo la actual administración de La Habana, pero se sabe que los primeros tanteos de acercamiento comenzaron bajo la dirección de Fidel Castro, lo cual permite suponer que estuvo al tanto de las negociaciones que culminaron con el restablecimiento de los nexos diplomáticos.
“Imagino que se le consulten todavía los grandes temas de política, pero no creo que pasen por sus manos los asuntos que toca a otros y otras echar a andar”, comentó a IPS una mujer de mediana edad vinculada a las filas del PCC, que también pidió no dar su nombre.
En su opinión, aunque ya no salgan con frecuencia sus “reflexiones” (columnas de opinión) en la prensa, o no se le vea como antes en la televisión, “la figura moral y la trayectoria de Fidel sigue teniendo un peso para Cuba y para lo que aún representa este país en América Latina y el mundo”.
“Eso lo saben quienes nos quieren bien y nos respetan en el mundo y también quienes se esfuerzan porque caiga definitivamente ‘la fruta madura’ del árbol “, añadió esta fuente, en referencia a políticas adversas al proceso revolucionario iniciado en Cuba el primero de enero de 1959.
Y es que al cabo de los años, la mera mención de su nombre aún sigue concitando entre personas de uno y otro lado de la frontera ideológica esos sentimientos totalmente contrarios de amor u odio que lo han acompañado durante décadas.
Más de uno de sus entrevistadores, ha querido conocer su reacción ante tal dualidad. “Vivo con una tranquilidad absoluta, plena, total. Ese odio no me lo explico bien”, dijo, por ejemplo, al periodista francés Ignacio Ramonet, en su texto “Cien horas con Fidel” (2006).
Dentro de este país caribeño, entre las personas de más edad se añora su frecuente contacto con la gente o sus recorridos por las zonas más afectadas por un huracán. “Creo que las reformas de estos años benefician a unos poquitos, pero no a los profesionales. Quizás yo esté muy vieja para entender, pero es que antes, Fidel nos explicaba todo”, afirmó a IPS una profesora de 55 años.
Pero para las generaciones más jóvenes, Fidel Castro, alejado del poder y de la vida pública desde hace una década, representa más que nada una figura histórica que conocen sobre todo por referencias familiares o escolares.