Una estudiante de escuela superior visita la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras para recibir una orientación en el Departamento de Drama. De camino a su cita se encuentra con la promoción de una actividad y acude a ella, acompañada de su mamá.
La actividad promocionada era el taller “Hablemos sobre Danza Movimiento Terapia”, dictado por Hecbel M. Rodríguez, donde se introduce formalmente la práctica psicoterapéutica del movimiento libre. Según la tallerista, esta práctica va más allá de la metáfora que dice que bailar hace bien.
Rodríguez explicó que las sesiones se dan de manera grupal o individual. En medio de las sesiones se respeta todo tipo de movimiento. “Se trabaja el movimiento en profundidad de una forma más personal, más psicoterapéutica”, señaló.
De acuerdo con la bailarina, la práctica de la Danza Movimiento Terapia surge de la observación y el cuestionamiento de profesionales del área de la danza que ven a sus estudiantes entrar al salón de clases de una manera y salir diferente. Por lo tanto, los profesionales concluyeron que hay una conexión del movimiento del cuerpo y de la mente. Esta práctica se investiga desde la década de los 40 y ahora se le conoce como Danza Movimiento Terapia.
“Desde muy pequeña estuve relacionada con el mundo de la danza y sentía que debía haber algo más allá porque cuando yo bailaba experimentaba diferentes cosas y a veces no le podía dar significado, y encontré en la Danza Movimiento Terapia como eso que me faltaba, esa motivación de que somos seres que estamos interconectados con lo que es la mente, la emoción y el cuerpo. Yo creo que eso fue lo más que me motivó”, señaló.
Reveló que fue en la universidad donde conectó la psicología con el baile. “Donde yo hice click fue en la universidad. Tomando una clase de psicología es que vino la gran pregunta: cómo mezclo la psicología con la danza”. Indicó que fue en ese curso donde encontró que ambas disciplinas mezclaban perfectamente.
Según Rodríguez, las sesiones no son meramente clases de baile, no se enseña a bailar. Se utilizan los movimientos cotidianos para trabajar con la mente y el pensamiento. Cada sesión tiene una estructura que se lleva a cabo en tres pasos: inicio, calentamiento y cierre.
La terapista explicó que en el inicio se comienza discutiendo formalmente la sesión y se establece lo que se quiere trabajar a lo largo de la sesión. En el calentamiento, se prepara el cuerpo para moverse, para el proceso de elaborar el movimiento libre. Finalmente, el cierre es la despedida de la sesión: recoger la experiencia de apalabrar el movimiento cotidiano con el que se trabajó.
“Las sesiones se dan de manera individual cuando la persona quiere trabajar a profundidad su problema. También se dan a nivel grupal. Existe una diversidad de grupos que se pueden hacer por tipos de pacientes, alguna discapacidad en común, personas conocidas o personas desconocidas que se quieran conocer más”, dijo Rodríguez.
Añadió que las sesiones grupales se trabajan en un círculo donde los clientes y el terapeuta estén al mismo nivel. La etapa inicial se puede dar de diferentes maneras, cada sesión depende de las necesidades que tenga el grupo.
De acuerdo con la experiencia de Rodríguez, la duración de las sesiones es incierta, cada caso se trabaja diferente. Hay procesos que duran más de un año como hay otros que duran una semana o menos.
Para Rodríguez, no hay que ser bailarín, el movimiento se trabaja desde la realidad de cada persona. En las sesiones participan personas de todos los géneros, edad o condición de salud.
“La Danza Movimiento Terapia está abierta para trabajar todo tipo de necesidad”, afirmó.