“Para mí el cine es un arte que siempre ha vivido en mí”.
Ivonne Belén
La destacada cineasta puertorriqueña Ivonne Belén nos cuenta como el sueño de hacer cine la iluminó cuando tenía unos siete años y dibujaba figuras en secuencia y experimentaba hasta crear imágenes en movimiento.
En la década de los 70, su anhelo comienza a hacerse realidad. Trabajaba con el artista José Luis Díaz de Villegas en su estudio de dibujos animados, laborando en la “colorización” de figuras entintadas en un celuloide. Era un trabajo minucioso, ya que para cada mínimo movimiento de la figura se requería un celuloide distinto. “En una ocasión, tuve la oportunidad de filmar cuadro a cuadro una secuencia animada. Puedo decir que esa experiencia fue esencial en mi formación como trabajadora del cine”, indica la cineasta.
Belén no estudió cinematografía. En 1978 se inicia en el campo de la publicidad, destacándose por más de 25 años como productora creativa. Fue parte de lo que considera “la época de oro”en que se hacían grandes producciones comerciales como las campañas del Ron Don Q., las cuales considera verdaderas joyas cinematográficas.
Para ella un buen comercial es una película de 30 segundos, dada sus similitudes en el proceso de producción. Además, de la escuela que representó la publicidad, comenta que aprendió sobre este arte haciendo lo que parece ser simple y lógico, viendo muchísimas películas.
A finales de la década de los 80 tiene su primer proyecto de envergadura de la mano del cineasta Noel Quiñones, como diseñadora de producción de arte de sus cortometrajes The Bell y A San Juan Story, los cuales se exhibieron en la Isla y en el extranjero.
A partir de ese momento, se dedica a trabajar en el diseño de escenarios de producciones cinematográficas. Sin embargo, por motivos económicos, no abandona la publicidad del todo. Trabaja en las películas La Guagua Aérea (1992), La Recién Nacida Sangre (1992) y Shortcut to Paradise (1993).
“Me fascinaba crear y vestir los escenarios. De igual manera, tenía la disciplina de estudiar la psicología de los personajes y de analizar la historia para poder crear o seleccionar los elementos de la escenografía. Aprendí mucho en esa etapa. Trabajar en estas tres películas, me dio la madurez para dar el salto a la dirección”, afirma.
Belén (izquierda) imparte instrucciones a la actriz cubana, Daisy Granados, durante el rodaje en Cuba de Julia, toda en mí, en el 2002. / Foto por Jochi Melero
Inmersión en el género del documental
Su primera experiencia en este género de la cinematografía es en 1992. Funge como coproductora y directora de Arte de Rafael Hernández, Jibarito del Mundo. Luego Belén, motivada por la pasión que siente por la literatura, especialmente por la poesía, se sumerge en el mundo de una de sus poetas más admiradas, Clara Lair.
De hecho esta es su primera experiencia como directora y guionista, en 1993 cuando filma las primeras escenas del documental Una pasión llamada Clara Lair. De ahí en adelante, nada detiene a esta mujer ante un oficio que describe como venerable.
Está plenamente convencida de que hizo lo correcto al honrar a la olvidada poeta puertorriqueña Mercedes Negrón Muñoz, conocida como Clara Lair (1895-1973), quien se autodenomina en sus versos como la absurda maja del arte y el amor. Entiende que era justo y necesario haberla sacado a la luz y colocarla en su justa perspectiva histórica.
El documental realizado en 1996, que contó con la co-productora Nannette Rosa Collazo y el productor asociado PJ Gaffers para su realización, fue galardonado en importantes festivales de cine como: Mención Especial en el Festival latinoamericano de la Habana, Cuba (1996), “The Mesquite Award” en San Antonio, Texas (1997) y Mejor Documental en el “Valdivia International Film and Video Festival, en Chile (1998).
Julia, toda en mí: Surge desde el dolor y la pasión
La idea de realizar el documental Julia, toda en mí –que muchos llaman un poema cinematográfico– surge de un encuentro casual en el año 1997, con María Consuelo Sáez Burgos, sobrina de la fenecida poeta Julia de Burgos.
Aunque pasan varios años, en los que trabaja en otros proyectos, aquella invitación que recibió para penetrar el alma de la gran poeta, a través de sus cartas no publicadas, vivía en ella como un compromiso ineludible.
En enero de 2001 cuando fallece su compañero de vida, el poeta Edwin Reyes, es el momento determinante para dedicarse de lleno al proceso de investigación con miras a realizar el documental sobre Julia.
Para Belén hacer cine es un arte que emerge del dolor y la pasión y el documental sobre Julia no es la excepción. Así lo describe: “dolor por lo que me enfrenta la vida que provoca realizar la obra y pasión por las obsesiones creadoras que se apoderan de mí hasta en los sueños”.
“Tuve en mis manos el epistolario más maravilloso que jamás había leído. Eran cartas que completaban la obra literaria de Julia de Burgos. Conocer a Julia a través de su obra epistolar, se convirtió en una tarea inspiradora durante todo el proceso de rodaje. Julia me dictaba qué decir, era pues su propia voz el hilo conductor del documental”, enfatiza la cineasta.
Julia, toda en mí, cuyo rodaje se realizó en Puerto Rico, Cuba y Los Ángeles, California, se alzó con el Premio del Público en el VI Festival Iberoamericano de Montreal, Canadá. Tan reciente como en los meses de enero a mayo de este año, el documental se presentó en la Isla con motivo del Centenario del natalicio de la poeta y fue acogido con entusiasmo por el público.
Actualmente, Belén, se encuentra trabajando en el documental titulado: La Familia Figueroa: una dinastía musical. Sobre el nuevo proyecto señala que es un acercamiento muy distinto a lo que anteriormente ha realizado. Se adentra en los testimonios de personalidades que conocen o admiran la gesta de esta gran familia de músicos.
El entusiasmo por el cine no sólo la tiene trabajando sin prisa, pero sin pausa en sus proyectos, sino que la ha inquietado por contribuir en alguna medida con las comunidades. Ha impartido talleres para niños y jóvenes: El cine como juego, en la comunidad de La Perla; Cine Barrio para jóvenes de la barriada Sabana Seca, que presentaron como proyecto final el cortometraje Lo que vivimos; y los talleres Cine-escuelas con jóvenes de la Barriada Morales de Caguas, quienes realizaron la película Punto final, de cómo Tito Mangual aprendió a bregar.
Sobre la incursión de la mujer en el cine puertorriqueño
La cineasta considera que en sus inicios fue un poco cuesta arriba. Era un mundo dominado por los hombres y en el cual las mujeres fueron gradualmente abriendo camino por sus méritos. “En estos últimos tiempos, hay mucha más presencia femenina en el quehacer cinematográfico. En mi caso, nunca me he sentido atropellada por la fuerza masculina. Siempre me he llevado bien con los compañeros de hazañas, no importa si es hombre, mujer o gay. Hacer cine es difícil para hombres y mujeres. Además, no creo que deba existir tal absurdo como decir cine femenino. La excelencia está a la disposición de aquél o aquella que, en humildad, tenga una entrega absoluta al oficio”, expresa con firmeza.
Al hablar del futuro del cine en la Isla, Belén muestra entusiasmo. “Tengo esperanza de que algún día podamos formar una industria, que en este momento es incipiente. Talento hay de sobra en muchos jóvenes y en figuras como Jacobo Morales. Es cuestión de unirnos y de que recibamos ayuda, sobre todo de las entidades gubernamentales”.
Finalmente, la destacada cineasta define al cine como el embajador en el mundo de nuestra cultura e idiosincrasia y en esencia como un mundo donde la ilusión, la pasión, la solidaridad y el trabajo colectivo son los elementos primordiales para impulsarlo día a día.