Diálogo inició este semestre la publicación de una nueva sección: CONCiencia, un espacio donde se divulgarán contenidos sobre temas relacionados a las ciencias naturales. Comenzamos compartiéndoles una serie de artículos confeccionados por los alumnos de la doctora Carmen Maldonado, del Departamento de Biología de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Los textos, que se publicarán se enfocarán particularmente en educar y concientizar al público en general sobre asuntos vinculados a la adicción de drogas. La meta principal de esta actividad educativa fue involucrar al estudiantado en la difusión del conocimiento adquirido en el aula con el fin de alcanzar otros sectores de la población que potencialmente se beneficien de lo investigado.
Según un informe reciente del Cirujano General de los Estados Unidos la prevalencia de fumadores hombres hasta el 2011 fue de 24.1% y en el caso de las mujeres, 20.8%. Estas cifras, sin embargo, han disminuido grandemente en las últimas décadas (en comparación con el 57% de los hombres que fumaban en 1965). Buena parte de este cambio se ha atribuido a campañas publicitarias de parte de agencias gubernamentales y privadas, en donde se resalta el alto precio de tal consumo para la salud.
El mismo reporte del Cirujano General, efectuado en el 2014, muestra que un alto por ciento de las muertes por cáncer son atribuidas al uso del cigarrillo, en el caso del cáncer pulmonar un 82% de 88,730 casos entre los años 2005 y 2009.
Aún viendo la evidencia que demuestra lo dañino que es el cigarrillo, nos preguntamos, ¿cómo es posible que las personas sigan fumando? Para entender la complejidad de esta paradoja debemos saber más sobre el cigarrillo, sus componentes, sus efectos en el cuerpo y sus bases biológicas.
El cigarrillo es la forma más fácil y exitosa para transportar al organismo la nicotina, su químico activo. A pesar de que hay otros vehículos como vaporizadores, parchos y chicles, el cigarrillo tiene la mezcla perfecta para convertir a este hábito en uno adictivo. La anatomía química de un cigarrillo común incluye: amonio, acetona, monóxido de carbono, hidróxido de cianuro, arsénico; y un filtro para disminuir la entrada de los demás carcinógenos. Uno de los compuestos importantes es la brea que extiende la vida del cigarrillo encendido. Esta brea se acumula en los pulmones y sirve de adhesivo para otros carcinógenos.
El uso de la hoja de tabaco (donde se encuentra la nicotina) ha sido documentado desde mucho antes del descubrimiento del continente americano, pero su exagerado consumo comenzó a principios del siglo 20.
En el cerebro humano existen dos tipos de receptores nicotínicos principales: A7 y el B4A2, ambos pertenecientes a la clase que excita a las neuronas. La presencia de nicotina activa a los receptores y permite la entrada de iones a las neuronas activando una señal en cascada hacia la siguiente neurona en camino.
Los efectos físicos y cognitivos del uso del cigarrillo están relacionados a la localización de estos receptores que se encuentran repartidos a través del cerebro en áreas como la corteza cerebral (toma de decisiones), estructuras como el sistema límbico donde se encuentra el hipocampos (memoria) y la Amígdala (emociones), tálamo (interpretación sensorial), entre otros.
Entre sus efectos más conocidos está la relajación que produce a sus usuarios. Esto se debe, principalmente, a la presencia de estos receptores en el sistema nervioso periférico. Tras una breve estimulación se termina produciendo una relajación muscular. Otros efectos son mareos, aumento de vasoconstricción, disminución de flujo de sangre rectal y disminución en síntesis de citoquinas (proteínas que regulan la función de las células), entre otros, según documentan Jerrold S. Meyer y Linda Quenzer en su libro Psychopharmacology: Drugs, the Brain, and Behavior (2013).
La nicotina ha demostrado mejorar tareas como la atención y la memoria. Múltiples estudios con roedores han demostrado que con nicotina los roedores han mantenido una atención más prolongada haciéndolos elegir correctamente, presentándoles un estímulo que les provea satisfacción, según registra el artículo “Smoking and Cognition”, publicado este año en Current Drug Abuse Reviews. Pero cabe mencionar que en estos experimentos con roedores, como muchos otros en humanos, se ha observado que durante la retirada o dejar de usar la sustancia se han obtenido resultados contrarios. Durante la retirada de una sustancia después que se crea una dependencia física puede crear efectos adversos a los placeres que se obtenían inicialmente. Los síntomas de retirada incluyen: irritabilidad, impaciencia, insomnio, dificultad para concentrarse, búsqueda de alimento y ansiedad.
Ya se ha podido identificar una estructura en el cerebro que guarda relación con la adicción al cigarrillo: el sistema mesolímbico dopaminérgico. La comunicación química a través de neuronas, llevada a cabo por el neurotransmisor de dopamina, guarda una relación cercana al sistema de recompensa y a la drogadicción de muchas drogas, según han mostrado tomografías por emisión de positrones (PET scan).
Como se mencionó antes, la nicotina tiene receptores activos en este sistema que cubre el Área Ventral Tegmental (VTA), hipotálamo y la amígdala. La excitación de estas neuronas permite que el cerebro procese la acción de fumar un cigarrillo con el placer que le brinda el mismo. Este acto tras meses o quizás años de repetición acostumbra al cerebro al punto en el que la ausencia del cigarrillo traiga desagrado.
También estudios con marcadores demuestran que las personas que fuman tienen una mayor cantidad de estos receptores en el cerebro en estructuras como el mesencéfalo, corteza cerebral e hipocampo, de acuerdo con el artículo “Nicotinic acetylcholine receptors: Upregulation, age-related effects and associations with drug use”, publicado en 2015 en la revista científica Genes, Brain and Behavior.
Para descontinuar el uso del cigarrillo en la mayoría de los casos se requiere algún elemento sustituto, (goma de mascar, parchos, inhaladores). Normalmente, no se detiene el consumo de la droga, si no que se disminuye la cantidad y concentración que se administra. En otros casos, se utilizan drogas antagonistas que traen los efectos adversos de la retirada de una manera súbita pero se cesa el uso y por lo tanto los efectos de la nicotina en la persona.
Referencias sobre la adicción al cigarrillo by Diálogo on Scribd