Para todos los efectos, este año se están llevando a cabo dos fiestas de la Calle San Sebastián: la del Comité Organizador y la de la Asociación de Vecinos del Viejo San Juan. Miles de personas se darán cita a la capital y caminarán por las calles con bebida en mano sin saber que son parte de un encontronazo de opiniones.
En la conferencia de prensa, la alcaldesa del municipio de San Juan, Carmen Yulín Cruz Soto, y la Asociación de Vecinos del Viejo San Juan designaron a la teatrera Maritza Pérez Otero como la homenajeada para las festividades de este año. Por otro lado, el Comité Organizador escogió dedicárselas y otorgarle el Premio San Sebastián 2017 a Luis Vigoreaux, hijo.
Más allá de cortar la cinta y premiar a Vigoreaux, el Comité Organizador no se hizo sentir en la celebración. Por ende, me limitaré a describir las fiestas de la Asociación de Vecinos del Viejo San Juan.
Comencé mi recorrido a eso de las 2:00 p.m. del jueves junto al fotoperiodista Ricardo Alcaraz, saludando en el camino a todas las personas que me presentaba –que no son pocas–.
La primera parada fue la casa de la homenajeada, Maritza. Era palpable el ambiente jovial al entrar por la puerta de su hogar, ubicado frente a La Perla. Ricardo repitió mi nombre como 20 veces mientras me presentaba a diversos allegados e integrantes del grupo teatral Jóvenes del 98.
Luego de varios minutos de saludos, abandonamos la guarida para que el grupo realizara su último ensayo antes de participar en la inauguración de las fiestas. Entre cuentos de Ricardo –que igual, no son pocos– caminamos hacia nuestro próximo destino, el callejón de la calle Tanca. Eran las 3:00 p.m. cuando llegamos, y faltaban dos horas para la apertura oficial.
Podría hablarles de la amplia oferta musical, pero de eso escribirá todo el mundo. Ahora, los pleneros de la calle son otra cosa. Nada se compara con Billy Van en la esquina del callejón de la Tanca con un micrófono en una mano y una bebida en la otra, sudando la gota gorda e improvisando entre los presentes.
A eso de las 4:30 p.m. llegamos a la Escuela Abraham Lincoln, lugar en el que la alcaldesa cortaría la cinta y daría inicio al desfile de la comparsa inauguradora.
De la nada, comenzó una ceremonia de inauguración más adelante en la calle. Nos percatamos de que no era la oficial ya que ni Yulín ni los famosos cabezudos de papel maché del colectivo Agua, Sol y Sereno estaban presentes. ¿Sería esta la inauguración del Comité Organizador? Pensamos que sí, pero nadie está seguro.
De lo que sí estamos seguros es que a las 5:00 p.m. comenzó la inauguración per se con la participación de los Jóvenes del 98, el grupo Jornada Se Acabaron las Promesas, el colectivo Agua, Sol y Sereno, el Taller Tamboricua, el grupo de Judo Creativo y la clase graduanda de la escuela University Gardens, entre otros.
Ricardo se fue a fotografiar a Maritza y a los Jóvenes del 98, y yo me quedé documentando la caminata de la comparsa. A través de la multitud se erigieron los selfie sticks. Estas legendarias herramientas permiten que sus dueños añadan altura y longitud al alcance de sus cámaras, y por lo tanto de sus egos.
Tan pronto terminó la comparsa, Ricardo y yo compartimos nuestra molestia con los aparatos e imaginamos varios escenarios en los que confrontábamos a sus dueños. Claro está, yo también estaba usando uno. Luego de asistir brevemente a las presentación de Los Pleneros de la 23 Abajo, volvimos al callejón de la Tanca.
Allí Billy Van continuaba animando a los presentes, y como si fuera eterna, la cerveza todavía lo acompañaba en una mano. Junto a él, se encontraba el reconocido plenero Joe Medina, cuya alegría era contagiosa: después de todo, las fiestas se extendieron hasta el lunes para celebrar la excarcelación de Oscar López Rivera.
Foto galería del evento: