La Universidad de Puerto Rico (UPR) es una de las instituciones que más ha aportado al desarrollo de nuestro país. La Universidad ha sido clave en apoyar la modernización económica e institucional de Puerto Rico preparando los cuadros profesionales para dirigir dicho proceso. Jugó, también, un papel importante en el desarrollo de la gestión cultural y promoción de la equidad y mejoramiento social del pueblo.
Hoy, ante la crisis fiscal que nos afecta, la Universidad no puede encerrarse en sí misma tratando que nada cambie. Más bien, tiene que ser ejemplo de cómo afrontar la problemática en forma creativa y productiva, transformándose para atender mejor las realidades de hoy a la vez que mantiene su excelencia, economiza, y aumenta y diversifica sus fuentes de ingreso.
Si la Universidad quiere continuar asumiendo un liderato en el desarrollo socioeconómico de Puerto Rico, no puede limitarse a preparar profesionales educados para contribuir desde posiciones en el gobierno, la empresa y otras instituciones privadas y comunitarias. Deberá jugar, al igual que muchas universidades alrededor del mundo, un papel protagónico en la creación de nuevos conocimientos y en la traducción de estos conocimientos en acciones que mejoren la calidad de vida y generen riqueza y actividad económica para la isla.
Como plantea el Informe de CINDA (2007), “la universidad iberoamericana debe construir un nuevo modelo de universidad que, sobre la base de la tradición de la universidad moderna, incorpore nuevas funciones y pautas que la conviertan en motor del desarrollo sostenible de nuestras sociedades”.
Existe ya en la UPR actividad investigativa dirigida a la creación de nuevo conocimiento, así como iniciativas para traducir los inventos a actividades que fomenten mayores ingresos y mejoren la calidad de vida. Es preciso multiplicar esta actividad, y para esto es necesario promover un ecosistema de innovación que la facilite. Desarrollar esa cultura requiere cambios en diversos aspectos de nuestro quehacer, desde los procesos administrativos hasta la forma como se organiza la tarea académica.
Las reglas y procesos administrativos de la UPR propician el estado actual y desalientan la implantación de proyectos nuevos. Es necesario trabajar en simplificar y agilizar estos procesos de forma que se apoye la innovación en las diversas tareas docentes: enseñanza, servicio e investigación. De hecho, el nuevo Plan Estratégico 2017-2022, recientemente presentado por la presidenta interina Celeste Freytes, plantea como uno de los objetivos el agilizar los procesos administrativos. También, el “desarrollar un nuevo plan de clasificación de personal no docente a tenor con los cambios en las profesiones y los oficios, a los fines de optimizar el uso de sus capacidades y de que impacten la efectividad y eficiencia de la gestión institucional”. De hecho, es importante que la Universidad experimente con nuevos métodos de administración que la liberen de la excesiva burocratización. Así se convertiría a la propia Universidad en un laboratorio para mejorar la administración pública.
A la vez que se crea este ecosistema de innovación, es preciso buscar formas de economizar y –simultáneamente– multiplicar y ampliar los fondos que percibe la institución. Para economizar, cada unidad del Sistema UPR debe buscar su nicho, un área donde se distinga y pueda aportar al país, así como ampliar las alianzas entre las once unidades mismas para compartir programas e investigación, de forma que se disminuya la repetición. Para multiplicar y ampliar fondos, la Universidad debe extender su oferta de servicios de asesoría y desarrollo de personal al gobierno y a las empresas, a la vez que mercadea sus productos de investigaciones e inventos tanto en el país como en el extranjero. Como dice el nuevo Plan Estratégico, debe “establecer un plan de desarrollo empresarial para el Sistema UPR, fundamentado en la creación de nuevas corporaciones subsidiarias y cooperativas que aseguren fondos adicionales a la Universidad”.
Ahora bien, la colaboración con proyectos del gobierno y de las comunidades no solo tiene un beneficio económico, sino que en el proceso la Universidad tiene mucho que aprender. Al toparse con la complejidad de nuestros problemas, la naturaleza cada vez más interdisciplinaria de las oportunidades y las soluciones, se percatará de la necesidad de alianzas y trabajo en equipo de diversos campos del saber. Verá entonces la necesidad de revisar la forma en que está organizada, que en muchas ocasiones limita el intercambio entre los diversos campos del saber.
Otra oportunidad de alianzas es con los egresados que trabajan en las universidades más prestigiosas del mundo. Muchos de ellos están en la mejor disposición de colaborar con sus talentos a enriquecer la UPR.
En un próximo artículo analizaré otros componentes de la UPR que requieren revisarse de forma que atiendan mejor las realidades de hoy, a la vez que la convierten en una institución más ágil y económica, abierta a ampliar y diversificar sus fuentes de ingresos.