Mucha conmoción ha ocasionado el proyecto de la Cámara 918 que busca modificar la Ley 223 llamada Ley de Nuestra Música Autóctona Tradicional Puertorriqueña, queriendo añadir a la Salsa, el Merengue y el Reguetón dentro de los géneros "protegidos" por dicha ley, que también cambiaría de nombre a Ley de Nuestra Música Puertorriqueña. Además, reduciría de 30 a 10% la participación de músicos amparados por esta ley, en fiestas patronales y actividades municipales.
Han sido diversas las reacciones, sobre todo en torno a la inclusión de los tres géneros. Los que se oponen a dicha medida alegan que estos géneros no son tradicionales o incluso dejan que el hecho de que no les guste el Reguetón, para añadir que este cambio en la ley, incluiría lo que ellos consideran "música terrible" como música puertorriqueña. Incluso algunos critican que de algún modo se está avalando o premiando la violencia, el machismo, la degradación sexual de la mujer y otros anti valores presentes en el género.
Los que están a favor, por el contrario, alegan que no hay debate en el hecho de que estos géneros pertenecen a la música puertorriqueña, que el reguetón se formó en Puerto Rico (a pesar de ser una modificación de la evolución panameña del Dance Hall Jamaiquino) y que han tenido tanto éxito a nivel internacional, que debemos sentir orgullo por los tres.
Cabe destacar que gracias a la globalización en la que vivimos hoy en día, resulta bastante difícil concluir concretamente el lugar donde han nacido los géneros musicales de los últimos cien años. La salsa posee elementos puertorriqueños, cubanos, "nuyorricans" y venezolanos, el merengue de igual modo tiene un gran elemento dominicano, el reguetón incluso es una evolución de la adaptación panameña del Dance Hall Jamaiquino. A medida que las fronteras culturales se diluyen, la música pasa a ser cada vez más universal.
Pero lo que realmente preocupa de la medida es lo que podría ocurrir una vez el Gobernador firme dicha enmienda. En estos momentos, los productores de eventos municipales y fiestas patronales se ven obligados, por ley, a integrar a orquestas y artistas de música tradicional y autóctona puertorriqueña como la bomba, la plena, la trova y la danza puertorriqueña en sus producciones. Ahora bien, si del 30% que antes tenían que llenar con los mencionados géneros, ahora sólo es un diez y puede ser llenado con salseros, merengueros o reguetoneros (que obviamente gozan de mayor popularidad de las masas y por tanto, traerán consigo mayor promoción), la función principal de esta Ley (que era el proteger a los artistas de los géneros tradicionales puertorriqueños) dejaría de cumplirse.
Hablemos claramente, Tito el Bambino, Gilberto Santa Rosa, Elvis Crespo o Wisin y Yandel no necesitan de una ley que obligue a los productores para contratarlos. Posiblemente "Cheo el cuatrista" pueda conseguir uno que otro evento pequeño, pero sin dicha Ley, serán menos las presentaciones en actividades de mayor envergadura que cuenten con su talento.
Por su parte, Ángel Alvarado Aguilera, director durante 14 años del Grupo Esencia, presidente del Comité Pro Nuestra Cultura y director del Festival Afro Caribeño, expresó en una carta abierta para publicación lo siguiente ante este respecto:
"Nos han cerrado muchas puertas y todavía hay municipios que no nos conocen porque nos han negado nuestra presencia; entonces pueden imaginar cuánto nos afectaremos con esta enmienda a la ley que se supone nos defienda y represente".
También expresó que "es un deber del gobierno fomentar, defender y desarrollar la música autóctona de un país. Nuestra música no es una obra de arte que se exhibe como pieza de colección en un museo. Todo el que posee un grupo de música autóctona posee deudas, responsabilidades, preocupaciones y un orgullo nato de realizar buena representación a la hora de mostrar nuestro folklore".
Más adelante, Alvarado agrega: "no sólo lograrán extinguir nuestra música autóctona paulatinamente, sino es gritarle a exponentes como Ramito, Maelo, Cortijo, Chuito, Rafael Cepeda ,5to Olivo, Mon Rivera y Juan Morell Campos (por mencionar a algunos), que su obra no sirve y que todo lo que hicieron fue perder su tiempo en pro de nuestra cultura".
En cambio, Tito el Bambino declaró para el periódico Primera Hora que "la última palabra siempre la va a tener el fan". En cuanto a las presentaciones, si yo fuera un alcalde y pongo todos los días reguetón y salsa, que es lo que a mí me gusta, y el pueblo me va a pedir merengue, pues yo tengo que cumplir con mi público, que es el que siempre va a tener la última palabra. No hay por qué tener miedo, por qué desesperarse".
En este sentido, es irónico pensar que este artista es exponente de un género que luchó en contra de la censura años atrás.
De igual modo, el Senador Roberto Arango (promotor de esta enmienda) declaró también para Primera Hora que "La realidad es que los alcaldes no cumplían ni con 10 ni con el 20 ni con el 30 por ciento. Ahora los 78 municipios van a estar cumpliendo con la ley”. En pocas palabras, para el Senador es más fácil modificar la legislación para que vaya acorde con lo que hacen los alcaldes, que forzar a los alcaldes a que cumplan lo que estipula la ley.
¿A que responde este cambio de la ley? No podemos decir que protege a la música puertorriqueña pues el reguetón, la salsa y el merengue no necesitan de esta enmienda y por otra parte, los géneros tradicionales quedan desamparados ante la sombra mediática y comercial de estos nuevos integrantes. Por lo que, no es descabellado pensar que por debajo de esta enmienda se esconde un nuevo plan de desarticulación y aniquilamiento cultural por parte de este Gobierno, que busca desaparecer todo rastro de tradición, opacándolo por medio de las nuevas tendencias globales.