Si como cantaba Héctor Lavoe, “todo, todo ahora da cáncer”, la muy sonada detección temprana, los auto-exámenes y todas las medidas emergentes no son opciones infalibles para resolver o para evitar la enfermedad. Los que carecen de seguro médico, de dinero o de padrinos que le apadrinen, sufren más amargamente el vía crucis, odisea de todos modos, pero en algunos casos siempre peor. El cáncer, ese crecimiento excesivo de células, puede que sea más ruin cuando una compañía con los debidos permisos de ley nos coarta el conocimiento respecto a la enfermedad y con ello las herramientas para actuar o no. Por tal razón, recientemente la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) demandó al gobierno de los Estados Unidos, para que no permita que la farmacéutica Myriad controle una prueba que pronostica si se padecerá, sobre todo para las mujeres, de cáncer. Por medio de las patentes, los hallazgos devenidos de una prueba de sangre le pertenecen a la empresa que maneja el estudio y sólo una, Myriad, lo hace. Si el paciente desea una segunda opinión u otros investigadores quisieran explorar más los resultados, no pueden. “Estas pruebas son marcadores genéticos que se utilizan para pronosticar si el paciente va a desarrollar cáncer”, mencionó el doctor Gilberto Cortés. El especialista en Ginecología explicó que los exámenes buscan decir si los genes BRCA1 y BRCA2, con los que contamos todos, han heredado con o han desarrollado una mutación. De ser así, el resultado indicará que se está altamente propenso a sufrir cáncer en el futuro.
Aunque el galeno comunicó que los hombres también pueden hacerse la prueba, en la mayoría de los casos son las mujeres quienes se las realizan y a quienes más afecta. Si dan positivo y se advierte la mutación, la persona tiene grandes probabilidades de sufrir cáncer tanto en los senos como en los ovarios. A la vez que podría pasarle el gen alterado a sus hijos. La Ciencia, tan compleja como ambigua, un día pareciera darnos inmensos bríos y otro grandes inconvenientes. Al monopolio de información se le suma lo costoso de la prueba, ronda alrededor de los $3 mil.
Estudios científicos realizados en la década de los 90 hallaron que hay genes asociados con el cáncer como el BRCA 1 y BRCA2 (del inglés “breast cancer”) localizados en los cromosomas 17 y 13 respectivamente. Estos genes se heredan por parte materna y paterna. Si una persona tiene mutaciones o alteraciones en dichos genes se incrementa el riesgo de sufrir cáncer. En caso de las mujeres, en los senos u ovarios, en los hombres, en la próstata y -conforme al Dr. Cortés- en los senos también. Además, si el BRCA 2 está mutado existe mayor probabilidad de que se padezca de cáncer en el páncreas, laringe y estómago. “Hay personas que heredan la mutación y no desarrollan cáncer, para que eso ocurra debe haber una segunda mutación que inicie la formación del tumor”, sostuvo el médico.
La petición judicial que emprendió ACLU cuestiona la legitimidad y legalidad de patentes que controlen elementos tan íntimos y personales como lo son los genes. A la misma vez advierte que mantener privativas las pruebas e investigaciones que surjan de ahí atenta contra los derechos humanos básicos e impide que se mejore la prueba o que éstas se consulten.
“Myriad no inventó, construyó o creó los genes BRCA1 y BRCA2. Estos genes son productos de la naturaleza, Myriad los identificó en la naturaleza y sólo describe su contenido y su función en ésta”, expone el pliego. Asimismo, manifiesta la ilegalidad de la póliza que autoriza las patentes reguladoras. “Al permitirse que se patenten productos de la naturaleza, leyes naturales, fenómenos naturales, ideas abstractas y conocimiento humano, se viola la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos”, detalló la demanda. No sólo es un conflicto legal, es también ético. “Esto es un problema ético-filosófico… De otra forma, si tienes los medios, te haces la prueba y te operas de los senos y ovarios… Pero, ¿y si no puedes?… Unos sí y otros no”, dijo el Cortés. Para él, en estas circunstancias se demuestra de manera más notable cómo la medicina es un negocio, lo que el doctor llama el capitalismo de la salud. “Salud invasiva para quien la pueda pagar”, mencionó.