¿Cuántas veces te has encontrado con una situación (o varias) en tu vida la cual no puedes explicar? Algunos, imagino, acudirán a la explicación racional de los eventos como un eterno encadenamiento causal mientras que otros acogerán lo indescifrable como una manifestación de las determinaciones de un Dios todopoderoso y todoconocedor. Para cada una de estas explicaciones existen expresiones populares como: “esto ocurre por X o Y razón” o “sólo Dios sabe porqué me ocurre esto”. Sin embargo, además de estas dos posibilidades explicativas de lo cotidiano y de lo no tan cotidiano, hay otras personas que intentan explicarse alguna situación de forma racional o de forma divina y entienden que ambas fallan miserablemente en ofrecer consolación. Estas personas concluyen que ni la espiritualidad ni la racionalidad permiten dar justificación de la vida. Nos encontramos, nuevamente, visitantes enredados y enredadas, ante la paradoja del gato de Schrödinger. Así le sucedió a Larry Gopnik, profesor de física, en el filme escrito y dirigido por Ethan y Joel Coen, A Serious Man. El filme comienza con un prólogo en el que se nos presenta un relato judío folclórico (o faux-lclórico) sobre un hombre quien es asistido durante una nevada a empujar su carroza. Al llegar a su hogar, le comenta a su esposa su fortuna y ésta le responde preocupada que quien él dice que le ayudó había muerto hacía varios años. Se debía tratar, entonces, de un dybbuk: un espíritu atado al cuerpo en el que vivió y que en la tradición judía puede tener varias connotaciones, principalmente negativas. El dybbuk visita a la pareja ya que el esposo le había invitado como agradecimiento por su asistencia. Confrontados con un problema, el esposo, quien se describe a sí como un hombre racional, desconfía de la lectura espiritual de su esposa. Al culminar la escena nos quedamos con la duda de si en efecto el visitante era o no un dybbuk. Los críticos se cuestionan cuál es la relación entre este relato y el filme, pero este artículo no explorará del todo este vínculo. Quisiera aprovechar esta oportunidad para discutir la vida como una serie de episodios incomprensibles o, tal vez, como un espacio en el que el encadenamiento causal al que hemos acostumbrado nuestras mentes colapsa y que nos obliga a considerar otras opciones como la que el padre del estudiante coreano le sugiere a Larry Gopnik, “accept the mystery”. Si nos enfocamos sólo en el personaje principal, Larry, podemos ver cómo éste intenta fútilmente encontrar significado a su vida. Como profesor de física, en él hay una tendencia dominante por confiar en la razón y en la lógica y desconfiar en las explicaciones religiosas. De forma consistente el personaje se pregunta porqué le sucede lo que le sucede si él no hizo nada. Ésto me acuerda a mi profesor de física de escuela secundaria cuando le explicó a mi clase que toda acción tiene una reacción. El profesor Gopnik espera igualmente que si tantas cosas le suceden a él tiene que ser porque hay una agencia detrás de ellas; si él no ha hecho nada, ¿cómo es que con cada parpadear un nuevo problema nace? Encadenar causalmente la vida colapsa como forma de dar sentido a la vida. La lógica, por extensión la matemática, tiene su límite con la realidad y sólo puede clarificar “realidades” construidas. No obstante, cada evento con el que Larry se tropieza le presenta un reto más para descifrar y él insiste en esclarecer sus dudas. Para eso acude, luego de la insistencia de su esposa y de algunas amistades, a consultar varios rabinos cuyas explicaciones sobresimplificantes e inconexas creaban mayor confusión que clarificación. ¿Qué quiere Hashem? No sabemos y los rabinos tampoco saben. Peor aún, ellos ni siquiera reconocen los propios términos que utilizan como gett o agunah; en el filme los judíos se pierden en su propio lenguaje, en sus propias tradiciones. Filmada con hermosos colores veraniegos, A Serious Man es una comedia negra que juega insistentemente con las contradicciones y en donde la vida transcurre a manera de episodios paradójicos. Irónicamente, la metáfora que Larry le explica a sus estudiantes – el gato de Schrödinger – por medio de la matemática (la lógica) es la misma que bien podría explicarle su vida: la única explicación racional de la vida es que ésta es irracional y que en un momento podría ser una cosa, en un instante es otra y de forma sincrónica es todo. Asimismo, la matemática no puede dar conocimiento sobre la vida porque ésta representa su límite; vivimos atados a lo incomprensible. Definitivamente la vida rebasa lo lógico, “accept the mystery”. El autor es estudiante de maestría en historia de la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras. Publicado en Multitud enred(ada): http://multitudenredada.blogspot.com el 03/24/10.