El Informe de la Comisión Especial del Senado para la Transformación del Sistema de Educación de Puerto Rico recoge unos hallazgos interesantes sobre el sistema educativo de Puerto Rico: bajo aprovechamiento académico; mucha burocracia y todo centralizado; ausencias de maestros sin sustitutos; falta de personal y recursos en los salones; no hay supervisión, ni responsabilidad, ni rendición de cuentas; un gran presupuesto y el dinero no llega a los estudiantes ni al salón de clases; y gran número de escuelas subutilizadas y una considerable reducción en la matrícula.
Al leer los resúmenes de las presentaciones de los diversos grupos que expusieron ante la Comisión: maestros, directores de escuela, superintendentes, profesores universitarios, entre otros; resalta otro problema que no menciona la Comisión: todos culpan a otros del problema y no reflexionan sobre lo que ellos pueden hacer para mejorar la escuela. Hace unos meses El Nuevo Día publicó un reportaje sobre una consulta que se le hizo a los jóvenes sobre cómo mejorar el País. Una joven dijo: “Todos decimos que las cosas tienen que cambiar, pero no estamos dispuestos a cambiar nosotros”. Pienso que esta actitud tan generalizada en el País es uno de nuestros principales problemas. Esto junto a la falta de creatividad en buscar soluciones, el no salirnos de la caja, es para mí la piedra principal que tenemos que remover en el camino hacia una reforma educativa. Ilustraré mi punto con dos ejemplos.
Entre los problemas que se presentan está la falta de personal y recursos en los salones. Sin embargo, cuando vemos la proporción de estudiantes por maestros, el Departamento de Educación brinda servicios a un total de 410,950 estudiantes con un total de 35,196 educadores, lo cual nos lleva a una proporción de 11.67 estudiantes por educador. Una proporción bastante baja. ¿Cómo multiplicar el efecto de estos educadores en el desarrollo de los estudiantes? Necesitamos salirnos de la caja y buscar nuevas alternativas. Comentaré sobre una que propuso mi padre, el doctor Ángel G Quintero Alfaro, hace más de medio siglo.
“Aún en las condiciones ideales, dudamos que la organización de la enseñanza que esa concepción tradicional postula sea la más eficaz para usar al máximo el talento del magisterio. … En cualquier grupo de maestros hay una diversidad de talentos. Por ejemplo, hay algunos que son muy hábiles en la orientación de los alumnos y en la relación con ellos, otros tienen gran habilidad en la preparación de materiales didácticos, otros en su presentación, y así sucesivamente. Si combinan esos talentos, organizando la enseñanza de otra forma, puede obtenerse más provecho de los mismos recursos”.
Una reforma educativa no sólo debe cambiar el ambiente de aprendizaje del estudiante, tiene también que cambiar el ambiente de enseñanza del maestro. De hecho, un nuevo modelo de enseñanza requiere redefinir el papel del maestro. Al igual que con los estudiantes, los maestros tienen diversos talentos y habilidades. Si se organiza la enseñanza de otra forma, para combinar esos talentos, como sugiere Quintero Alfaro, se puede obtener más provecho con los mismos recursos. La tecnología apoyaría en este proceso. Por ejemplo, estamos en la clase de matemáticas. En la primera sesión una maestra hábil en presentación motiva el aprendizaje de cierto tópico. Estas maestras, que según el informe son escasas en el área de matemática, pueden entonces atender más grupos de estudiantes al compartir la tarea con otras. Así, el segundo día los estudiantes van al laboratorio de computadoras donde trabajan módulos sobre el tópico en discusión. Allí los atiende una maestra hábil en el uso de la tecnología. Los módulos tienen un material que todos deben aprender, en diversos ritmos, tiene también material adicional para los estudiantes que necesitan más práctica, así como aquellos que pueden ir más allá de lo básico.
El segundo ejemplo es en torno a otro de los problemas identificados: gran número de escuelas subutilizadas y una considerable reducción en la matrícula. Al haber menos estudiantes, necesitamos menos escuelas. El pensamiento lineal es cerremos las escuelas. Sabemos que esto es muy doloroso para los estudiantes y en algunos casos, como en las escuelas rurales, puede ser un impedimento para ir a una escuela muy lejana. Por qué no entonces pensar en cómo combinar las escuelas subutilizadas con servicios y actividades de la comunidad. Así la escuela podría ser también el Centro de Salud Preventiva, o un centro de educación continua. Al combinar con otros servicios en algunos casos podría inclusive enriquecer la oferta de la escuela.
Es importante que al pensar en cómo transformar el Sistema de Educación de Puerto Rico no nos quedemos en la misma caja de los opuestos: centralización/ descentralización; autonomía/ control. Pensemos fuera de la caja. Propongamos alternativas innovadoras.