Más de 30 parejas de gays y de lesbianas fueron bendecidas por pastores protestantes, que se han sumado al activismo por los derechos sexuales en esta isla caribeña y participan en la VIII Jornada Cubana contra la Homofobia y la Transfobia.
El culto ecuménico abierto a un público diverso en el habanero Pabellón de Cuba, en el marco de esta jornada, selló el compromiso de algunos sectores progresistas cristianos en la lucha por legitimar estas uniones, altamente discriminadas y sin reconocimiento legal en el país.
“Son grupos que están trabajando dentro de las propias iglesias para motivar un discurso inclusivo, respetuoso y de amor”, declaró la sexóloga Mariela Castro, directora del estatal Centro Nacional de Educación Sexual que organiza esta actividad, desarrollada entre el 5 y el 16 de este mes.
Las jornadas contra la discriminación a las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales (LGBTI) comenzaron a desarrollarse anualmente en Cuba en 2007, en las fechas previas al 17 de mayo, cuando se celebra el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia. La VIII Jornada culminará en la oriental ciudad de Las Tunas y abre una campaña bianual contra la homofobia en el espacio laboral.
Desde hace unos años, lesbianas y gays de diferentes credos protestantes integran sus demandas a estas campañas, con aspiraciones iglesias donde puedan participar libremente de sus liturgias y estructuras sin ocultar su relación sentimental con personas de su mismo sexo.
“La fe también puede ser un espacio para que las personas LGBTT reconozcan sus derechos”, declaró a IPS la teóloga Elaine Saralegui, principal impulsora del incipiente movimiento cristiano por la diversidad sexual en el país.
Saralegui lidera el proyecto “Abriendo brechas de colores” en la ciudad de Matanzas, a 105 kilómetros al este de La Habana.
Sin atender a ojos escandalizados de fundamentalistas bíblicos, personas no heterosexuales de diferentes iglesias protestantes comenzaron hace un año esta iniciativa, que busca enfrentar la homofobia en el ámbito eclesial y articular a activistas religiosos e instituciones ecuménicas seguidoras de estas causas.
Como precedente tienen al grupo “Somos”, de apoyo y autoayuda entre personas LGBTT, que desde 2012 funciona en la Primera Iglesia Bautista de Matanzas por sugerencia de sus pastores.
“Al principio no teníamos experiencia sobre lo que íbamos a hacer y en las reuniones solo contábamos lo que nos había sucedido, veíamos películas o debatíamos algún texto bíblico”, recuerda Saralegui, de 34 años y pareja desde 2008 de otra joven de confesión protestante.
Con el tiempo, se corrió la voz por la ciudad y a los encuentros llegaron gays y lesbianas de diferentes iglesias, religiones o sin ninguna fe, que encontraron un espacio para fortalecer su autoestima, deprimida por el estigma social.
“Cuando en las reuniones tuvimos más de 50 personas nos dimos cuenta que habíamos rebasado nuestro objetivo inicial y debíamos abrirnos”, reseña la estudiosa de la teología “queer”, como se define el rechazo a divisiones entre heteros y homos y designa las expresiones sexuales diversas.
“Abriendo brechas” realiza semanalmente conversatorios y videodebates para sensibilizar en el respeto a la diversidad y reuniones de crecimiento espiritual y apoyo mutuo entre homosexuales.
Además, organizan sesiones científicas para vincular las investigaciones sobre sexualidad con las teológicas.
Aunque en las iglesias protestantes cubanas no abunda la teología feminista ni la que incluye a las diversidades sexuales, el grupo promueve enfoques teóricos que pudieran entregar otra dimensión de justicia social para la iglesia.
El tabú sobre la sexualidad, la lectura sesgada de la Biblia y los fundamentos patriarcales de casi todas las religiones son aspectos que asientan la discriminación homofóbica en las iglesias, refieren especialistas.
El sincretismo caracteriza a la población religiosa cubana, que se estima en 60 por ciento de los 11.2 millones de habitantes del país. La mayoría se inscriben en la fe católica, cuyo bautismo es un requisito dentro de la santería, la otra religión, de origen africano, extendida en la isla. Pero en los últimos años crecieron los seguidores de credos protestantes, algunos fundamentalistas.
Para Orestes Milián García, la devoción que aprendió en una familia religiosa conservadora le hizo pensar en sí mismo como un ser “desviado” por sentir atracción hacia otro hombre.
Por este motivo abandonó la iglesia metodista donde asistía desde los 17 años y en la que llegó a ser líder laico.
“Sentía que Dios era casi un inquisidor”, contó a IPS el joven de 25 años, graduado de informática y profesor de una escuela primaria en Matanzas.
Dos años después se integró a una iglesia bautista más abierta en la que fue posible reconocer su identidad sexual y asistir como pareja con su conviviente, un estudiante de medicina.
Algunas iglesias protestantes han logrado avances en materia de género, como la ordenación de las mujeres al ministerio pastoral, sobre todo entre la comunidad bautista y presbiteriana.
Pero el general el cristianismo valora la homosexualidad como un pecado que debe ser castigado y corregido, incluida la Iglesia Católica, que en Cuba se mantiene elocuentemente al margen de las jornadas contra la homofobia, pese a ser la mayoritaria.
Entre las 28 modalidades reconocidas por el Consejo de Iglesias de Cuba, entidad ecuménica no gubernamental que nuclea a esta comunidad religiosa en el país, no existe una posición común con respecto a las sexualidades que no siguen las normas heteros.
Si bien hay lesbianas y gays entre los pastores y otros niveles de poder en las estructuras religiosas, muy pocos reivindican públicamente su orientación debido a los prejuicios, consideró a IPS la pastora bautista Raquel Suárez.
A su juicio, no existe una desaprobación explícita a la homosexualidad en las doctrinas cristianas, pero estas se han interpretado fuera de contexto por las ideologías represivas dominantes.
El activismo LGBTT va tomando fuerza para forzar estos cambios, con acciones de sensibilización, que tienen en las jornadas anuales uno de sus momentos culminantes. Pero las reivindicaciones legales aún son escasas y sigue sin aprobarse derechos elementales de la ciudadanía sexual.
Ninguna ley cubana censura a la población LGBTI, pero el rechazo social que alimentan la homofobia y el machismo ancestrales propicia múltiples discriminaciones en el ámbito público y privado. El Código de Trabajo de 2013 es la única norma que hasta ahora incluye la orientación sexual entre los principios para no discriminar, pero no menciona la identidad de género como demandaba ese colectivo.
Raúl Suárez considera que la comunidad religiosa cumple con su mandato espiritual al seguir estas causas.
Este pastor retirado de la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba recordó que también los cristianos fueron excluidos y discriminados en las primeras décadas de la Revolución cubana, triunfante en 1959 y debieron luchar por sus derechos lo mismo que hoy hacen las personas con orientación sexual diferente a la heterosexual.
Los grupos LGBTI cristianos coinciden en el reclamo del derecho a la familia con opciones como la adopción y la reproducción asistida, el reconocimiento del matrimonio o las uniones legales entre personas del mismo sexo, la protección ante abusos homofóbicos, mayores garantías laborales, entre otros.
“En el ámbito religioso también pedimos la bendición matrimonial como a cualquier otra pareja cristiana y la ordenación al sacerdocio de personas lesbianas y gays”, especificó Abdiel González Maimó, coordinador del colectivo “Abriendo brechas”.