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“Cautious, careful people, always casting about to preserve their reputation and social standing, never can bring about a reform. Those who are really in earnest must be willing to be anything or nothing in the world’s estimation, and publicly and privately, in season and out, avow their sympathy with despised and persecuted ideas and their advocates, and bear the consequences.” – Susan B. Anthony El espíritu de la huelga ha sido invocado otra vez a la orden del grito confundido ya característico de los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico. Llamado en el templo de esta deidad, el teatro de la universidad, se esperaba presenciar la resplandeciente figura y fuerza de la huelga. Lo que se presenció fue una figura grotesca y desfigurada acompañada de un ente mucho más confuso y a la vez degradado, el paro. El voto de huelga despertó en sí mismo un zombi antiguo, lento y cansado que actúa de forma automática y ciega. Ahora bien, ¿por qué actúa de tal manera? He aquí la gran interrogante que le ha tocado vivir y contestar al estudiante de la institución educativa más preciada de esta fuerte pero confundida nación, la Universidad de Puerto, Recinto de Río Piedras. Sería muy fácil recontar y revivir, en plena memoria de lucha, las manifestaciones y los levantamientos legendarios del ayer universitario. Pero esto solo añadiría insulto a la herida. Es triste y sumamente doloroso reconocer que el proceso defensivo y/o reaccionario que por tanto años sirvió como mecanismo principal de lucha haya decaído en la generación que más necesita su país. En nuestro tiempo y espacio, regresando al supuesto proceso democrático que se llevó a cabo en el teatro de la universidad el martes, 13 de abril del 2010, corre también el espíritu de la incertidumbre y la duda que ejerce presión sobre la trayectoria natural del proceso reactivo-activista del estudiante universitario puertorriqueño. Como si fuera poco, un espíritu más maligno ata los pies de la lucha, la confusión. Sí, estoy diciendo que el estudiante de hoy está confundido y que dicha confusión conlleva el cultivo de la incertidumbre y la duda reactiva que limita y debilita la batalla por el alma y el corazón del pueblo. Parece que las tácticas y técnicas fundamentales para ser fuertes e inquebrantables en una lucha de este corte han sido perdidas u olvidadas. Se agrava más la situación al reconocer que poseemos un legado histórico combativo tan rico y presencial. Ahora bien, si no se han perdido las enseñanzas fundamentales del combate estudiantil universitario pues la situación es más grave de lo que aparenta. Eso implicaría que el estudiante universitario de nuestro tiempo ha perdido la inspiración y el sentimiento de urgencia que generaciones anteriores poseían. ¿Será entonces que el estudiante universitario de hoy es un cobarde? Me niego ante la aceptación de esta interrogante, pero sí creo que algo peor ha ocurrido. El estudiante universitario de hoy simplemente perdió el interés, o sea, ya no le importa. Entró en un estado de dolor tan fuerte que se desensibilizó y se le olvidó que todavía la lucha tiene vida pero que si no despierta no aguanta mucho más. Los estudiantes de hoy tienen que echar al lado el miedo al combate por la justicia y la igualdad pero temer a muerte las consecuencias extremas de no luchar a favor de una de las instituciones sociales más preciadas e importantes del mundo, la universidad. Malcom X decía: “revolutions are fought to get control of land, to remove the absentee landlord and gain control of the land and the institutions that flow from that land.” En estos momentos, nuestra tierra es la Universidad y se tiene que proteger y cosechar cada centímetro de ella. Parece injusto criticar de forma tan crítica y fuerte este proceso reactivo antes de que el mismo se realice la semana que viene. Este escrito solo aspira a inspirar el levantamiento de una lucha necesaria que tristemente va decayendo en las mismas trampas que pararon en seco las luchas de nuestro más reciente ayer. Solo pido, no, suplico que estas palabras no caigan en oídos tapados por la confusión y la duda que muchas veces ya han impedido una participación estudiantil digna de las legendarias manifestaciones que forman nuestra historia combativa universitaria. Ruego que no se dejen vencer por la duda y que dejen en las siguientes semanas huellas históricas que luego se convertirán en memorias legendarias de una generación de estudiantes que decidió decir basta por el bien de un futuro un poco más brillante. El autor es estudiante universitario de Educación, con concentración en Historia a nivel secundario, en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras.