El colombiano Antanas Mockus es uno de los políticos e intelectuales más conocidos de América Latina. Ocupó el cargo de Alcalde Mayor de Bogotá entre el 1995 y 1997 y nuevamente desde 2001 hasta el 2003. En el 2010, fue candidato a la presidencia de Colombia bajo el Partido Verde y es Catedrático de la Universidad de Colombia (UCM).
Diálogo tuvo la oportunidad de conversar con Mockus el 15 de octubre, antes de que ofreciera su Conferencia Magistral “La construcción de la ciudadanía desde la Universidad: los encuentros entre cultura académica y cultura ciudadana” en la Universidad de Puerto Rico (UPR).
La violencia a partir del narcotráfico marcó su país a principios de los años 90. Actualmente en Puerto Rico, estamos pasando por una de las épocas más violentas en nuestra historia y el tráfico de drogas es una de sus causas principales. ¿Qué han hecho en Colombia para combatir este problema y que cree que deberíamos hacer en Puerto Rico?
Es muy importante utilizar las herramientas de la justicia, la inteligencia y la persecución jurídica con todos los instrumentos que le dan las autoridades, pero también con todas las garantías que el estado-derecho le ofrece a los criminales. Dicho de manera simple, el estado no puede responder con la misma moneda.
Enfaticé la acción de las autoridades, pero está también la toma de conciencia de la sociedad y la aparición gradual de reacciones de rechazo. Todavía hay gente que no se ha dado cuenta del grave daño que los narcotraficantes se hacen a sí mismos y a los demás. Típicamente en Colombia, salvo una o dos ciudades, la gente rechaza más al adicto que al narco, cuando el narco es el que está tomando la decisión racional de llevar droga. Algo que yo hice personalmente fue grabar una cuña dirigida a ellos, diciéndoles “señor narco, su vida es sagrada. No la cambie por dinero.”
Siempre ha enfatizado la importancia de la educación. ¿Cómo cambiaría el sistema de educación moderno para estimular el progreso colectivo e individual?
El conocimiento es la fuente más legítima para reclamar derecho a participar en la discusión y en la decisión. En algún momento de su vida, todo ser humano tiene curiosidad. El deseo de saber es una cosa bellísima que se transforma y se vuelve en voluntad de saber. La diferencia entre uno y lo otro es la paciencia para mantener la pregunta viva, para no cambiar de pregunta. Cuando uno está “googleando”, muchas veces arranca a buscar una cosa y termina encontrando otras. Ahí no hay voluntad de saber, hay un deseo móvil de saber. La constancia y la permanencia del investigador es un desarrollo de esa curiosidad; es como entrenar la curiosidad para que tenga tolerancia a la frustración, capacidad de espera y prudencia.
¿De qué manera su bachillerato en matemáticas y su maestría en filosofía influyeron su compromiso con causas sociales?
Yo era muy competitivo, sufría mucho si no sacaba el primer lugar en mi salón. Era muy tímido y más bajito que mis compañeros, así que me defendía con buenas notas.
Mientras estudiaba matemáticas, estaba leyendo unas cosas de sociología y algunas de ecología. Ofrecí la primera asignatura distinta después de leer un libro que me aterró, Obediencia a la autoridad de Stanley Milgram. El curso estudiaba los usos irracionales de la ciencia, que se supone que es lo más racional que ha creado el ser humano. Empecé por ahí y después leí Ciencia y técnica como ideología de Habermas.
Durante mucho tiempo, y todavía hoy, me preocupaba el tema de la equidad educativa. Toda la orientación hacia los libros sigue siendo muy desigual según sectores sociales. Se puede redistribuir el acceso al agua y el acceso al espacio público. Cantidades de desigualdades humanas, si a usted les parecen intolerables, las puede corregir.
Una de sus reformas más creativas y efectivas fue sustituir a policías de tránsito con mimos que molestaban a las personas que cometían infracciones. ¿De qué forma las artes y el sentido del humor facilitan la educación ciudadana?
Del arte aprendí a no tenerle miedo a explorar lenguajes y caminos nuevos. Desde el programa de gobierno que fue inscrito el día en que escribí mi candidatura a alcalde, planteaba que íbamos a movilizar la cultura en el sentido de la creación artística y en invitar a la gente a tomar posiciones y juzgar.
Mi plan de desarrollo tenía cuatro objetivos: aumentar la proporción de gente que cumple las normas de convivencia, aumentar la cantidad de gente que lleva pacíficamente a otros a cumplir la ley, aumentar el número o la proporción de conflictos resueltos mediante métodos alternativos y mejorar la comunicación. ¿Cómo? A través de las artes, la cultura, la recreación y el deporte. Cuando me hablaban de esas cuatro cosas, yo decía “cultura de ciudadano”. Para mí, estamos formando ciudadanos.
Un amigo colombiano me comentó que el éxito del Partido Verde fue comprometer a los jóvenes con la política. ¿Cómo lograron esto? ¿Por qué es importante crear este interés?
Defiendo mucho la vida humana. El eslogan que usamos es “tu vida es sagrada”, porque mientras usted esté vivo, con una sola acción bonita puede devolverle sentido a su vida y lograr que la gente lo quiera o admire.
En estas elecciones para la presidencia, recibí una cantidad de mensajes de mis alumnos, mensajes de aliento y entusiasmo por ver causas compartidas o compartibles. Recuerdo un muchacho que me dijo “Antanas, usted puede sacar lo mejor de nosotros. ¡Adelante!” Es el resumen de mi fe en la pedagogía y la disposición de alguna gente a dejarse llevar de la mano.
¿Ha escuchado sobre el debate de estatus en Puerto Rico? ¿Qué opción piensa que le permitiría a la Isla desarrollarse económica y socialmente?
Le confieso que la tensión que ha generado me parece fascinante. La regla de cabotaje, los impuestos, no poder votar por el presidente; parece un rompecabezas. La tensión entre identidad y conveniencia es como el muchacho de 18 años que dice, “¿sigo acá o me salgo? Si me salgo, me toca asumir más responsabilidades solito”. Yo viví con mi mamá hasta los 42 años, así que no tengo ninguna autoridad para pronunciarme sobre el tema.