Varios jóvenes colegiales le devolvieron al bolero puertorriqueño su rol protagónico al investigar los orígenes de ese género musical para la creación del libro Bello amanecer, antología del bolero puertorriqueño. La iniciativa forma parte del curso Cultura musical puertorriqueña (MUSI 4995), que dicta el doctor José Antonio López, catedrático asociado del Departamento de Humanidades del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), quien lamentó que la generación actual no escuche boleros. “Es muy lamentable que nuestros jóvenes estén tan desconectados de nuestras raíces y de nuestra cultura musical basada en el bolero. Me parece que los estudiantes al terminar el semestre, yo los siento más completos. Ellos crean un sentido de pertenencia por la obra de Rafael Hernández, de Bobby Capó, de Mirta Silva, de Don Felo, de tantos otros y a la misma vez de nuestro intérpretes, porque Puerto Rico se crió con el bolero”, enfatizó el editor de Bello amanecer.
El guitarrista clásico, quien se autodefine como bolerista, aseguró que la experiencia, además de enriquecerlos culturalmente, expuso a sus estudiantes al importante proceso de creación de un libro. De hecho, para los jóvenes participar en la obra representó un crecimiento grandioso, tal y como aseguró el estudiante de tercer año de Ingeniería Civil, Ángel Bruno, para quien el curso fue uno electivo, al igual que para sus demás compañeros. Apasionada de Sylvia Para Marimar de la Cruz, de tercer año de Biología, su participación en la clase y su posterior desempeño como directora de correcciones y enlaces del libro significó el nacimiento de su pasión por las canciones de Sylvia Rexach. “Cuando empezaron a repartir los compositores, uno de los estudiantes dice ‘Yo quiero a Rafael Hernández’ y yo no podía dejar la oportunidad pasar y dije: ‘Yo quiero a Sylvia’ e investigamos de Sylvia y ahora Sylvia es número uno en mi iPod”, sostuvo. Al igual que Marimar, Erick Nazario, de tercer año de Matemáticas y aseguró, tras tomar el curso, que uno que otro bolerito “se cuela” en el radio de su carro. “Una vez uno llega aquí, uno se da cuenta de la profundidad de la música y de toda su complejidad, y en verdad le gusta”, enfatizó el alumno. Tal fue la intensidad de la experiencia en estos noveles boleristas que la mayoría llegó, en algún momento, a imitar el inigualable estilo de interpretación de Daniel Santos. Así lo afirmó el doctor David González, subeditor de la obra y otro amante del bolero, quien ha tomado el curso del doctor López en diversas ocasiones y actualmente dicta el curso Cultura musical afroboricua. “Nosotros hablamos de compositores en el libro, pero también tenemos intérpretes y el estilo de Daniel Santos le chocaba a los jóvenes, no lo digerían muy bien. Pero, al final del proceso, yo los escuchaba cantando como Daniel Santos, así que fue un proceso en el que se enriquecieron totalmente”, afirmó el también catedrático de Ingeniería. Tres amaneceres Bello amanecer: antología del bolero puertorriqueño es la tercera producción literaria del concertista López con los estudiantes que toman MUSI 4995. La primera, Queja del alma, trató del impacto de la aculturación en la tradición musical puertorriqueña. El segundo libro fue Tato Díaz: Ese soy yo, una entrevista biográfica con el artista que recorre su trayectoria en el cuarteto Los Hispanos. En Bello amanecer, nombre homónimo del bolero de Tito Henríquez, se investigaron sobre 200 boleros de cerca de 60 compositores puertorriqueños. Asimismo, el libro incluyó los datos biográficos de los autores, las letras de sus canciones más reconocidas y varias ilustraciones creadas por los estudiantes del curso que simbolizaron el significado de cada bolero estudiado. La presentación del libro se efectuó recientemente en el Teatrito del edificio Carlos E. Chardón entre miembros de la facultad, estudiantes, así como otros miembros de la comunidad colegial. La misma supuso la excusa perfecta para que los asistentes rememoraran épocas de antaño como fue el caso del doctor Alfredo González, catedrático jubilado y fundador del Departamento de Economía del RUM, quien relató que su progenitora lo dormía al son de los boleros. “Yo tuve una ventaja y es que yo nací en el mismo barrio de Rafael Hernández y él tenía una afinidad por nuestro barrio que es extraordinaria. En ese sentido y en esa identidad, estoy unido al bolero casi a la cuarta potencia, porque soy puertorriqueño, soy aguadillano, soy tamarindeño -ese es el barrio de nosotros, de Rafael Hernández- y en cuarto lugar, soy negro y mi madre fue negra y esas eran las nanas que me cantaron”, contó. Uno de los momentos más disfrutados de la actividad fue la interpretación del bolero Yo era una flor, de Sylvia Rexach, por la joven Pamela Padilla acompañada en la guitarra por el profesor López. La intensa interpretación, y sobre todo la reacción de los presentes, confirmaron que el legado romántico del bolero nativo es uno indeleble. Para acceder al texto original puede visitar: http://www.uprm.edu/news/articles/as2009159.html