WHITTLESEA, Australia (Reuters) – Bomberos y equipos de rescate recuperaban este lunes los restos de decenas de personas de edificios carbonizados, mientras la cifra de fallecidos por los incendios más devastadores que ha sufrido el sur de Australia se elevó a 171. “Todo el mundo se ha ido. Todo el mundo se ha ido. Todo el mundo. Sus casas han desaparecido. Están todos muertos en las casas. Todo el mundo ha muerto”, lloraba Christopher Harvey, un superviviente de Kinglake, donde la mayoría de habitantes falleció, mientras avanzaba por el pueblo. La policía cree que algunos de los incendios, que asolaron localidades rurales cerca de la segunda mayor ciudad del país, Melbourne, fueron provocados y calificó una de las ciudades devastadas como escena de un crimen. “No hay palabras para describir esto que no sea matanza”, dijo el primer ministro, Kevin Rudd, a la televisión local. “Los números (de fallecidos) son abrumadores (…) y temo que aumenten aún más”, añadió. Los incendios son el peor desastre natural del país en más de un siglo, y serán un elemento de presión sobre Rudd para que ponga en marcha una nueva política medioambiental. Un inmenso incendio arrasó varias poblaciones el sábado por la noche en el sureño estado de Victoria, destruyendo todo lo que encontró a su paso. Muchas personas murieron en sus automóviles cuando trataban de huir y otros fallecieron acurrucados en sus casas.
Algunos consiguieron escapar refugiándose en piscinas o reservas agrícolas. Las llamas eran tan altas en algunos puntos como un edificio de cuatro plantas y los fuertes vientos diseminaron los incendios por un área de unos 40 kilómetros. “Esto va a parecer como Hiroshima. Va a parecer una bomba nuclear. Hay animales muertos en toda la carretera”, dijo Harvey a los medios locales. Más de 750 casas quedaron destruidas y unas 78 personas, con graves quemaduras y lesiones, se encuentran hospitalizadas. Muchos pacientes tienen quemaduras en más del 30 por ciento de su cuerpo y algunos presentan heridas peores que las víctimas de los atentados de Bali en 2002, dijo un médico en un departamento de emergencias. Los incendios forestales son habituales todos los años en Australia, pero esta vez, una combinación de clima abrasador, sequía y arbustos resecos creó las condiciones adecuadas para que las llamas arreciaran. En Camberra, legisladores intentaron contener las lágrimas al suspender la sesión del Parlamento por el día y expresaron sus condolencias a los familiares de las víctimas en nombre de una atónita nación. Los incendios, así como las inundaciones en Queensland, en el norte, serán un elemento de presión sobre la política de cambio climático del Gobierno. Según científicos, Australia, con su duro clima, será una de las naciones más afectadas por el cambio climático. Los incendios en Victoria son el peor desastre natural en Australia en 110 años. En 1899, el ciclón Mahina arrasó Cape York, al norte del país, causando la muerte a más de 400 personas. Miles de bomberos continuaban el lunes batallando las llamas en Victoria, así como en el vecino estado de Nueva Gales del Sur. Las condiciones climáticas más templadas y menos ventosas ayudaron a los bomberos, aunque aún habían 10 grandes incendios fuera de control en Victoria. El pequeño pueblo de Marysville fue cerrado por la policía mientras forenses buscaban en los escombros evidencia de las causas del incendio que destruyó muchas de sus casas. Al amanecer, horrorizados residentes de Whittlesea, cerca de Kinglake donde la mayoría de sus habitantes murió, deambulaban por las calles, algunos llorando, en busca de seres queridos aún desaparecidos. “La última vez que los vieron, los niños estaban corriendo en la casa, estaban encerrados en la casa”, dijo entre lágrimas Sam Gents, quien no ha tenido contacto con su esposa y sus tres hijos -de 6, 13 y 15 años-, desde que las llamas arrasaron con Kinglake. Rudd dijo que tomará años reconstruir los pueblos devastados y anunció un paquete de ayuda por 10 millones de dólares australianos (6,8 millones de dólares estadounidenses). El primer ministro también ordenó al Ejército construir refugios de emergencia. La peor tragedia por incendios previa en Australia sucedió en 1983 cuando 75 personas murieron a causa del fuego.