
LAHORE, Pakistán (Reuters) – Hombres armados atacaron edificios de la policía en la ciudad pakistaní de Lahore, activando un coche bomba que causó la muerte de al menos 23 personas en un ataque que, según el Gobierno, es un “acto de venganza” de los talibanes, por las ofensivas que se han realizado en contra de ellos. Ningún grupo se ha adjudicado la responsabilidad por el ataque, que dejó más de 250 personas heridas y extensos daños. Hubo una serie de advertencias que anunciaron el hecho, aparentemente en represalia por la ofensiva del Ejército contra militantes talibanes en la región de Swat, en el noroeste del país. La explosión también se produjo después de que el general David Petraeus, jefe de Comando Central estadounidense, estuvo en Islamabad el martes para reunirse con líderes del Gobierno y el Ejército. La bomba, que según las autoridades fue un ataque suicida, derribó un edificio de un servicio de ambulancias del Gobierno y dañó una oficina cercana de la principal agencia de inteligencia del Ejército.
Funcionarios del Gobierno confirmaron que 22 personas habían muerto y 285 habían resultado heridas. Los socorristas buscaban entre los escombros, por lo cual la cifra de muertos puede ascender, dijo otro funcionario. Justo antes de la explosión, dos hombres salieron de un auto y comenzaron a disparar contra guardias de policía en la puerta de entrada, dijo el ministro de Justicia provincial Rana Sanaullah a periodistas, añadiendo que varios sospechosos fueron detenidos más tarde. Testigos dijeron que cuatro hombres armados salieron del vehículo y empezaron a disparar. “Entre cuatro y cinco hombres salieron del auto y dispararon a la policía, que intentó frenarlos”, dijo el abogado Subtain Akhtar Bokhari a Reuters. Un hombre relató a Express TV que había visto a cuatro hombres vestidos de negro disparando indiscriminadamente antes de la explosión. La violencia militante ha crecido en Pakistán desde mediados del 2007, con numerosos ataques contra las fuerzas de seguridad, al igual que blancos del Gobierno y occidentales. Las autoridades habían advertido que los militantes podían lanzar ataques con bombas en represalia por la ofensiva en Swat, donde el Ejército dice que alrededor de 15.000 miembros de las fuerzas de seguridad enfrentan entre 4.000 y 5.000 militantes.