Empieza la navidad y los niños sueñan con sus juguetes preferidos. Años atrás le pedían a Santa pistolas de juguete, espadas de pirata, soldaditos de plástico. Ahora, los gustos son parecidos y sólo la tecnología a cambiado. Los párvulos de hoy piden los muñecos de GI Joe, videojuegos de lucha libre y pelea callejera, guerra y acción. Pero, hay un país en el que Papa Noel no podrá complacer los deseos de los chiquillos, pues a los que adquieran este tipo de entretenimiento será puestos tras las rejas, tal cual como si hubiese llevado cocaína en su saco de regalos. En Venezuela, el pasado jueves 3 de diciembre se aprobó y salió publicada en gaceta oficial, una ley que prohíbe la fabricación, importación, distribución, compra, venta, alquiler y uso de juguetes, juegos y videojuegos que puedan ser considerados bélicos, violentos y/o agresivos. Son considerados videojuegos bélicos todo programa destinado para computadoras personales, sistema arcade, consolas, dispositivos portátiles o teléfonos celulares que contengan informaciones o simbolicen imágenes que promuevan o inciten a la violencia o al uso de armas. De igual modo, son bélicos aquellos juguetes, objetos o instrumentos que por su forma imitan cualquier clase de arma a las utilizadas por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, las que forman parte del armamento de guerra de seguridad del Estado u otras armas, así como aquellos juguetes que, aun sin promover una situación de guerra, establecen un medio de juego que estimula la agresividad o la violencia. El problema con esta ley es que al ser tan poco específica, se presta a confusión haciendo que gran cantidad de juguetes y prácticamente todo videojuego entre en la categoría prohibitoria. Desde el clásico Mario Bros en el que el personaje principal elimina a sus enemigos aplastándolos hasta los videojuegos de peleas como Street Fighter o el Wii Sports que contiene una modalidad de boxeo; todos pueden ser considerados violentos y/o agresivos. Los defensores de la legislación apuestan por la disminución de los alarmantes niveles de violencia presentes en la nación sudamericana al eliminar del juego infantil los elementos que sean referentes de agresividad. Por otra parte, los defensores de los juguetes y videojuegos bélicos, entre ellos varios psicólogos, reclaman que el Gobierno de Hugo Chávez no ha presentado ningún estudio serio sobre la relación entre violencia social y los juegos bélicos. Además aseguran que, por el contrario, la actividad de desahogo de estrés por medio de los videojuegos ayuda a liberar tensión y evitar los estallidos de agresividad. También se han dado declaraciones en contra de la legislación ya que la misma atenta contra una de las más versátiles expresiones culturales modernas. Los sectores afectos al Gobierno aplauden la medida diciendo que ésta evitará la “influencia violenta imperialista” sobre la infancia y la juventud venezolana, mientras califican estos videojuegos como instrumentos de alienación y propaganda estadounidense en contra del nuevo socialismo latinoamericano. Los detractores del gobierno venezolano critican esta medida y la consideran hipócrita. Denuncian la presencia de una doble moral, al atacar videojuegos por violentos, cuando el presidente Chávez maneja un discurso de violencia, división, sectarismo, vejación y confrontación directa con todo aquel que no siga sus ideas. Esta idea se deriva de una controversia que se dio el año pasado cuando salió al mercado el juego de video “Mercenaries 2: World in Flames”, desarrollado por la desaparecida empresa estadounidense “Pandemic Studios”. En este juego, el usuario da vida a un mercenario que libera a un general aprisionado por intentar dar un golpe de Estado. Luego, lleva a cabo una venganza personal en la que arrasa con la ciudad de Caracas, destruyendo edificios emblemáticos como la sede de Petróleos de Venezuela C.A. y las torres gemelas de Parque Central. Las imágenes del juego son tan fieles a la realidad que las escenas son realmente impresionantes.
Además, en el 2004 salió a la venta un videojuego titulado “Mazinger Z salva a Venezuela”. En este videojuego se puede apreciar al famoso robot emergiendo de la fuente de la Plaza Francia de Altamira en Caracas, bastión de la oposición al Gobierno. La misión del titán metálico es acabar con el régimen gubernamental que ha hecho trampa en las últimas elecciones. Estos son varios los juegos que figuran dentro del historial anti gubernamental, como “Rainbow Six 3”, que simula varios asaltos de comandos antiterroristas en instalaciones venezolanas. Por lo pronto la ley existe y es oficial. Las sanciones para quienes por cualquier medio promuevan la compra o uso de videojuegos bélicos y juguetes bélicos varían entre los 50 y 100 mil dólares. Para quienes los importen, fabriquen, vendan, alquilen o distribuyan, la pena es de tres a cinco años de prisión. Esperemos que a Santa Claus no lo cojan trayendo los juguetes de los Transformers o videojuegos violentos, que se irá a pasar el fin de año tras las rejas.