Sergio, Camilo y Lorena se mantuvieron de una esquina para otra saludando a los conocidos y familiares que iban llegando, parecía que los chicos habían hecho muy buena radiografía de todos los que estaban allí presentes. Tal vez al periodista Benjamín Torres Gotay le tomó más tiempo que a sus hijos. Mientras el sub-editor del periódico El Nuevo Día miraba por encima de las cabezas del gentío y tomaba su vino tinto, aparentaba estar memorizando las caras de todos los que sacaron de su tiempo para compartir junto a él en la presentación de su primera novela: Tatuajes en cuerpo de niña, en el Taller de Fotoperiodismo en el Viejo San Juan.
Al llegar la hora de dirigirse al público, Torres Gotay buscaba desesperado sus espejuelos entre todos los bolsillos posibles y comenzó por agradecer a todos por su visita y claro, a su familia. Mirando a su esposa Zaima, y ésta afirmando con su rostro, el autor reconoció su tolerancia debido a todas las veces que “durmió a solas mientras yo martillaba en las noches el teclado”.
Adentrándose ya en los detalles de su novela, el periodista y escritor resaltó que por medio de elementos y personajes repugnantes, Tatuajes en cuerpo de niña sirve como retrato de la sociedad puertorriqueña. Torres Gotay presenta en su libro a un Puerto Rico adolorido y corrupto que vive tras la máscara de la algarabía y las fiestas. “Debajo de esa máscara hay gente con problemas y traumas que practican el incesto, el maltrato de género y muchas cosas más”, señaló el autor.
Del mismo modo, la inclusión de la figura de Antonio Ballester en el libro, un político que renuncia a su candidatura el día antes de las elecciones y que además las encuestas daban por sentado que sería el gobernador electo, sirvió para llamar la atención y el interés de la audiencia.
Aunque el autor reveló su esfuerzo al hacer la transición de periodista a escritor, admitió que el periodismo le dio el orden que le hacía falta a sus desordenadas historias. En varias ocasiones, Torres Gotay tuvo que eliminar varios párrafos de su borrador, en el cuál estuvo trabajando por más de diez años, por haber estado redactando como si se tratara de un acontecimiento noticioso. “Escribir sin editor, sin límites de líneas y sin reglas es una sensación alucinante”, apuntó con jocosidad el escritor.
Con sus hijos en el público ya exhaustos y fijando la mirada sobre él, Torres Gotay se comprometió desde la palestra a seguir contando con honestidad lo que otros no se atreven. Un público complacido lo miró con admiración mientras le rindieron una ovación que parecía avalar con cariño las convincentes palabras del autor.