En algún momento durante los pasados dos años, Ángel Alexis Bousquet tuvo que sentarse a respirar y a analizar bien esta cosa llamada Santurce es Ley, lo que ha sido su proyecto de vida y el de muchos otros. Había un chin de tensión en el aire, la cautela dominaba su aura, como cuando uno ve crecer a un hijo y no quiere que se vaya por el mal camino.
“Fue como un sentimiento de cuidado, de pensar en lo grande que se estaba volviendo todo, y de establecer como que un plan de defensa, pues no íbamos a permitir que los hombres de gabán y corbata, el establishment por decirlo así, viniera a quedarse con esto”, comenzó a desahogarse Bousquet en una esquina de la Calle Cerra, hace más de un mes. Suspiraba, se daba un buche de agua y seguía.
“Es que esto es de los artistas y de la comunidad, y si bien hay que bregar con auspiciadores y todo eso, no se trata de dejar que esto se volviera un salpafuera, un ventetú enfocado en el pariseo. El foco principal aquí es el arte y la integración de los artistas con la misma comunidad. Te digo, no fue fácil sentarse a ver cómo manejar la forma en que todo iba creciendo”, prosiguió Bousquet, mientras a su alrededor ya se desarrollaban algunas piezas muralistas y el artista danés Thomas Dambo le daba forma a la pieza gigante esa del gigante de madera dándole un puño a un automóvil, que reseñáramos hace unas semanas en Diálogo.
En entrevista con este diario digital, Bousquet habló sin tapujos, con el corazón en la mano. Confesó que era la primera vez que así lo hacía. El concepto de Santurce es Ley ha sido alabado por muchos debido a lo obvio y lo logrado, el éxito de juntar a la comunidad de arte urbano puertorriqueña y, sobre todo, enfrascarla en una interacción de alta calidad con la crema del arte urbano mundial. Pero también ha sido objeto de algunas críticas, que asocian el movimiento de desarrollo artístico con tendencias de gentrificación que se han visto alrededor del mundo, donde las comunidades pobres terminan desplazadas tras aumentar el valor de sus propiedades gracias a ciertas renovaciones artísticas que hacen que las propiedades aumenten de valor.
Y a Bousquet no le molesta que el proyecto sea objeto de críticas, pero quiere ser claro: Santurce es Ley sigue siendo de Santurce y así será siempre, al menos mientras él esté a la cabeza de todo. Él quiere asegurarse que la gente sepa que no se busca contaminar el proyecto con modas bobas o coloridos consumismos o esa gentrificación desmedida de la que hablan sus críticos. Ante eso, explica Bousquet, hubo un proceso en el que se aprendió que ‘Santurce es Ley’, pero que podía prestarse también para que fuera trampa.
“Ha sido toda la emoción de muchos años la que, por ejemplo, nos hizo analizar esto bien el año pasado. O sea, nunca ha habido una fecha como tal para Santurce es Ley, pero si te fijas en 2015 no sucedió y ahora estamos de vuelta. Básicamente, nos sentamos a cuestionarnos de nuevo qué es lo que queremos hacer y para quién lo vamos hacer”, dice Bousquet, quien además administra la galería C787Studios.
“Nosotros no vinimos con la intención de hacer algo que se convirtiera en un evento de masa, donde de momento está la gente pensando primero en la bebelata y la jodedera antes que cualquier otra cosa. Estas no son las Fiestas de la Sanse, y lo digo con mucho respeto pero con cierta deferencia, porque aquí se viene con un propósito. Si la persona que viene lo hace pa’ la bebelata y la joda, pues no nos molesta, nosotros los artistas y los organizadores del evento también bebemos y jodemos, pero lo que realmente nos gustaría es que la gente estuviera de lleno en el proceso, que se den cuenta que lo que tienen frente a sus ojos es algo más allá de una fiesta”, expresó.
“Tampoco pensamos que estamos tratando de rescatar un área, porque esta área nunca necesitó rescatarse, esta área siempre ha estado bien. Esta gente siempre ha estado aquí, si acaso es la comunidad la que rescató al artista. Nosotros solo decimos hola, nos metemos entre medio y queremos que haya un tipo de yuxtaposición entre ambas culturas: la de la comunidad y la de los artistas, pero estamos pendiente también a que no venga la gentrificación desmesurada, como algunos han tratado de sugerir que sucede”, indicó el curador del festival de arte urbano más importante del País.
De nuevo, Bousquet abordó su proceso de reflexión al respecto. Habló de la edición número cinco de Santurce es Ley, que luego tuvo una extensión en la isla municipio de Culebra con Culebra es Ley. Aceptó que los auspiciadores comenzaron a llover, pues “después que se le ven los huevos al perro se sabe que es macho”. Y, al hablar de Culebra es Ley, su temple se pausa, como si reviviera alguna epifanía que tuvo en aquel momento.
“Estábamos en Culebra, y estamos viendo el proyecto que están realizando los gemelos Suárez, unos artistas cuyas piezas son muy impresionantes, pero suelen ser efímeras, pues van integradas de forma orgánica con los espacios y la naturaleza. Entonces estoy viendo eso y llega un auspiciador a preguntar que dónde pone su ‘banner’. Y yo pensando, “qué ‘banner’, ni ‘banner’, tú no ves esa pieza de esta gente, que es algo efímero, que no va a durar, que es del momento. Y pues le digo que no se puede poner ningún ‘banner’. Y eso es algo que te humilla de forma bonita y te pone a repensar muchas cosas, porque te das cuenta que estamos creando algo que nos apasiona, pero que también hay que proteger esto, porque puede caer en las manos de las masas brutas que corren el mundo pensando en intereses que no tienen nada que ver con el arte urbano o con la comunidad”, narró emotivamente.
“Entonces uno entra de nuevo en un proceso de educación. Te das cuenta que estamos aprendiendo poco a poco y que también se trata de educar a los auspiciadores, pues no se puede tapar el sol con la mano: hacer Santurce es Ley, lograr conglomerar tanto talento de Puerto Rico, más traer artistas del extranjero a que interactúen con los nuestros, para luego establecer una red entre todos y que los nuestros también salgan al mundo, pues todo este proceso es caro. Y hay que darle educación a nuestros auspiciadores, que entiendan que no están ahí para proporcionar un bombardeo de producto en bruto, de meramente llegar con modelos a repartir ‘flyers’… eso lo evadimos, el cagadero de ‘billboards’ y cruzacalles eso intentamos evadirlo hasta donde podemos”, expresó.
Por ejemplo, Bousquets explicó que siempre están en la búsqueda de que los auspiciadores hagan una promoción inteligente. Hay auspiciadores, dijo, que no les dan dinero pero ayudan con equipo, materiales y servicio. De igual forma, otros hacen su publicidad enfocados en la documentación de los procesos artísticos, lo que luego comparten en sus redes sociales.
“Buscamos educar a nuestros auspiciadores, sacarlos de la cultura antigua de la publicidad burda”, explicó. “Y eso es algo que hemos aprendido por experiencias pasadas. Sería muy fácil meter 80 mil auspiciadores, pero yo estoy en batalla con eso, no queremos eso”.
“Ahora mismo, creo que los auspiciadores que tenemos nos han respetado, nos hemos ganado el respeto. Ellos entienden nuestras problemáticas y saben que no es un evento común, que no es, digamos, un festival de música, que estás bregando con muchas personalidades artísticas y de la comunidad, con problemáticas reales, que hay muchos artistas que viven de esto y que quieren crecer de esto. Queremos que esto funcione, y, te soy sincero, en 2014 yo sí llegué a estar bien preocupado, porque el éxito fue como nunca y eso asusta por todos los intereses que de repente se le pegan a uno. Me decía ‘espérate, ¿y ahora qué va a pasar? Ahora se va a joder todo, ahora llegan los gringos a tratar de comprar todo’. Pero no pasa, no pasó y no va a pasar. Y no va a pasar porque no vamos a dejar que pase”, puntualizó.
Curaduría de experimentación y un laboratorio de arte urbano
En esta sexta edición de Santurce es Ley, Bouquet afirma que la curaduría se ha realizado “basada más en la experimentación del medio, más allá del muralismo, que es por lo que siempre nos hemos caracterizado”.
“Se trata de adentrarnos en ese infinito de ideas, ver a dónde se puede llegar, vacilar con el ‘tripeo’ de otros artistas que también vienen de la calle, pero que van más lejos del grafiti o el muralismo”, dijo, apuntando a la pieza del danés Dambo y a la escultura Don Senario – una tarima hecha en madera por un grupo que lideró el artista José Luis Gutiérrez – como ejemplos de arte que han roto con los esquemas muralistas tradicionales de Santurce es Ley.
“El espacio público lo hemos retomado de forma abstracta. Por ejemplo, hemos hecho el mural más grande de Latinoamérica, con un dúo de artistas de Francia, Ella y Pitr, pero esa intervención fue en unos techos del área. Las personas no ven el mural desde el piso pero sí de algún sitio más arriba o si van en un avión. Es una locura, se hizo con tecnología de drones voladores, está demente”, expresó.
Otra novedad de la sexta edición de Santurce es Ley, dijo Bousquet, es la inauguración de lo que han denominado como ‘El Laboratorio de Arte Urbano’, dentro de un edificio al final de la calle Cerra. Según explicó, “esto es solo el inicio de algo más grande”.
“Los museos se piensan como salas blancas, de mármol, y aquí nosotros venimos a implantar una sala negra, una sala de brea. Nuestra intención, al fin y al cabo, es lograr un museo al aire libre para el arte urbano, más allá del cuestionamiento del mural. Queremos llegar a tener un espacio grande, conformar verdaderamente el Laboratorio de Arte Urbano, que allí se experimente más allá de lo que hemos logrado con los grafitis y los murales”, interpuso.
Después de todo, Bousquet entiende que el arte es para experimentar, en un proceso en el que el artista alcance una expresión propia sociopolítica, pero que también sirva para otorgarle una forma de vivir, más allá de un estilo de vida, más en un ambiente tan particular como el que propone la situación social y política del Puerto Rico de hoy.
“Cada vez creo que el arte es menos contestatario que el de antes, creo que Puerto Rico se ha movido más hacia arte universal. Quizás haga falta más arte contestatario, pero hay que pensar que el arte no está hecho ni diseñado para salvar el mundo. Incluso, hay artistas que buscan, dentro de sus propias concepciones, destruir el mundo mediante el arte”, apuntó.
Lo sociopolítico del arte puertorriqueño en estos momentos, entiende Bousquet, radica en lograr que los artistas borincanos puedan vivir de su arte a la vez que aportan de alguna forma al desarrollo de la comunidad.
“Y se puede. Tenemos artistas urbanos que viajan el mundo y viven de sus obras, como Bik Ismo, o Alexis Díaz, o Celso González. Para nosotros en Santurce es Ley es muy importante que esto suceda por el bien de vida de nuestros artistas, que al fin y al cabo son obreros del arte”, señaló.
Y volvió a respirar, a darse otro buche de agua y a mirar a su alrededor, a las esculturas y pinturas muralistas en proceso, a inhalarlo todo y darse cuenta que, de nuevo, su criatura comenzaba a moverse.
“Y pensar que esto empezó un fin de semana cualquiera, con una reunión de amigos artistas que tenían ganas de trabajar. Ahora no podemos dejarlo caer”, apostilló.
Así va en Santurce la ley del arte urbano organizado. Se reflexiona, se goza y se sobrevive.