La inhalación de dióxido de carbono es nociva para la salud de los seres humanos. Actualmente, en las cabinas de la Estación Espacial Internacional de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA), se respiran 5,000 mil partes por millón de dióxido de carbono. En cambio, en el planeta Tierra normalmente se respiran 400 partes por millón diariamente.
La alta concentración de partículas de CO2 que respiran los astronautas ha provocado que sufran fuertes dolores de cabeza y migraña. Por eso, la División de Medicina Fisiológica de la NASA abrió una convocatoria para que los ingenieros elaboren una tecnología que reduzca la concentración del gas en las cabinas a 1,000 partes por millón. Además, la tecnología no debe consumir mucha energía, debe ser amigable con los diseños existentes y proveer mejores condiciones de trabajo a los navegantes espaciales.
Según el comunicado de prensa emitido por el Recinto Universitario de Mayagüez, luego de evaluar su proyecto, la NASA le otorgó una subvención de $150 mil al doctor Arturo J. Hernández Maldonado para que desarrolle y transfiera una nueva tecnología adsorbente.
Hace diez años, el investigador comenzó a trabajar con este tipo de tecnología en los laboratorios del RUM utilizando fondos de la NASA. Hernández Maldonado explicó que la organización fue quien determinó el nivel de desarrollo de su proyecto a través de una escala llamada Technical Readiness Level (TRL).
“En mi carácter de investigador, es un paso muy importante, ya que en esa escalera de TRL -de nueve pasos-, vamos a estar en el quinto. Vamos a llegar eventualmente al noveno, y llevar el prototipo a la estación espacial, probarlo e implementarlo en lo que llaman la generación futura de sistemas de transporte para ir a Marte”, expresó Hernández Maldonado, catedrático del Departamento de Ingeniería Química.
El proyecto se encuentra en la etapa de hacer pruebas para aumentar la escala de síntesis y de desarrollar el prototipo del material adsorbente. Asimismo, Hernández Maldonado explicó que deberá comprobar la tolerancia mecánica, a la vibración, a la humedad y la regeneración del material.
Para el verano de 2017, el catedrático y su equipo de investigación deberán someter la propuesta con los resultados obtenidos. Luego, el proyecto pasará a la segunda etapa en la que se les otorgará otra subvención por tres años.
“NASA nos brindó la oportunidad de un contratista y un acuerdo, yo sigo trabajando y optimizando el material desde el ángulo científico y la compañía se encarga de hacer las pruebas macroscópicas, en escala grande, desde la síntesis hasta los prototipos. Este año vamos a seguir revisando la síntesis para ver posibilidades de optimización y caracterización. Soy equivalente al consultor primario del proyecto porque la invención es de nosotros”, destacó.
La compañía TDA Research Inc., cuya sede es en Colorado, se encargará de diseñar el prototipo, que proporcionará al sistema de la NASA alta eficiencia en la remoción del CO2 en las estaciones espaciales durante sus misiones.
El proyecto logró trascender de la fase de Small Business Innovation Research (SBIR, por sus siglas en inglés) a la de Small Business Technology Transfer (SBTT) gracias a los resultados del proyecto Highly Efficient Closed-Loop CO2 Removal System for Deep-Space del Enviromental Control and Life Support System de la NASA.
Este logro traerá nuevas fuentes económicas y reconocimiento para el recinto mayagüezano de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
“Necesitamos traer fondos externos y qué mejor que utilizar las tecnologías que nosotros desarrollamos para generar prototipos, promocionarlos, ponerlos a disposición de la sociedad y que le representen ingresos a la Universidad como parte de patentes. Por una parte, es muy relevante que se está ayudando a transferir la tecnología nuestra”, opinó el investigador.