Mientras las tradiciones consumistas del capitalismo postindustrial mueven masas a adquirir bienes o experiencias de ocios vinculadas a la festividad de San Valentín, por primera vez en la historia de la cultura popular un movimiento informal le hace frente a las presiones del mercado para ceder a otras.
Sin mucho pesar, somos millones los cibernautas que en lugar de hacer filas kilométricas en restaurantes de lujo u hospederías nos quedaremos en nuestras casas, tablet en barriga, para dejarnos tentar por trece horas corridas de la segunda temporada de la serie original de Netflix, House of Cards.
A tono con la temática mordaz de la serie, Netflix escogió el día de los enamorados para estrenar de cantazo los trece nuevos episodios de la adictiva serie, en aras de fomentar una vez más el binge watching entre sus usuarios.
Para los que no conocen la serie, House of Cards es un drama político adaptado de la serie originalmente creada por la BBC, que cuenta la historia de Francis Underwood, un ambicioso miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, a quien le prometieron un puesto político para luego informarle que no sería suyo. Francis emprende entonces, junto a su esposa Claire, en una búsqueda sin límites de venganza política y adquisición de poder, desentrañando intrigas mediante un guion perfectamente balanceado entre originalidad, suspenso y desfachatez.
House of Cards fue la primera serie original de Netflix en adquirir un estatus icónico en la cultura popular gracias al cálido recibimiento de los usuarios de la compañía, unos 44 millones de cibernautas, éxito que abrió paso a la creación de otras series originales de la empresa con altos índices de popularidad e ingresos, como lo fue Orange is the New Black.
De igual modo, House of Cards logró romper con el monopolio televisivo de las grandes cadenas como HBO y Showtime, logrando reconocimiento no sólo de la audiencia sino de los críticos y gremios de la industria cinematográfica, evidenciado en sus nominaciones en los premios Emmy y los Golden Globes 2014. Es la primera vez en la historia de la televisión que una serie de transmisión netamente cibernética logra competir en la misma categoría que otras series de cable y televisión nacional.
El final de la primera temporada de House of Cards nos dejó en suspenso; tuvimos que esperar un año para contestar todas las interrogantes que quedaron pendientes. Aunque ya publicaron las primeras reseñas críticas en la prensa estadounidense de la segunda temporada de House of Cards me rehuso a leerlas, no obstante, me queda claro que tanto Netflix como los realizadores de la serie enfrentaron un gran reto en esta segunda temporada pues la recepción de la misma probará si el modelo de distribución cibernética de Netflix es rentable a largo plazo y si representa una amenaza real a la estructura tradicional de producción y transmisión de series televisivas.
Mientras tanto, como comenta una querida amiga, “no hay vida esta semana”. Será un verdadero desafío ver las trece horas de drama antes de que salgan en Internet los spoilers. Al menos encontremos consuelo en que es fin de semana largo. Happy binging!
El popular juego de cartas Cards Against Humanity sacó una nueva serie de barajas en honor al estreno de la segunda temporada de House of Cards.