Todavía le restaban tres meses para culminar sus estudios universitarios cuando Christian “Cuco” López firmó con los Caciques de Humacao del Baloncesto Superior Nacional (BSN), liga en la que figuraba como agente libre desde 2016.
El baloncelista de 22 años se graduará este mes con un bachillerato de Educación Física en la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Cayey, pero antes de eso ya jugaba baloncesto a nivel profesional.
Compitió en la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI) por cuatro años, tres de ellos como capitán de la escuadra cayeyana, y concluyó como el máximo anotador en la historia de los Toritos. “Mi nombre yo lo hice en Cayey, de eso no hay duda”, aseguró a Diálogo.
Luego de culminar su última temporada en la LAI fue firmado por los Caciques de Humacao, a través de la agencia libre. Esa última campaña fue colosal para él. “Promedié 28 puntos, diez asistencias y siete rebotes por juego”, indicó el canastero.
López lució fantástico este año en la pretemporada del BSN, y fue por eso que le abrieron un espacio en el plantel de Humacao.
“En uno de los juegos fui defendido por Mike Rosario y anoté 12 puntos en nueve minutos, ¿entiendes?”, mencionó como ejemplo de su desempeño ante jugadores probados en la liga.
Esta sería su segunda jornada profesional, pero destacó que hacer el equipo esta vez fue más satisfactorio que la primera. “Cuco” sostuvo que fue su defensa, inteligencia y anotación lo que le ganó un espacio en la plantilla de Humacao.
“Me indicaron que no había espacio, pero me lo dieron porque me lo gané”, confesó el armador.
Contrastó este año con las dificultades de su jornada rookie, donde elementos fuera de su control afectaron su desempeño, pero entiende que hizo todo lo necesario para ganarse minutos en cancha.
Opinó que el BSN favorece jugadores veteranos sobre jóvenes, e importados sobre nativos. “Yo lo veo como un ciclo, y pronto los veteranos serán suplantados por los jugadores jóvenes”, aseguró, añadiendo que se debe desarrollar el talento local desde temprano y no esperar a que tengan entre 22 y 24 años para darles espacio.
“No conozco un nativo que no haya aprovechado al máximo su oportunidad, el ejemplo perfecto es Gary Browne”, comentó sobre el Jugador Más Valioso del BSN en 2017.
De acuerdo con el armador, jugar Superior mientras jugaba en la LAI y estudiaba fue cuesta arriba. Elaboró sobre la fuerza mental que se requiere para manejar la carga de trabajo que te impone tanto compromiso, pero que aun así, mantuvo alto rendimiento en sus clases.
El tirador entiende que ahora tiene más instinto en la cancha, luego de practicar, jugar y entrenar con tantos veteranos. Subrayó que es una liga sumamente física y grande en tamaño, pero que al final, es una liga cuyo éxito se determina por quién más anhela salir adelante.
“El nivel de competencia te obliga a cambiar y mejorar tu juego, aquí uno se tiene que matar”, observó.
Como muchos jugadores en sus primeras campañas del BSN, López ha tenido que luchar por sus minutos de juego, pero aduce que cuando tenga mayor oportunidad, se apoderará de la liga. “Dame 15 minutos por juego y me quedo con el torneo”, prometió.
Aludió a su mejor atributo actual, la madurez, que le permite tomar decisiones seguras y no cometer costosos turnovers que usualmente te ganan el banco.
“He demostrado que puedo jugar el primer minuto o el último”, propuso. A eso añadió que la gerencia en Humacao indica que no le hace falta nada como jugador, solo ser paciente.
Para López, la meta con los Caciques es simple: campeonato. “Hay que mantenerse saludable, que es difícil porque es una temporada fuerte”, afirmó.
Actualmente los Caciques están en cuarta posición, con récord de 6-6.
Luego de concluir la jornada en BSN, analiza las posibilidades de jugar en las ligas de Argentina o México, con miras a jugar en Europa a largo plazo.
Acerca de planes futuros, López evalúa la posibilidad de dirigir y desarrollar jugadores, o ejercer como maestro de educación física, para lo que estudió.
“Tengo muchos planes alternos, pero el baloncesto es el plan A”, sostuvo.
Una trayectoria excelente
Christian juega desde los cinco años, pero fue en décimo grado que se dio cuenta que quería jugar a nivel profesional, luego de que Juan Molina, dirigente de la UPR Cayey, lo escogiera en el equipo varsity de la Eloísa Pascual en Caguas.
En escuelas superiores, el Santo Grial es el torneo McDonald’s, donde se miden los mejores equipos del país. López no pudo traer ese campeonato a Bairoa III, en parte por la dinastía del Colegio Bautista de Caguas.
En su último año elegible para participar el torneo Sub 22, logró quedar campeón como parte de la escuadra de Caguas LIBAC, donde por años han jugado los muchachos de Bautista.
López comenzó a temprana edad vistiendo los colores de LIBAC, pero la mayoría de sus años los jugó con Juncos, donde creó una saludable rivalidad con los cagueños.
“Estaba practicando para Colegio de Ingenieros pero por transportación y estudios no pude quedarme, entonces Juan Molina habló con Iván Ríos y me invitaron a practicar”, comentó sobre su incorporación a sus antiguos rivales.
Aclaró que no tomó la decisión por ganar fácilmente, sino por no quedarse sin jugar su último año. “Una vez entré, la rivalidad se fue a un lado, lo que pasó, pasó”, reflexionó.
Este año participó por segunda vez en la liga intermedia Primera Categoría, donde obtuvo subcampeoanto con los Mets de Guaynabo.
En la LAI logró entrar a los cruces con sus Toritos, pero siempre consciente de que en papel, algunos equipos siempre estaban un paso adelante, por lo que era improbable traer medalla al al campus cayeyano.
“Teníamos buen reclutamiento, excelente fanaticada y mucho corazón, pero no se me dio”, analizó.
Declaró que en Puerto Rico promediar buenas estadísticas no lo es todo para seguir adelante. “Aquí no hay que hacer números, busca los míos de LAI, Sub 22 y Juvenil, donde promedié 30 mi último año”, aclaró.
El baloncelista agradeció a su madre y a los dirigentes Molina y Ríos, por su aportación al jugador que es hoy en día. “La lista es larga, pero sin ellos no estuviese aquí”, declaró.
Compartió que no descarta la oportunidad de seguir estudiando y hacer una maestría, pero reconoce que es sumamente difícil.
También le encantaría devolver, de alguna manera u otra, a sus almas máter. “Al igual que en Bairoa III, me gustaría ayudar a la UPR como sea, de la manera que ellos necesiten ahí estaré”, anotó.
Pero sobre todo, “Cuco” reitera que los planes son mantenerse en cancha hasta que el cuerpo le falle.
“Soy muy orgulloso para quitarme, jugaré hasta que más pueda”, puntualizó.