
Envejecer es inevitable. Desde que nacemos, a partir del primer llanto de bebé nuestras horas están siendo contadas. Pero no es imposible retrasar el “reloj biológico” de nuestro cuerpo. Y más ahora que la ciencia se va acercando a la clave del envejecimiento. Un nuevo estudio, reseñado en el periódico El Nuevo Día, dio a conocer que las mitocondrias –orgánulos encargados de suministrar la mayor parte de la energía necesaria para la actividad celular- juegan un papel crucial en el proceso de envejecimiento. Así explicó un equipo internacional de científicos de la Universidad de Newcastle, Inglaterra. Estos hallazgos permitirán buscar nuevas fórmulas para prevenir la vejez. Según la investigación, cuando se registra un deterioro en el ADN de una célula, ésta envía una señal a las mitocondrias para que generen radicales libres que llevan a la célula a autodestruirse o a dejar de dividirse, señalan los investigadores. De este modo “las células se aseguran de que no se dividen cuando están enfermas, ya que hay elevadas posibilidades de mutaciones y de que se vuelvan cancerosas”, indicó Efe Zglinicki, profesor de gerontología celular en el Instituto para el Envejecimiento y la Salud de la Universidad de Newcastle. Zglinicki recomendó que el consumo de vitaminas sea moderado. “Todo tiene su lado bueno y malo. Es bueno tomar vitaminas y antiradicales libres, pero no hay que pasarse”, señaló. Además, inhibir completamente la generación de radicales libres en el organismo es dañino para la salud, porque también puede coartar los procesos antitumorales, añadió. Este nuevo hallazgo deja en un segundo plano el estudio –publicado en el portal electrónico de BBC Mundo- que identificaba otro factor celular como responsable del envejecimiento rápido del cuerpo humano. Los investigadores de la Universidad de Leicester y el King’s College de Londres habían propuesto la teoría de los “cronómetros” biológicos que se encuentran en los cromosomas de cada célula –llamados telómeros-. Éstos son los que llevan el código genético y quienes –se asumía- jugaban un papel principal detrás de la vejez. Estos científicos afirmaron que el descubrimiento podría ayudar a detectar a la gente que tiene más riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas con el agotamiento de la piel. Según se dio a conocer en bbcmundo.com, desde el nacimiento, cada vez que una célula se divide los telómeros se hacen más cortos. Asimismo, existe evidencia que la gente con telómeros más cortos –ya sea porque se redujeron más rápidamente o porque nacieron con versiones más cortas- podrían estar en más riesgo de enfermedades relacionadas con la senectud. Además, la Fundación Británica del Corazón, que financió el estudio junto con la organización británica “The Wellcome Trust”, señaló que el hallazgo podría conducir a nuevas formas de prevenir las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, el envejecimiento está basado en dos tipos de edad: cronológica y biológica. La edad biológica –de acuerdo con el portal saludalia.com- “es la que corresponde con el estado funcional de nuestros órganos comparados con patrones estándar para una edad. Es por tanto un concepto fisiológico”. Por otro lado, la edad cronológica se determina en “función del tiempo transcurrido desde el nacimiento. Es por tanto la edad en años. Es un criterio administrativo de gran importancia que marca hechos trascendentales en nuestra vida como pueda ser la jubilación”. Por tanto, tiene un valor social o legal más que biológico. El tiempo en sí no tiene ningún efecto biológico sino, mas bien, los cambios ocurren en el tiempo. No obstante, tu edad biológica corresponde muchas veces a la cronológica. Esto lo resalta el portal electrónico “Nutrimental”. La realidad es que no podemos impedir ni mucho menos revertir la decrepitud de nuestro cuerpo. Pero sí podemos luchar contra algunos factores que aceleran este proceso. El estilo de vida que lleva una persona puede contribuir al deterioro físico o pueda ayudar a mantener un aspecto joven. No sólo depende de nuestra edad biológica, sino de lo que hacemos en el diario vivir y cómo se aprovecha el tiempo. Llevar una dieta balanceada, una rutina de ejercicios y tener un buen balance emocional pueden contribuir a la prolongación de vida. Así que no podemos resignarnos al destino que biológicamente padeceremos, sino que debemos optar por una mejor calidad de vida para que luzcamos –físicamente- más joven de lo que dicta nuestro “reloj biológico”.