Primero el cavernícola descubrió el fuego. Luego se inventó la rueda. Esto tuvo como efecto un futuro lleno de tecnología. Ahora disfrutamos del cine, el celular, los rifles y las balas, entre muchísimas otras cosas. Pero, ¿habremos mantenido el comportamiento salvaje del cavernícola?
De cierta manera, esta idea del salvajismo del ser humano se explora tanto en el cortometraje satírico Andro-No-Sapiens, dirigido por Gilberto Vázquez, como en el regreso a la dirección de Diego de la Texera con Beso de bala.
Como parte de la selección oficial de la décimo tercera edición de Cinefiesta, el corto de Vázquez refleja la identidad cavernícola contemporánea de una forma más explícita. Andro-No-Sapiens gira en torno al estudio “antropológico” que lleva a cabo un camarero, interpretado por Antonio Hernández, frente a un grupo de hombres que se deleitan con un juego de fútbol.
En el filme, el público observa la exageración perceptiva del camarero ante estos hombres. Su visión convierte a los varones comunes de una barra en trogloditas tontos, como una crítica cómica y sólida que se sostiene por sí sola, aunque sea reciclada.
El viaje imaginativo del empleado de la barra viene acompañado de una flora similar a la de un bosque, taparrabos que ocultan los genitales de los retrógrados clientes y sonidos de primates que degradan la imagen del hombre moderno.
Eventualmente, todos estos momentos selváticos que mantiene Andro-No-Sapiens se convierten en un espectáculo teatral que se lleva a cabo en un escenario. El único representante del público en este teatro lo es el camarero, algo refrescante para este reproche social.
De esta manera, el comportamiento del humano resulta como un drama del cual nos podemos reír o llorar. Desde la distancia, el ojo insolente de Hernández representa al prójimo sentencioso que se disgusta con el actual humano; aunque su narración sea plagada por la pronunciación irrealmente perfecta de todas sus palabras.
Al igual Antonio Sánchez, Ivsian Piñero, Andrés Ramírez, Carlos Harrison, Pablo Laureano y el mismo director entregan su talento actoral como los cavernícolas en el estudio del barman. Todos logran emular estereotipos de cavernícolas, con el fin de la burla hacia el comportamiento masculino de la contemporaneidad.
Por otro lado, Diego de la Texera asumió el rol de director luego de su participación memorablemente cómica en Broche de oro, y en Beso de Bala, un drama de guerra, presenta un lado más serio de la misma maldición salvaje que infecta al ser humano.
El cortometraje es protagonizado por Grace González y Gerardo Sánchez como los personajes de Lorena y Darío, respectivamente. Los actores presentan a dos guerrilleros y amantes que tendrán sus últimos momentos juntos gracias a las confrontaciones en contra de la dictadura de Anastasio Somoza Debayle en Nicaragua.
Lorena, con una herida y con las pocas balas que le quedaban, se mantiene en su lugar para atrasar el paso del ejército de Somoza. Una de las balas le fue transferida de la boca de Darío a su boca en un momento de pasión que le otorga el título al corto. De esta manera, el resto de los guerrilleros avanzarán, mientras ella lucha hasta su último respiro.
Lo más atractivo del corto está en el diálogo que tiene entre el Puerto Rico y la Nicaragua del 1978. El corto clama una actitud igual de revolucionara en el puertorriqueño, cuyo potencial de ser tan apasionado como Darío y Lorena existe. Un posible objetivo de Beso de bala no es escenificar las sublevaciones sino mostrar a lo que el público puede llegar.
El salvajismo de Beso de Bala se canaliza de una manera más honrada que en Andro-No-Sapiens. Así como el acto de guerra siempre será uno monstruoso, es mejor llevarlo a cabo con dignidad nacional y no por impulsos cavernícolas.
El principal problema de Beso de bala recae en la narrativa amorosa que prevalece sobre la narrativa histórica. Además, la fortaleza que debería tener el corto en la representación militar se esconde entre la cursilería y las fallas en la autenticidad del tiroteo de las pistolas.
Sin embargo, el cortometraje mantiene unos logros admirables (recibió la Mención de Honor del jurado de Cinefiesta). La visión De la Texera pinta al bosque nicaragüeño que transitan los guerrilleros con tonos sepia, que le dan un toque de belleza al salvajismo guerrillero.
Al igual, la actuaciones principales de González y Sánchez son respetables. Ambos mantienen la pasión tanto por su relación, como por su país, aunque el lado sentimental opaque el fin histórico del corto.
Juntos, Beso de bala y Andro-No-Sapiens sostienen una genialidad ante el tema del salvajismo por presentarlo tanto de manera dramática y cómica, respectivamente. Como muchos otros cortometrajes presentados en Cinefiesta, los dos filmes juegan efectivamente con las diferentes ideas del animal que todos tenemos adentro, aunque no sean entregas perfectas de la cinematografía puertorriqueña.