Tanto en el teatro como en el cine, la presencia de un gran elefante se refiere al elemento sorpresa que carga una escena. Esto lo aclara explícitamente el puertorriqueño Christian Lozada al principio de su cortometraje titulado El gran elefante, segundo corto boricua que compitió en Cinefiesta esta semana.
De esta forma, el público claramente espera que en la trama ocurra ese gran giro que promete el título. Es decir que el cortometraje simplemente depende de ese giro; uno que no llegó a la altura de la calidad del resto del corto.
El conflicto se desata en una noche donde una pareja, interpretada por Laura Alemán y Oscar Guerrero, tiene que deshacerse del cuerpo del amante de la fémina. Dentro de la tensión del momento, el personaje de Alemán delata un secreto que en el contexto de la historia puede ser peor que un cadáver: dos meses de embarazo.
Si ese gran elefante solo saca una cuantas sonrisas dispersas al público, es evidente que no le hace justicia al resto de los ocho minutos que componen el cortometraje. El aire de misterio casi Hitcockiano que existe en el estrés del corto es olvidado por una sorpresa que debió impresionar más.
La oscuridad espeluznante que presenta Lozada casi convierte al hogar de la pareja en el Bates Motel de Psycho. Mejor dicho, el corto es un 99 por ciento suspensivo y enigmático tanto por los métodos de grabación como por la espera del gran elefante.
Ese latigazo cervical al cual quizo llegar Lozada es digno de aplauso. La vuelta de 180 grados que da el corto de suspenso a comedia es genial. Sin embargo, el espectador que lo espere desde el título corre el riesgo de no sorprenderse o, peor aún, desmotivarse por completo ante el filme.
El mensaje que quiere llevar a cabo el corto es claro y recto: el ser humano tiene que ordenar mejor sus prioridades. Todos hemos estado en el lugar de esta pareja y por esto es que el giro, sin importar cual sea, le añade una faceta de comedia a un corto pesado.
Ambos actores llevan a cabo su trabajo de manera maravillosa. Así como El gran elefante depende de una gran sorpresa en su clímax, las actuaciones de Alemán y Guerrero deben ser verdaderas a la situación y no a ese pico narrativo.
El elefante tendría menos fuerza aun si la comicidad de la historia se delatara por medio de las interpretaciones, un hilo fino que nunca se rompe. Alemán entrega una interpretación seriamente inconsolable mientras que Guerrero le añade más tensión a la situación lo que beneficia el corto.
Con un premio de actuación para Alemán y siendo escogida este año para la selección oficial de cortos en el festival de Cannes, El gran elefante se ha probado como un buen ofrecimiento del cine puertorriqueño.
Nada es perfecto en el mundo del cine, pero la valentía a ser un poco más atrevido en la narrativa del corto le hubiera dado ese último toque para que su ironía sobresaliera de forma fantásticamente absurda.