Los cien años del natalicio del ex gobernador, Roberto Sánchez Vilella, fueron conmemorados en la Primera Edición de la Conferencia Magistral Anual, presentada en la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico (UPR). La actividad contó con el reconocido profesor e historiador Fernando Picó como ponente principal en un mensaje que llevó por nombre Vigencia e importancia del pacto social puertorriqueño.
La presentación de Picó fue precedida por mensajes ofrecidos por Vivian I. Neptune, decana de la Escuela de Derecho de la UPR, Palmira N. Ríos, directora de la Escuela Graduada de Administración Pública de la UPR y Antonio García Padilla, ex presidente de la Universidad de Puerto Rico. Roberto Gándara Sánchez, director ejecutivo de la Fundación Roberto Sánchez Vilella, estuvo a cargo de presentar a Picó ante los visitantes.
Como una especie de antesala a la conferencia, los invitados resaltaron mediante anécdotas y recuerdos la dedicación y compromiso que tuvo el ex gobernador hacia su país, específicamente como servidor público. Describieron a Sánchez Vilella, además, como un “sembrador de la conciencia humanística”.
Por su parte, Picó comenzó su conferencia destacando la gran importancia del pacto social como un conjunto de normas que rigen informalmente la convivencia social en Puerto Rico. También recalcó que estas reglas han sido vitales a lo largo de nuestra historia para mantener una convivencia armoniosa en ocasiones en las que el Estado no ha aparecido a trabajar a favor del pueblo.
“El pacto social por mucho tiempo ha compensado las deficiencias y las ausencias del Estado en Puerto Rico y ha ayudado a superar muchas de las distancias sociales en nuestro país…el pacto social sigue siendo esencial para la estabilidad de nuestra vida colectiva”, enunció.
Fernando Picó habló de la pertinencia del pacto social puertorriqueño (Lorraine Martínez)
En su mensaje, también se refirió directamente a las prácticas tiránicas, al desconocimiento y las falsas informaciones con las que el Estado ha castigado al pueblo en tantas ocasiones.
“Al delator se le desprecia y se le castiga, al fugitivo se le da albergue y comida […] (los sectores acomodados) pretenden definir la normalidad con lo que ocurre dentro de los parámetros de su sociabilidad”, observó, para luego condenar que, a pesar de la proliferación de males sociales como el maltrato a mujeres, niños y ancianos, la corrupción y la drogadicción, nuestros líderes –enajenados de la realidad- hacen frente al pueblo con los anquilosados discursos de jibarismo y folclore puertorriqueño.
Como una consecuencia de ese acto, que ya han convertido en "tradición" los líderes del país, Picó también hizo alusión a que durante las últimas décadas se ha marcado un alarmante retroceso en las actividades de movilización social. Atribuye esto, aparte de los gastados discursos y tantos otros factores, a la intromisión de la jurisdicción federal y a la situación crítica que enfrenta la universidad, cuyo efecto ha sido la “reducción significativa” en la matrícula de estudiantes universitarios.
Este dato brindado por Picó trae a la mesa el eterno conflicto de que un pueblo sin acceso a la educación es más dócil para cualquier líder, situación que empeora si se suma el hecho de que escasean las oportunidades para desarrollar profesionales que trabajen con sensibilidad y sensatez para nuestro país.
El historiador precisamente hizo énfasis en la necesidad de redefinir el servicio público desde el pacto social, es decir, a dejar de lado las infructuosas prácticas gubernamentales regidas por los preceptos que trae consigo una economía globalizada cuyo fin es enriquecer a unos pocos sectores mientras se empobrecen muchos más y siguiendo los valores que nos han distinguido como pueblo a través de los años. Para esto, según él, la educación no puede dejar de ser el horizonte al que se dirige la juventud.
“Entre nosotros las solidaridades nunca se han apagado. La compasión siempre encuentra nuevas formas de socorrer al afligido y el cariño y la hospitalidad nuestra son legendarios […] esas son las obligaciones que no se pueden legislar, pero para las cuales es preciso educar a las siguientes generaciones”, finalizó.