Se prevé que 144 jefes de Estado y de gobierno se reunirán en la cumbre de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), del viernes 25 al domingo 27 en Nueva York, en una reunión plenaria de alto nivel de la Asamblea General.
La cumbre de este año es especial en muchos aspectos. Conmemora el 70 aniversario de la ONU en un momento crítico para la paz y la seguridad internacional, y adoptará una nueva y ambiciosa agenda de desarrollo que sucederá a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), cuyo cumplimiento vence a finales de 2015.
Los ODM son ocho objetivos centrados en el desarrollo sostenible de los países del Sur global, acordados por todos los estados miembros de la ONU en la Cumbre del Milenio, celebrada en septiembre de 2000.
Los ODM pretendían reducir a la mitad la pobreza extrema y erradicar el hambre, detener la propagación del VIH/sida y lograr la enseñanza primaria universal, entre otras metas. La Asamblea General de la ONU tiene el mandato de promover, respaldar y documentar el progreso de los Estados miembros en la consecución de los mismos.
No es todos los días que la ONU recibe calificaciones altas por su trabajo. Y, para ser justos, los ODM tuvieron resultados mixtos en algunas áreas. Pero ahora que se le acaba el tiempo a esta histórica iniciativa política y los gobernantes se preparan para adoptar a sus sucesores, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la Asamblea General merece elogios por liderar la agenda de desarrollo global en los últimos 15 años.
Al impulsar los esfuerzos sin precedentes de los gobiernos y el sector privado por atender las necesidades de los más pobres, la Asamblea General asumió una posición de liderazgo como nunca en sus 70 años de historia.
La Asamblea General, uno de los principales organismos de la ONU, no solo activó mecanismos más fiables para calibrar la evolución de la agenda de desarrollo sostenible, sino que también ayudó a fomentar un nuevo ambiente rico en potencial para la cooperación entre los países del Sur.
Sin duda, la promoción de la cooperación Sur-Sur no es una nueva tarea para la Asamblea General. El concepto se inició en la década de 1960, cuando se gestaba un marco para colaboraciones iniciadas, organizadas y gestionadas por los países del Sur global, que promovía el intercambio de recursos, tecnología y conocimiento entre ellos.
Para 1974, la idea había avanzado tanto que la Asamblea General creó la Unidad Especial para la Cooperación Sur-Sur, dentro del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, para que difundiera las mejores prácticas y las lecciones aprendidas.
Con el nuevo siglo, los gobernantes adoptaron los ODM y el 12 de septiembre fue declarado el Día de las Naciones Unidas para la Cooperación Sur-Sur.
Surgieron otras iniciativas, impulsadas por los países en desarrollo, y alianzas con el sector privado y la sociedad civil. Pero no fue hasta febrero de 2010, con el experimento de los ODM en plena marcha, que se creó la Organización Internacional para la Cooperación Sur-Sur (IOSSC) en la sesión 16 del Comité de Alto Nivel sobre la Cooperación Sur-Sur.
Para entonces, era evidente que el valor real de la cooperación entre los países del Sur en desarrollo no solo radica en el intercambio de las mejores prácticas, sino más en garantizar la aplicación de las mismas.
Y así la IOSSC se encargó de apoyar los esfuerzos de desarrollo de la ONU, el intercambio de conocimientos y las mejores prácticas en el ámbito de la cooperación Sur-Sur y triangular, y la generación de alianzas entre los gobiernos de los países en desarrollo y las empresas del sector privado.
Ahora en su quinto año, la IOSSC forma parte del Comité Directivo para el Desarrollo Sostenible Sur-Sur (SS-SCSD), una iniciativa presentada en la sesión 68 de la Asamblea General de la ONU, con numerosos programas que abarcan el mundo de la diplomacia, la política, los negocios, la filantropía y el desarrollo internacional.
El 26 de septiembre se llevarán a cabo en el neoyorquino hotel Waldorf Astoria los Premios Sur-Sur, uno de los programas emblemáticos de la organización, en colaboración con los Estados miembros y las agencias y programas de la ONU, entre otros, en honor a los logros y contribuciones de los jefes de Estado y de gobierno, así como de representantes del sector privado y la sociedad civil, en la promoción del desarrollo sostenible en el Sur global.
Este es un año especial para el SS-SCSD y la IOSSC, y la selección de los ganadores del premio refleja la importancia de la ocasión. Entre ellos se encuentran líderes de los países del Sur en desarrollo que cumplieron importantes ODM y un grupo de médicos que ayudó a combatir el brote de ébola en África occidental.
También un filántropo cuya fundación distribuye audífonos gratuitos en los países pobres y varias personalidades del mundo del entretenimiento y las artes que abogaron por diversos aspectos del desarrollo sostenible con su obra.
Pero es probable que la verdadera estrella de la noche sea la Asamblea General de la ONU, que será celebrada por su liderazgo en la implementación de los ODM.
Pero el organismo no debe dormirse en los laureles.
Con la adopción de los ODS, la Asamblea General debe permanecer fiel a la misión central de la agenda de desarrollo de la ONU y mantener firmemente el enfoque en el desarrollo sostenible de los países del Sur global.
Más específicamente, debe redoblar los esfuerzos para fortalecer el comercio y la cooperación técnica entre los países del Sur global, y ofrecer nuevas vías para que estos países generen alianzas público-privadas para realizar sus objetivos de desarrollo.
Vivimos un momento crítico en la actualidad. El panorama económico y político mundial pasa por un cambio importante. China se convirtió en la segunda mayor economía del mundo, siete de las diez economías de mayor crecimiento se encuentran en África, y el sudeste asiático sigue con una expansión económica sin precedentes en su historia poscolonial.
A todo esto, la comunidad internacional responde con mecanismos de cooperación y marcos políticos cada vez más nuevos.
Con el SS-SCSD y la IOSSC, e instituciones internacionales similares – en particular del sistema de la ONU -, los países del Sur tienen a su disposición medios adicionales para promover sus programas de desarrollo, no solo entre los inversores privados y las fuentes tradicionales de financiación multilateral, sino entre ellos mismos.
Y la Asamblea General debería seguir, guiar e inspirar a sus esfuerzos.