Cualquiera diría que el coro del sencillo “Último vals” de la Oreja de Van Gogh serviría para plasmar en palabras el ambiente en el comité central del Partido Puertorriqueños Por Puerto Rico (PPR), el pasado 6 de noviembre de 2012. “La felicidad es un maquillaje de sonrisa amable…”
Sin embargo, los candidatos por el partido del coquí parecían tomar como lema de vida la frase: “se utilizan más músculos para fruncir el ceño que para sonreír” y mostraban sus dentaduras blancas en cada esquina.
Y como la música parecería ser uno de los personajes más presentes en este día, el ritmo del nuevo éxito koreano, “Gangnam Style”, los mixeos [sic] de Pitbull y un popurrí de la “Bomba”, de Azul Azul, con el “Humahuaqueño Carnavalito”, de King Africa, retumbaban una y otra vez en la calle Ponce de León. Los candidatos, vestidos de naranja y negro, ondeaban las banderas con el coquí mientras meneaban las caderas de lado a lado en medio de la calle.
Aunque los centros de votación habían cerrado, algunos transeúntes en bicicleta pedían banderas y calcomanías para llevarse un recuerdo de ese día que solo ocurre una vez cada cuatro años. Otros, con ínfulas de Jeff Gordon, dejaban marcas de goma quemada en la brea mientras sacaban sus extremidades por las ventanas de los autos. A su vez, agitaban las banderas del partido al que simpatizaban o por la nación de la que creían ser parte. Los gritos reclamando la estadidad, y los mensajes escritos con pintura parecían traer consigo esperanza de una mejoría.
De este lado del cristal, solo se respiraba tensión y desespero, a pesar de lo acogedor de este comité de campaña. Las paredes, adornadas con carteles de los candidatos, mantenían vivo el aura del salón. Minutos más tarde, los representantes del partido anunciaban la llegada del máximo líder, Rogelio Figueroa, pero tanto tardó que parecía más una espera a Godot. A las 7:00 p.m., cuando la calle fue bendecida por la noche y la música prefirió retirarse con la dignidad que le quedaba, llegó Rogelio Figueroa con una sonrisa en su cara, como es costumbre.
Parecía irrelevante el hecho de que el PPR había perdido desmesuradamente la contienda electoral en todos los aspectos. Ninguno de sus miembros logró obtener un puesto gubernamental, perdieron la mayoría de sus números de las elecciones pasadas y el partido no quedó inscrito.
“Participamos, estamos aquí, se reconoce que nuestro discurso es importante y que ha transformado a Puerto Rico, pues vamos a reconvertirlo en voto”, exclamó el líder del coquitazo luego de su conferencia de prensa en la que aceptó su derrota.
No obstante, la sonrisa nunca se marchó de su cara esculpida por un sueño que nunca desaparecerá. ¿Cuándo el puertorriqueño celebrará la victoria del coquí? La espera no desespera a Figueroa, quien asegura una victoria solo “cuando la historia lo decida. Pero nosotros no nos vamos a quitar”.
El escrito formó parte de una cobertura especial para el curso INFP 4001 de la Escuela de Comunicación de la UPR, Recinto de Río Piedras, impartido por la profesora Lourdes Lugo.