Nota de la Editora: Diálogo presentará durante esta semana una serie de reportajes confeccionados por estudiantes del curso Redacción Periodística II, que ofreció durante el pasado semestre el doctor Mario Roche de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico.
Al igual que las religiones cristianas no creen en el mediumnismo, el médium Roberto Otaegui tampoco cree en ellas. Considera muy elemental el creer en ese tipo de instituciones y en las “historietas” que defienden. “Yo, personalmente, creo en Dios como una energía; una energía que es total, que es el universo entero: esta dimensión, la próxima. La totalidad de eso y nosotros es Dios”, declara.
Sin embargo, el hecho de que las religiones condenen este tipo de práctica, no impide el que los cristianos visiten a Roberto, especialmente, los católicos. Si lo visitan es porque están “a punto de graduarse de las religiones. Son esas personas que ven las religiones y dicen: ‘pero es que esto no puede ser. Este cuento no puede ser’”, señala.
Son los protestantes quienes más se alejan de su práctica, quizá, porque tienen a un médium en su iglesia, al que deciden llamarle profeta. “Entonces, los profetas dicen: ‘El Señor dijo que te dijera…’ Que yo diga un espíritu o que yo diga el Señor… Who cares? El mensaje es el mismo, es la misma cosa. Pero uno les dice ‘yo soy espiritualista’, y rápido dicen que tú eres malo. Yo digo que el mundo sería mucho mejor si no hubiera religión. Sería mucho más avanzado si no la hubiera habido, pero…”, comenta.
El universo es bipolar
Todo tiene su lado positivo y su lado negativo; así se forma un balance. De hecho, Roberto comenta que los humanos no estamos exentos. El “gran monstruo” del mal habita en todos nosotros, está en nuestras manos el saber cómo controlarlos.
Asimismo, dentro de los médiums hay quienes practican por el placer de ayudar, mientras hay quienes “donde puedan sacarle un peso a la vida, se lo sacan”, pues el hecho de que alguien trabaje como espiritualista, no significa que lo hace por la razón correcta. “Hay gente que lo hace por chavos. ¡Plata, plata, plata! Lo mío no es el dinero. Lo mío es ayudar a mis hermanos y hermanas a echar pa’lante. Sea de la forma en que sea”, insiste el médium.
Tampoco coincide con las creencias de los santeros. Considera que es una religión tan antigua como la vieja Roma, atrasada, primero que todo, por ser politeísta. Además, no considera correcto el hacer sacrificios que conlleven sangre. “Mi bisabuela decía que ningún espíritu de luz pide sangre. En estas religiones, cuando ya hablamos de sacrificios y esas cosas, yo entiendo que los espíritus que se acercan a esas casas, pues son de ese nivel. No necesariamente malos, pero todavía están muy materializados”, explica.
En cuanto a esos que utilizan los medios de comunicación para llevar el mensaje del espiritismo, Roberto no tiene ningún problema. ¡Claro! Siempre y cuando sean honestos, y tengan como objetivo dejarse guiar por los espíritus para llevar un mensaje real. De hecho, acepta que estuvo un año haciendo un programa radial, el cual trabajó, entre otras cosas, porque pudo conservar el anonimato. Esto porque no se considera una persona con poder, sino una herramienta que se deja utilizar por quienes tienen el poder.
Tampoco cree que los medios traten el tema con la seriedad que amerita. Muchas veces recurren al miedo y al sensacionalismo para atraer público sin, necesariamente, exponer la verdad del espiritismo, o al menos la verdad de Roberto. “He visto tantos reportajes que han hecho por ahí, donde yo estoy viendo y digo: ‘F…k! ¿A dónde fueron esta gente? ¿A quién le preguntaron?’”, cuestiona. Estas prácticas antiéticas, considera, solo fomentan el miedo y el desconocimiento.
Con este tema culminamos la entrevista formal, y fue entonces cuando Roberto “se manifestó”. A una le habló sobre su niñez y cómo algunos espíritus le lloraban encima. A otra le habló de su futuro como profesional: “Tú no serás periodista. No te veo ahí. Esto te gusta, pero no te encanta”, le dijo. Asimismo, dejó que una compañera sintiera la energía de los espíritus, poniendo su mano sobre la de ella. Y cuando llegó el momento de despedirnos, frente aquel portón que al inicio mostraba la puerta hacia lo desconocido, lanzó su última predicción. Tocando a una de las compañeras por el hombro, la detuvo para decirle: “Tú tendrás una hija bien, bien, bien especial. Ella está ahí para cuando lo decidas, pero no será con el que tienes ahora…”.
El tiempo dirá.
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