Bogotá, Colombia– Cuando cae la sombra negra de la noche, seres sacados del más terrorífico de los cuentos emergen de sus escondites secretos buscando saciar su apetito voraz. Bram Stoker, creador de Drácula, se inspiró en estos pequeños animales cuya alimentación no tiene nada que ver con frutas, verduras, harinas o dulces; sino que, por el contrario, se alimentan de un líquido rojo que los mantiene vivos y los obliga a conseguir numerosas víctimas que posean este común, pero apreciado tesoro: la sangre. Animales como los vampiros, las garrapatas, los zancudos, los chinches y las pulgas, pertenecen al orden de los hematófagos, es decir, se alimentan de la sangre de otros vertebrados. También transmiten por medio de su saliva enfermedades que –si no se tratan a tiempo– pueden generar consecuencias devastadoras en el organismo. Los murciélagos hematófagos (también conocidos como vampiros): Son hematófagos por naturaleza y son los únicos mamíferos que se alimentan exclusivamente de sangre. Sus filosos incisivos superiores están adaptados para realizar pequeñas heridas sobre la piel de los animales que ataca. En su saliva, posee sustancias que permiten que la sangre no se coagule haciendo que ésta fluya libremente por varias horas. Con su nariz detectan en su víctima la zona caliente de la piel, síntoma de que la sangre circula muy próxima a la superficie. Los murciélagos hematófagos tienen menos dientes ya que no necesitan masticar. La cantidad que pierde la víctima no pone en peligro su salud, pero la mordedura puede transmitir enfermedades como la rabia. Los zancudos, las garrapatas y los chinches, son insectos que tienen el aparato bucal en forma de trompa afilada. Muchos de estos insectos son propagadores de infecciones, alergias y enfermedades mortales. Los zancudos: Pertenecen al orden de los dípteros y son moscas delgadas de 5 a 9 mm. Los adultos presentan la trompa delgada y muy larga, adaptada para picar y succionar sangre. Las hembras son las que se alimentan de sangre (hematófagas) y en algunas regiones tropicales son importantes transmisores de enfermedades como la malaria y la fiebre amarilla. Los chinches o vinchucas: Son portadores de la enfermedad de Chagas, pican a los seres humanos cuando duermen y al mismo tiempo defecan depositando un parásito por medio de sus heces. El parásito (Trypanosoma cruzi) llega a la sangre y crea complicaciones como inflamación del corazón e hígado, generando la enfermedad. Las garrapatas: No son insectos, sino que están englobadas dentro del orden de los ácaros y pertenecen a la clase arácnida. Escogen sitios estratégicos del cuerpo humano –preferentemente zonas con abundancia de vello– introduciendo las piezas bucales en la piel. Las pulgas pertenecen al grupo de los afanipteros. Con su aparato bucal incisivo-chupador, pueden absorber un volumen de sangre entre 10 y 20 veces superior al volumen de su propio estómago durante un período normal de succión de entre 20 y 150 minutos. Su picadura puede transmitir en el hombre enfermedades como la peste y el tifus murino. Las sanguijuelas: Pertenecientes a la familia de los anélidos hirudineos, fueron utilizadas durante 3,500 años para tratar numerosos trastornos, como dolores de cabeza, problemas de obesidad y también algunos tumores. Cuando la sangre pasa por su boca, van añadiendo anticoagulante. Se alimentan con gran rapidez, llegando a multiplicar su peso por ocho. Actualmente estos pequeños animales siguen aplicándose para estimular el flujo sanguíneo en los injertos de piel tras una operación de cirugía estética. Para acceder al texto original puede visitar: http://www.conciencianews.com/index.cfm?p=articulos&id=418