La llamada “bebelata” es un aspecto que cuenta con dimensiones socioculturales en Puerto Rico. La manera en que se organizan las poblaciones que frecuentan estos lugares de ocio es un elemento muy interesante, como se ilustra en una zona de Hato Rey.
La ruta en tren hacia el Coliseo José Miguel Agrelot da la impresión de que en el área de Hato Rey no hay nada más que vehículos, edificios altos y un reloj del Banco Popular que imperialmente indica la hora. Inclusive, al uno bajarse en la estación contigua al Choliseo, el entorno parece ser un área de manga y corbata. Un espacio de confluencia de ejecutivos y engabanados a quienes el calor no les impide la utilización de dicha vestimenta.
Ese tipo de paisaje con aspiraciones Hollywoodianas continúa reproduciéndose en los alrededores del Coliseo. Al subir sus escalinatas y observar el panorama, parecería que no existe el concepto de barra de esquina con vellonera. Tampoco se concibe la posible presencia de sectores marginales. Podría decirse que, si se fuera a realizar un anuncio de ese espacio particular, el lema de promoción sería: “Hato Rey, donde la finura te espera”.
Secundando esa frase promocional estaría la barra Downtown, a manera de trasfondo. Entre toda la opulencia que chotea una planificación unilateral del espacio, basta dar una corta caminata con extrema precaución ante el agresivo tráfico, para observar un paisaje diferente. Un poco de atrevimiento e irreverencia son necesarios. Esa irreverencia ante la imponente estructura que nos manifiesta el lado glamoroso de Hato Rey, nos puede conducir a cruzar la avenida Ponce de León y adentrarnos en la comunidad de Las Monjas.
Yo tuve la oportunidad de cruzar. Al hacerlo, lo primero que escuché fue una vellonera. Al ritmo de la bachata que en ella sonaba, una doña daba unos pasos de baile que podían ser contemplados desde el otro extremo de la acera. Arriba de la puerta del negocio había un letrero que decía Josué Sport Bar. Sin embargo, ni el bailecito, ni el letrero, ni el paisaje en que éstos se daban, podían ser vistos desde el Choliseo.
La estructura desarrollada alrededor de éste omitía la felicidad de la señora. Tal pareciera que se ha pretendido convertir a Las Monjas en un espacio invisible. Probablemente, si le preguntan al planificador de esa zona sobre esta comunidad contestaría, sin temor alguno, que eso ya no existe. Quizás nunca existió para quienes dictaron las pautas de la configuración de ese espacio.
Inclusive, al imaginar el área del Choliseo y sus estructuras circundantes, se podría pensar que quien viva allí cerca se da la cerveza única y exclusivamente en Downtown. Parecería que Josué Sport Bar no existe en toda esa zona. Pero aquí es que surgen los cuestionamientos, contradicciones y dicotomías.
Me tocó preguntarme: ¿cuál es la diferencia que existe entre el uno y el otro? Me costó poner en función las neuronas para lograr configurar plenamente mi análisis, pero f inalmente lo construí. La diferencia era la barrera de la “bebelata”. Es una pared casi invisible, pero está ahí. Es un obstáculo de $4.00. ¿Cuánto podía costar en el Josué Sport Bar la Bush Light que la señora cargaba en su mano? ¿Un dólar? Y en Downtown, ¿Cuánto costaría? Primero que todo, no creo que en Downtown haya cervezas de un dólar.
Mucho menos que vendan Bush Light. En todo caso da igual. Si vendieran Bush Light seguramente costaría más o menos $4.00. Esa diferencia monetaria es la que define qué barra le toca a quién en un espacio donde se excluye al que llegó primero y es mayoría.