Ahora que se estrenó con éxito The Zombies: A musical, del puertorriqueño Max Resto, en Nueva York, y en nuestro circuito cultural el poemario Undead de John Torres, que también se sirve de este tópico de muertos en vida que ha fascinado al mundo del espectáculo estadounidense, evidente en series como The Walking Dead o películas y libros como World War Z: An Oral History of the Zombie War, comparto con usted, amigo lector, las siguientes impresiones.
A tal punto ha impactado este nuevo ciclo del tema zombi que durante el día de Halloween del pasado año, tan solo por la zona del Times Square, siete de cada diez de los jóvenes disfrazados que transitaban por las luminosas avenidas de Manhattan lo hacían con la indumentaria y el maquillaje sangriento y característico de tales personajes.
Otros, sin embargo, no tienen que dejar volar demasiado su imaginación en una trama que involucre a humanos y zombis en medio de un escenario apocalíptico o catastrófico. Y es que recientemente, y tan cercano como el pasado mes de mayo, medios de diversos lugares del mundo reprodujeron una noticia que los cínicos trataban como broma barata, mientras que los más incrédulos interpretaban aquello como pasaje de ciencia ficción.
Lo cierto es que la noticia no dejó a nadie indiferente. Ésta informaba que una empresa de seguridad se ocupaba de entrenar a militares contra un posible ataque zombi. Con un contenido tan singular se disparó la creatividad; entonces fue posible leer titulares como: ¿Se prepara el ejército de los Estados Unidos para una guerra contra los zombis?; El Pentágono tiene un plan para luchar contra un ejército de zombis; o El Ejército de EEUU se entrena para un Apocalipsis Zombi.
Más allá de la probabilidad futura de que ocurran tales acontecimientos, no me sorprendería, por otro lado, de vernos rodeados por otro ejército de zombis. Este tipo de ‘muertos en vida’, sin embargo, parecen tener el cuello fracturado y viven enajenados de su entorno inmediato. Apenas se disfrutan el paisaje mientras viajan en un tren o aprecian la luz del sol cuando conducen.
En un parque no distinguen el trino de un pájaro o el rumor del viento entre las hojas. Tampoco, si están frente al mar, escuchan las olas. Es muy probable que se les pueda encontrar en todos los escenarios posibles. Y de ser así, los podrá ver desentendidos, ensimismados, disminuidos del presente, empobrecidos en la interacción real, sin apenas hacer contacto visual con la persona más próxima. Esta epidemia de zombis llega a ser tan contagiosa que quizás, ahora mismo, usted sea uno de ellos y de tantos, mientras me lee.
No de otro modo puedo metaforizar la forma en que se utiliza en estos días los teléfonos inteligentes. Quizás ahora deba ocuparme de escribir un libro titulado Smartphone for Dummies.
El autor es comunicador, escritor, gestor cultural y parte del grupo de colaboradores permanentes de Diálogo Digital.