Si difícil ha sido la reciente experiencia ciclónica para la mayoría de los puertorriqueños, acostumbrados a eventos como María en estas latitudes, es casi inimaginable comprender lo que vivieron quienes estaban en suelo extranjero, sin familia, con la incertidumbre de lo desconocido y lejos de su patria.
Esa fue la realidad que les tocó enfrentar a alrededor de 275 estudiantes internacionales del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), que guiados por la solidaridad de personas y entidades colegiales en el trayecto superaron los retos y, en muchos casos, lograron regresar a sus países, al menos en lo que pasaba lo peor y se retomaba la cotidianidad.
Prensa RUM constató que la mayoría de estos alumnos, que forman parte de programas académicos graduados, y otros diez que pertenecen a los Programas de Intercambio, recibieron con antelación toda la información pertinente de emergencia, como por ejemplo, la recomendación de que se resguardaran en lugares seguros, lo que hicieron, incluso algunos en el Palacio de Recreación y Deportes, refugio provisto por el Municipio de Mayagüez.
A tan solo dos días del paso del temporal por suelo boricua, una de esas primeras voces amigas que se escuchó en la frecuencia de las emisoras WKJB y WPRA, de las muy pocas que mantuvieron su señal en toda la región y sirvieron de vínculo para la ciudadanía, fue la de la doctora Frances J. Santiago Torres, Principal Oficial Designada (PDSO, por sus siglas en inglés) de la Oficina de Asuntos de Inmigración del RUM.
“Acudí a la radio local y me encontré, ese mismo día, con tres alumnos internacionales que también habían llegado porque era el único medio de comunicación y tenían la esperanza de poder enviar un mensaje. Se pusieron felices al verme y nos abrazamos. Me di cuenta de que necesitaban escucharme y saber que yo estaba allí, que podían encontrarme o dejar mensajes. De igual forma, a los estudiantes que tal vez podían sintonizar, pero no moverse a otros lugares ni llamar, se les impartió instrucciones”, relató la también catedrática del Departamento de Humanidades.
Esa conexión fue indispensable a partir de ese momento para convocar y organizar a todo el colectivo multinacional en varias reuniones en las que se les ayudó a coordinar el retorno a sus respectivos países. Incluso, muchos ya se habían comenzado a agrupar por nacionalidad y habían activado a sus embajadas con ese propósito.
Precisamente, la Oficina de Asuntos de Inmigración del RUM es la responsable de tramitar todos los documentos relacionados con el visado de estudiantes y docentes internacionales. Tanto la doctora Santiago Torres, como la Oficial Designada, Janet Estrada Vargas, son las personas en el Recinto autorizadas por el Departamento de Homeland Security de Estados Unidos para procesar el formulario I-20 que les da elegibilidad para la Visa F-1 que se otorga a estudiantes extranjeros que han sido admitidos a programas académicos.
Ante la crisis y con el apoyo de la rectora interina, Wilma Santiago Gabrielini, así como de los decanos y ayudantes, ambas funcionarias recibieron a aproximadamente 100 alumnos, en la Residencia Oficial de la Rectora, el lunes siguiente del ciclón, donde se les revisaron y firmaron los documentos requeridos para viajar fuera de Puerto Rico sin contratiempos. Incluso, en esa primera reunión, se presentó el secretario de Estado, Luis G. Rivera Marín, quien también aclaró sus dudas.
“Todos tuvieron un trato muy humano, muy solidario y con total sensibilidad con los estudiantes. Los que estaban más desesperados eran los que estaban solos y querían regresar de inmediato a su país, así que necesitaban la firma de la I-20 que tiene vigencia de un año, por lo que estábamos verificando que estuviese todo en orden”, explicó la doctora Santiago Torres, quien dirige esa Oficina desde que se reestructuró en el 2014, concentrándose solo en lo relacionado con inmigración.
De ese esfuerzo se hizo posible la coordinación de vuelo de varios aviones militares de Colombia y de Perú que pudieron recoger a los alumnos y transportarlos hasta sus destinos para reunirse con sus familias.
De igual forma, la Oficina de Programas de Intercambio del RUM tomó medidas con sus diez estudiantes activos en ese momento, cuatro del National Student Exchange Program, y seis de los Acuerdos de colaboración entre la Universidad de Puerto Rico con universidades españolas, según informó su directora interina, Ilia B. Vélez Ledesma, quien también se movilizó en plena emergencia para brindarles asistencia.
En el caso de este grupo, por motivos de seguridad y logística en sus programas de estudio, los cuatro estadounidenses regresaron a sus universidades, dos de ellos con miras a volver al RUM en los próximos semestres. Mientras que los seis de nacionalidad española, de la Universidad Carlos III de Madrid y de la Universidad del País Vasco, decidieron quedarse, en parte con el deseo de realizar algún tipo de trabajo voluntario en la recuperación de la isla.
“Llegué donde ellos, supe que estaban bien y tuvimos que llorar. Me da sentimiento todavía. Me decían que no se querían ir, que ya tenían su plan en el Recinto, con las clases que necesitaban. Era difícil tomar una decisión, pero en esa reunión con la rectora y el secretario de Estado, él les dijo que iban a conservar su estatus activo cuando se reiniciara el semestre y eso facilitó todo”, recordó Vélez Ledesma.
Finalmente, y tras pasar unas semanas en suelo boricua, el grupo de España disfrutó unas vacaciones, uno de ellos en Estados Unidos y el resto en México, lo que dio mayor tranquilidad a la Directora interina de Intercambio por los pasados cuatro años.
“Cuando se tiene a estudiantes visitantes a cargo, son como una familia porque están aquí y lo único que tienen es a uno, nuestro personal y nos preocupamos por ellos. Si necesitan algo, a quien acuden es a mí, y así es todos los semestres. Este grupo ha sido bien unido por esta experiencia que tuvieron que pasar y me siento muy satisfecha de lo que logramos hacer, que se sintieran bien, los que regresaron y los que se querían quedar aquí”, agregó.
Tan pronto se reinició el semestre académico en el RUM, la gran mayoría de los alumnos internacionales retornó y se reportó, no solo a retomar sus estudios, sino también a sus responsabilidades laborales como las ayudantías de cátedra.
“Nuestros estudiantes internacionales son muy serios, estudiosos y comprometidos. Son personas que se esfuerzan mucho para estar aquí. Desde el punto de vista del gobierno federal, hay muchas reglas estrictas que tienen que seguir y requisitos que cumplir para mantener su estatus, así que siempre están muy atentos a todos esos asuntos. Me siento muy satisfecha porque pudimos hacer todo lo que estaba en nuestras manos para poderlos ayudar y ellos son muy agradecidos”, afirmó la doctora Santiago Torres.
Igualmente se expresó la Oficial Designada de Inmigración, cuyo vínculo es muy grande con estos visitantes, a quienes considera la razón de ser de los servicios que ofrece en esa Oficina desde hace 17 años.
“Me siento muy contenta porque me encanta comunicarme con todos y ayudarlos. Siempre he tratado de ver qué puedo hacer por ellos y, a su vez, me llenan de detalles y regalitos de sus países”, dijo, por su parte Estrada Vargas, al tiempo que bromeó sobre las tareas afines que le toca realizar algunas veces, con mucho cariño y respeto, como guía y consejera de los jóvenes que están lejos de su patria.
Prensa RUM tuvo la oportunidad de conversar con los ahora colegiales Howard Martínez Meza y Daniel Rodríguez Martínez, de Colombia; Maickol Sánchez Leger, de la República Dominicana; así como con Carlos Miguel Martín, y Jacobo Álvarez Engel, de España, quienes pasaron el huracán en Puerto Rico.
En el caso de Howard y Daniel, su decisión de quedarse se debió a que tienen familia en Puerto Rico y les pareció más prudente permanecer en el país.
“Me quedé porque sentí que hacía más acá que regresando. He apoyado a algunos de mis compañeros en la medida que he podido. No había pasado nada parecido en mi país, pero es ponerse en los pies de quien está viviendo una situación difícil e ir poco a poco. Ya gracias a Dios he visto que las situaciones se están normalizando y estoy contento de regresar al Colegio”, expresó Howard, quien realiza su maestría en Ingeniería Mecánica y vivió el fenómeno en casa de una tía en Canóvanas.
A su compañero Daniel, también de maestría en INEL, le tocó pasarlo en su casa de Añasco, de donde no contempló salir por la responsabilidad que sintió de ayudar a la familia de su esposa que sí tuvo daños. De hecho, lo impresionó la solidaridad y unión de los puertorriqueños para darse la mano unos a otros.
“Podíamos hacer más cosas aquí en Puerto Rico. Además, como estoy trabajando en mi tesis, me convenía más estar en el Recinto para cuando abriera, no dilatar más el tiempo. Siempre pensaba y veía que cada día algo mejoraba y así ha sido, hasta ahora las cosas se han arreglado rápido. Estoy contento porque el Recinto se ha recuperado pronto”, dijo Daniel, quien ya tiene una oferta de doctorado para enero de 2018 en Estados Unidos, ahora un poco incierta por el cambio del calendario académico.
El único de los entrevistados a quien no le es ajeno un huracán es Maickol, pues su hermana nación antillana comparte la misma vulnerabilidad ante estos eventos en la ruta caribeña. El alumno a nivel de maestría en Ciencia y Tecnología de Alimentos, relató que decidió quedarse junto a un grupo de compañeros de Ecuador y México, quienes lo pasaron en el refugio municipal. Pasada la emergencia y ante la falta de recursos en la isla, cambiaron su plan.
“La misión principal a la que vinimos aquí fue a estudiar. Si no hay estudio, estamos en desventaja. Hicimos varias reuniones, incluso aquí con la Universidad y pensamos que lo más recomendable era irnos, así que como al quinto día nos fuimos en una aventura al aeropuerto en San Juan con la esperanza de conseguir un vuelo humanitario”, relató Maickol, quien logró su propósito y pasó un mes junto a familiares en la Florida.
La historia fue distinta para Carlos y Jacobo, ambos de Intercambio de la Universidad Carlos III en Madrid y alumnos de Ingeniería Mecánica en el RUM. A este grupo, compuesto por otros cuatro jóvenes, los pilló María cuando apenas comenzaban a saborear la cultura boricua y a experimentar la carga académica de sus cursos.
Excepto Carlos, que lo pasó en la casa de la familia de su compañero de hospedaje en Ponce, el resto lo vivió en el refugio municipal mayagüezano. Una vez pasada la incertidumbre de un fenómeno atmosférico del que no guardan ninguna referencia porque a España no llegan huracanes, no vacilaron en permanecer en la isla para dar continuidad a la travesía que ya habían iniciado.
“En Madrid nos dijeron que podíamos regresar sin problema, pero al fin y al cabo dije ‘es mi experiencia de vida y va más allá de los estudios’. Me iba a sentir muy mal si me iba y no intentaba ayudar aquí. En un principio todos quisimos quedarnos, la única incertidumbre era la Universidad, pero cuando nos aseguraron que sí íbamos a poder terminar el año, nos quedamos”, comentó Jacobo, quien incluso fue hasta las emisoras radiales pidiendo que los reclutaran de manera voluntaria para los trabajos de recuperación.
Tras ayudar un poco en la medida que se les permitió, el grupo decidió viajar un tiempo a tener unas breves vacaciones en México y en Estados Unidos, lo que según Carlos se convirtió en “un buen cambio y una desconexión”, ante tanta inestabilidad en los servicios básicos.
¿Se sintieron apoyados por la institución?, preguntamos.
“Totalmente, por la institución y por todo el mundo. Para mí es impresionante. En España no ves una unión tan grande. Todos veían que eras español y te ayudaban más que a ellos mismos. Es algo muy positivo que me llevo de recuerdo”, puntualizó Jacobo.