¿Qué tiene más valor para usted, el agua o el diamante? Pregúntele a la persona que tiene al lado, para ver qué le responde. El agua como recurso es indiscutiblemente más importante que los diamantes para la sociedad. Sin embargo los diamantes son intercambiados en los mercados a precios mucho más altos que los otorgados al agua. En términos económicos, explica Ivonne Díaz, catedrática del Departamento de Economía del Recinto de la UPR de Mayagüez, “la paradoja del agua y los diamantes ejemplifica que la escasez natural de un bien es muchas veces más valorada que la de un recurso abundante. Por lo tanto, el hecho de que algo sea muy importante no asegura que su precio en el mercado sea alto”, manifestó. Ahora bien, todas las sociedades dependen de los recursos ambientales y servicios de los ecosistemas naturales para sobrevivir. Aquí no median los mercados de valores sino una lógica primaria de conservación. No obstante, ¿cómo se traduce su importancia en valores económicos? Díaz articula que aunque los ecosistemas naturales son vitales para la supervivencia de la humanidad, en realidad, esa importancia no se traduce en valores económicos y no es considerada en el proceso de toma de decisiones. “Las actividades humanas y el crecimiento económico han aumentado la producción de bienes y servicios para la población mundial, pero desafortunadamente el valor de los activos naturales, que mantienen esas operaciones económicas, ha sido ignorado”, indicó. “Los instrumentos económicos utilizados para medir el bienestar contradicen seriamente el discurso de la sostenibilidad del desarrollo. Luego de 50 años, se continúa utilizando el crecimiento de la producción o ‘producto interno bruto (PIB)’ como medida de bienestar, resultando en políticas económicas erróneas e imponiendo costos sociales, económicos y ambientales que reducen la calidad de vida de los ciudadanos de un país”, añadió. Tanto Díaz como el profesor José Alameda han propuesto que se comiencen a considerar estos aspectos de otra forma. Ambos economistas han sugerido la utilización del término Índice de Bienestar Económico Sostenible (IBES). El IBES es un indicador que mide propiamente el desarrollo sostenible, considerando los costos del crecimiento en la calidad de vida de un país, como la criminalidad, la congestión, o los daños económicos y ambientales causados por la contaminación proveniente de las actividades humanas. Estos costos son considerados como beneficios en la medida de producto interno bruto. Por ejemplo, los gastos incurridos para combatir la criminalidad o los gastos incurridos para combatir el calentamiento global aparecen como aumentos en el gasto nacional. En el libro Índice par la Medición del Bienestar Económico en Puerto Rico (2007), Alameda y Díaz demuestran que la medida de bienestar utilizada en la actualidad no considera apropiadamente los efectos del crecimiento en la calidad de vida, lo que contradice la definición de desarrollo sostenible. Para Díaz, el desarrollo sostenible de los puertorriqueños debería tomar en cuenta e integrar los diversos aspectos socio-económicos dentro de los problemas ambientales, “reenfocando el progreso social, reduciendo las desigualdades y protegiendo los recursos ambientales”. Otro ámbito de la economía: El Corredor Ecológico del Noreste La planificadora ambiental y asesora de la Coalición Pro Corredor Ecológico del Noreste, Carmen Guerrero, resume que el concepto de la sustentabilidad fue popularizado luego de la publicación del informe Nuestro Futuro Común (Our Common Future) realizado por la Comisión Burndtland de las Naciones Unidas en 1987. El documento definía el desarrollo sustentable como un “desarrollo que satisface las necesidades de la presente población mundial sin comprometer la habilidad de las poblaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades, concepción que aúna el deber inter-generacional hacia el manejo de los recursos naturales. “La sustentabilidad debe incorporar un desarrollo tomando en consideración tres cosas: la equidad social e inter-generacional, el desarrollo económico y la conservación del ambiente y los recursos naturales. Entendemos que todo tipo de desarrollo debe contemplar estos tres pilares”, sostiene Guerrero. Por esta razón la Coalición del CEN promueve el establecimiento de eco-hospederías en ciertas áreas del Corredor y el desarrollo de diferentes amenidades basadas en la apreciación de los recursos naturales de la zona, incluyendo actividades como la observación de aves y el anidaje de las tortugas marinas, veredas interpretativas disponibles para caminatas, senderismo, uso de “mountainbikes”, áreas de acampar, surfing, entre otras. Estas actividades ofrecerían base para el establecimiento de empresas administradas por ciudadanos de las comunidades del este de la Isla, ayudando a crear empleos locales y fomentar una cultura empresarial en la zona. El desarrollo ecoturístico del Corredor podría combinarse a su vez con otras áreas naturales en el este como Piñones, El Yunque, Las Cabezas de San Juan, Vieques y Culebra, logrando establecer un destino regional ecoturístico eminente en Puerto Rico. “Pero sobre todo, el disfrute del Corredor no sólo estaría disponible para los turistas que nos visiten, sino también para todos los residentes de Puerto Rico, quienes constantemente estamos buscando nuevos lugares donde recrearnos y compartir en familia”, defiende Guerrero. Para Luis Jorge Rivera, científico y planificador ambiental, El Plan Integral de Uso, Conservación y Manejo de Terrenos propuesto por Coalición del CEN a las entidades gubernamentales, lejos de ser un impedimento al desarrollo económico y a los derechos de propietarios, permite la construcción de eco-hospederías dentro del Corredor. “Sí, construcción de hoteles”, interviene Guerrero y añade: “[el Plan] establece guías claras para impulsar el desarrollo de veredas interpretativas, paseos tablados, áreas de acampar y servicios eco-turísticos y recreativos, junto a salvaguardas que garantizan la conservación e integridad ecológica de todo el Corredor”, explicó. Sin embargo, la Reserva Natural del CEN fue anulada por el Gobernador en octubre del pasado año y se ha desaprovechado una magnífica oportunidad de poner en marcha dicho plan. Tanto Rivera como Guerrero coinciden en que la iniciativa brindaba la oportunidad de diversificar los ofrecimientos turísticos de la región noreste al complementar las actividades recreativas de los numerosos hoteles y atractivos del área y al mismo tiempo fortalecer la actividad comercial de los cascos urbanos de Luquillo y Fajardo. “Este Plan contó con el apoyo de más de 150 personas y entidades, incluyendo el endoso de numerosas agencias federales y estatales, legisladores, organizaciones profesionales, asociaciones de comerciantes, grupos comunitarios y ambientales”, resaltó Guerrero. Las veredas naturales en la actualidad son muy exitosas en los Estados Unidos. Este es el caso del Appalachian Trail. A lo largo de ese camino se han conceptualizado las denominadas ‘Comunidades Portales’, con el objetivo de generar y potenciar las actividades económicas locales basadas en los ofrecimientos de los estados cercanos a los Parques Naturales. “En el caso del CEN lo que estamos buscando es que tanto las comunidades de Luquillo como el área de Seven Seas de Fajardo, y los cascos urbanos de ambos, sean los que ofrezcan al turista todos los servicios (alquiler de binoculares, merienda, gafas, guías para observar aves, bloqueador solar y hasta hospedaje). ¿Resultados inmediatos? Evita impactar el área natural establecida y promueve realmente el desarrollo económico de los comerciantes aledaños”, precisó. La sostenibilidad del turismo La Organización Mundial de Turismo ha establecido que casi el 86 por ciento del aumento en viajes mundiales está relacionado con destinos de aventura, naturaleza y cultura. En nuestro país, la Compañía de Turismo y la Asociación Hotelera de Puerto Rico desde hace una década articulan que es necesario diversificar los ofrecimientos turísticos patrios. El pasado enero la Compañía de Turismo (CT) logró un importante acuerdo cooperativo con España y Reino Unido para aumentar la llegada de turistas europeos a la Isla. Como parte de los convenios, se estudia la firma de otro acuerdo con Parques Reunidos, un conglomerado español dedicado al manejo de parques temáticos, acuarios y zoológicos. Durante la reunión, celebrada en la Feria Internacional de Turismo (FITUR) en Madrid -considerada una de las principales del mundo- se habló de la posibilidad de establecer un parque temático en la Isla. “Puerto Rico debe sacar ventaja de estas tendencias en el turismo mundial al promover el turismo de naturaleza y el ecoturismo y a su vez, proteger y desarrollar destinos con atractivos naturales y recreativos como el Corredor Ecológico del Noreste”, señaló Guerrero. La CT aumentará de $2 millones a $4 millones la inversión en promociones en esos mercados. A juicio de Guerrero, quien es además miembro de Iniciativa para un Desarrollo Sustentable, en Puerto Rico no hemos desarrollado una verdadera industria turística, sino más bien una industria hotelera, enfocada principalmente en aumentar el número de habitaciones pero sin fortalecer las amenidades y atractivos que son la razón principal para que los turistas nos visiten. Es de todos conocido que las “marcas” principales de Puerto Rico son el Viejo San Juan, El Yunque y nuestras playas. O sea, dos de los atractivos principales y que mantienen nuestra competitividad frente a otros destinos en el Caribe, están basados en la naturaleza. “Hay una gran variedad de áreas naturales que podríamos aprovechar como ofrecimientos únicos, pero muchas de éstas están siendo amenazadas por la construcción de proyectos residenciales y turísticos”, objetó Guerrero. La economista Díaz lo ve de este modo: “Podemos argumentar que proyectos de construcción pueden producir por ejemplo $100 millones para la economía local, pero no podemos olvidar que las decisiones económicas tienen un costo de oportunidad, que, en este caso del CEN, sería la pérdida irrecuperable de servicios ambientales vitales para mantener el sistema económico. Por ejemplo, recursos y servicios provistos en el área del Yunque podrían verse afectados. Por lo tanto, es crucial obtener esos valores ambientales y contrastarlos con los beneficios puramente económicos antes de tomar cualquier decisión que afecte el bienestar social”, propuso. “Si no es manejado sabiamente, podría tener impactos económicos, sociales y ambientales negativos” advirtió Díaz. Explicó que el aumento en la demanda por bienes y servicios básicos, de parte de los turistas, podría causar aumentos en precios que afecten negativamente a los residentes locales. El turismo en masa puede ocasionar que el número de visitantes exceda la capacidad límite del ambiente, causando problemas de erosión del terreno, aumento en el nivel de contaminación, descargas a los mares, pérdida de hábitat y presión sobre especies en peligro de extinción. También esta modalidad ejerce presión sobre los recursos de agua, uno de los más críticos, ya que el turismo usa gran cantidad de agua en hoteles, piscinas, campos de golf y uso personal, a la vez que generan desperdicios del líquido. “Vamos a aprovechar la diversidad ecológica del CEN para fomentar un turismo que no sólo proteja ese acervo o la base misma del desarrollo turístico sino también esos elementos que lo hacen competitivo con otros destinos en el Caribe”, exhortó por su parte, Rivera. Imperante el análisis económico del CEN De acuerdo con Díaz, el ecoturismo es el segmento de la industria turística mundial que más está creciendo, con tasas de crecimiento anuales entre 10 y 30 por ciento. Aunque los entrevistados aseguran que existe un mercado con muchísimo potencial de desarrollo en el renglón del turismo de naturaleza y ecoturismo, especialmente de Estados Unidos -que es de donde proviene la mayoría de los turistas que visitan a Puerto Rico- no hay datos específicos de cuánto dinero se generaría en la Reserva Natural del Corredor. Estos datos podrían variar dependiendo de la cantidad de eco-hoteles y servicios turísticos que se establezcan en la zona en el futuro, de salir airosa la Coalición en la demanda civil que emprendió contra el Gobierno. Díaz precisa que, dado que los ecosistemas naturales proveen servicios para los cuales no existen mercados como la retención de nutrientes o la protección contra tormentas, no es posible obtener su precio en los mercados. En el contexto ambiental, el análisis de costo y beneficio es implantado utilizando técnicas para valorar dichos servicios. En cambio, si el valor no es observable directamente, se utiliza el método de valoración contingente o encuestas para inferir el valor. También el método del costo del viaje, donde se puede inferir la cuantía recreativa de un recurso, como los parques, utilizando valores observables que envuelven una conducta real. Este tipo de análisis ha sido utilizado a través del mundo para resolver controversias entre desarrollo y conservación. Para poder tomar una decisión económica y ambientalmente informada sobre el desarrollo o preservación del CEN, sería necesario a primera instancia llevar a cabo un estudio sobre el valor monetario de los servicios ambientales provistos en esa región. Una determinación sin tomar en cuenta esta información, coinciden los entrevistados, sería una decisión incompleta que pondría en riesgo servicios ambientales necesarios para la estabilidad ecológica y económica de la región.