Las esperanzas parecen no dar abasto cuando de hambre se trata. Y a pesar de que, diariamente, minuto a minuto quizás, las redes sociales y múltiples diarios en línea, levantan un llamado virtual en reclamo por ayuda a las millones de víctimas que todos los días mueren de hambre en el Cuerno de África, los intentos parecen archivarse en los más oscuros vericuetos de la fibra óptica.
Por ejemplo, recientemente, Elisabeth Byrs, portavoz de la Oficina de la Organización de las Naciones Unidas para la Coordinación de los Asuntos Humanitarios (OCHA), informó que la sequía y el alza de precios continúan acechando al Cuerno de África, acentuando la situación de Djibuoti, país en el que dijo que el número de personas vulnerables ha pasado de 146,000 personas a 210,000.
En un marco en el que se celebra mediáticamente el nacimiento del humano número 7,000 millones (o 7 billones, si lo prefiere) la realidad que impera en el mundo evoca repensarnos en carácter de equidad.
Coincide con este argumento Salym Fayad, colombiano enviado especial por el diario El Tiempo a retratar la realidad de Somalia y que documenta a más de 465,000 los refugiados que viven en carpas y chozas improvisadas en los campos de la región de Dadaab.
En su paso por la zona, el periodista detalló cómo cada día la cifra sigue desenfrenadamente creciendo, sumándose los aproximadamente miles de seres humanos que cruzan la frontera desde Somalia, “en silencio, por no morir de hambre”.
El hecho se complica al recordar que la situación por la que atraviesan grandes cantidades de somalíes, niños y niñas incluidos, se remonta a más de cuatro años, cuando el Cuerno de África comenzó a experimentar una fuerte sequía que, en los últimos meses, alcanza límites dramáticos.
Hace tres meses, la ONU declaró emergencia humanitaria para más de 12 millones de personas que sobreviven gracias a donaciones internacionales. No obstante, una de las tantas realidades mundiales parece no ver solución con ese tipo de informaciones mediáticas alentadoras.
Y es que, según informa el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la situación en el área amenaza con empeorar.
La UNICEF indicó en un comunicado que está haciendo todo lo posible por "prevenir una segunda ola de muertes por brotes de enfermedades que podría ser potencialmente más devastadora".
Aunque, según aclara la organización, la respuesta internacional en masa a la crisis de supervivencia infantil en el Cuerno de África ha mostrado ya algunos resultados positivos, “todavía queda mucho por hacer para salvar a cientos de miles de niños en riesgo de morir de desnutrición y enfermedades”.
Asi las cosas, “miles de niños han muerto, y más de 320 mil -la mitad de ellos en el centro y sur de Somalia- están tan gravemente desnutridos que pueden morir en las próximas semanas y meses, si las operaciones de ayuda humanitaria no se amplían rápidamente”, dijo la UNICEF.
De manera que, mientras en algunos lugares se pelean por quién o cuál o qué color se sube al trono, la apatía sigue azotando cada vez más las mentes de millones de internautas alrededor del mundo (Puerto Rico no es la excepción).
Aproximadamente 13.3 millones de personas necesitan ayuda. Más de 450 mil somalíes han huido a los campamentos de refugiados alrededor de Dadaab, en el noreste de Kenya, incluidos 100 mil que han llegado desde junio pasado. Otros 183 mil somalíes han huido a Etiopía, incluidos más de 120 mil de los campos de refugiados en Dollo Ado, y 20 mil refugiados han ido a Djibuti.
Y de nuestro lado, la nada misma. La nada en el divorcio de la Kardashian. La nada en el topless de la miss que no sabe qué más hacer para coger una güirita en la efímera glamuralización de la Isla. La nada que siempre nada entre aquellos que sólo conocen la textura de sus asientos.
Bien lo dijo el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon: "Tenemos alimentos en abundancia, y sin embargo hay millones de hambrientos. Vemos lujosos estilos de vida, y hay millones de empobrecidos. Contamos con grandes oportunidades de progreso, pero también con grandes obstáculos".
Sin duda, es una pluralidad de realidades que se contradicen por llenarse en sí mismas de individualidades egocéntricas y centralistas.