Silencio sepulcral. Justo a las 9:45 de la noche del sábado, los cuerpos allí presentes pararon de moverse, mas no sus conciencias. Ahora, comenzaría la revolución. Esa que se da desde la intimidad de cada ser. Esa que nace del verso terso. Esa revolución que nace de la reflexión escrupulosa de los que allí se dieron cita para escuchar la música con conciencia de Cultura Profética.
“Desde la Iupi y la UHS hasta dentro de las fauces de la bestia, USA”, se escucha en el intro antes de que los músicos, quienes se han presentado en Europa, Estados Unidos, Latinoamérica y el Caribe, comenzaran su concierto en el que deleitarían, por más de tres horas y con sobre 36 canciones, a su eterna fanaticada de Puerto Rico en el estadio Hiram Bithorn de San Juan.
A las seis de la tarde abrieron las puertas y el espectáculo de apertura había estado a cargo de la Orquesta El Macabeo, Teatro Breve y Natiruts.
Pero ahora, ya todos estaban listos. Con camisas que leían “Libertad para Oscar”, “Una sola estrella libre” y “Basta ya”, los más de 20 mil asistentes miraban la tarima con expectativa. Desde aquellos que vieron tocar por primera vez a Cultura Profética en Río Piedras de 1996, hasta los milenials quienes conocieron a la agrupación tras el éxito de La Dulzura (2010), todos se desbordaron en gritos para darle la bienvenida a quienes los han hecho reflexionar en estas últimas dos décadas.
“Sentimiento de patria, cosa que se está perdiendo en esta pequeña isla víctima especial del imperio”, entonaba el vocalista Willy Rodríguez para dar comienzo al concierto que cerraba la semana en la que se le fue impuesta a Puerto Rico -por parte de Estados Unidos- una junta de control fiscal para reestructurar la deuda de la isla que ronda en los $70,000 millones.
Como profetas y activistas que son de la cultura y la sociedad, luego de Tempestad tranquila, entonaron Fruto de la tierra. “Borinquen, alerta, despierta”, exclamaban desde la tarima y la audiencia al unísono los seguía.
Solo aquellos fanáticos que conocen los comienzos de la banda pudieron entonar Por qué cantamos, Lucha y sacrificio, Con truenos hay que hablar y seguir la instrumental de Filitustrein, sencillos que completaron el medley del disco Canción de alerta (1998).
En aquel espacio atestado de cuerpos, cuerpos con alma, cuerpos de revolución, la misión era una: un llamado a la conciencia. Aquella conciencia que viene clamando Cultura Profética por la identidad de los puertorriqueños, por la descolonización, en contra del capitalismo, del egoísmo. Esa conciencia que invita a amar lo de aquí, por darle valor a nuestra tierra, por generar una lucha por alcanzar nuestros sueños.
“Son 20 años. ¿Quién lo hubiera dicho? Creo que es bueno avisárselo a los que nos conocen de La dulzura para adelante”, expresa Willy en esas primeras palabras que le dirige a su público.
Y así comenzaban ese segundo medley, Ideas Nuevas (1999). Como habían anticipado, es un concierto cronológico en el que no solo presentaban su trayectoria, sino que fue un documento musical de esos veinte años que la banda ha impactado en la cultura puertorriqueña.
Una pantalla gigante en medio de la tarima presenta imágenes históricas de Cultura Profética y de Puerto Rico; como si refrescaran la memoria. Como si estuvieran llevando un mensaje oculto detrás de todo esto: el despertar de una nación. Todo en la forma pacífica que tanto les caracteriza.
Suena Soldado. Y ordenan: Suelta los amarres. Seguido, enfatizan que “tenemos que aprender que no todo lo que se nos enseña nos hace crecer”. Culminan esta parte con No me busques y Mr. Swin.
Con el juego y la mezcla de ritmos -salsa, jazz, electrónica, ska, funk, trova, música caribeña y de raíz africana- Boris Bilbraut hacía lo suyo con la batería, Omar Silva y Elliut González daban las notas desde sus guitarras y bajos, Juan Carlos Soulsona sonaba su teclado y Willy Rodríguez utilizaba su voz para llevar el mensaje.
Y cantaron De Antes, Donde no alcanza mi verso y Días intensos, con la misma pasión e ilusión con la que grabaron los sencillos en Diario (2002).
Tras una hora de concierto, Boris deja su puesto en la postrimería para tomar la palabra. El público aplaudía fuerte, pocas veces ha tomado la voz cantante. “Tenemos un compañero de lucha que lleva más de 30 años encerrado sin poder ver los árboles que se llenan los bolsillos de aguacero”, exclama y el público ensordecía el ambiente con gritos y aplausos. Boris hacía referencia a Oscar López Rivera, el preso político puertorriqueño.
Las monoestrelladas se levantaban dispersas entre el público. El rostro de Oscar ocupaba la pantalla. Boris cantaba con emoción. A veces cerraba los ojos. En el público las miradas languidecientes hablaban, recordaban. El sentimiento patriótico se sentía.
Los acordes de Inspiración arropan las almas de aquellos cuerpos que no se cansaban de balancearse de un lado hacia el otro al son del reggae. Tocan Bieke y Willy recuerda los acontecimientos de la lucha por sacar a la Marina de Estados Unidos de la Isla Nena e invita a tomar esta situación como referente de que la unión de los boricuas genera grandes cambios. Y terminan este medley con Insomnio.
Ahora el viaje continúa por el 2005, cuando grabaron M.O.T.A. “No sé porque nadie se atreve, ay no sé porque nadie se atreve ya, a hacer algo decente”, cantan.
Entonces, Willy reflexiona sobre el caos político, social y económico que reinaba en Puerto Rico cuando comenzaron, ellos estaban “en un viaje bien específico. Quiero seguir pensando que estamos en ese tren”. El mismo tren que, aunque pasa por paisajes diferentes, lleva el mismo mensaje. “Seguimos viajando en la misma dirección”. Aunque la voz del grupo lamenta que los mismos problemas siguen aquejando a los boricuas, siente la esperanza de que algún día no tendrá que seguir con sus mensajes de liberación y justicia social.
Revolución en estéreo, Un deseo, Ritmo que pesa, temas que comenzaban a tener más popularidad en la audiencia.
Y subía el humo. Y la fanaticada se encendía. Más personas comenzaban a menear sus cabezas. Buscan parafernalia. Cierran sus ojos. Inhalan fuerte.
Bandera de luto, de la nueva lucha, es izada y provoca arrestos
Pero Willy los detiene. “Esta próxima canción que vamos a tocar no la podemos tocar si no pasa algo importante aquí ahora mismo”, sostenía. El público hacía un silencio único. Todos a la expectativa.
“Nosotros tenemos la imposición -por demasiados años ya, 118 años- que cada vez que se levanta nuestra bandera, se tiene que levantar la bandera de Estados Unidos y pienso que es una imposición absurda. Así que creo que es necesario en estos momentos, que para esta canción específicamente, se baje la bandera de los Estados Unidos y se levante la nueva bandera de lucha de Puerto Rico. ¿Y quién mejor que Tito Kayak para hacer esta hazaña?”, pronuncia con fuerza.
Willy se voltea. Y los cuerpos presentes alzaron sus miradas a lo alto del estadio. Allá arriba, encima del marcador, estaba Alberto de Jesús -conocido como Tito Kayak- junto a dos manifestantes más. Bajan la bandera estadounidense e izan la monoestrellada en blanco y negro.
“Pa’l carajo las PROMESAS. No vienen a resolver nuestra situación fiscal, vienen a resolver sus bolsillos. Nos están tratando de meter las cabras. No estoy hablando de partidos políticos. Están viniendo a sacarnos los chavos del bolsillo esos cabro… Perdonen que hable malo, pero estos tipos nos gastaron todo y ahora nos vienen a cobrar a nosotros”, sentencia tajantemente contra la imposición federal de la junta de control fiscal.
Los manifestantes fueron arrestados. El público grita y grita, pero el arresto se perpetra. La frustración de la agrupación se hizo sentir.
“La Policía de Puerto Rico se está atreviendo a imponer la misma mierda que imponen cada vez que tratamos de expresarnos. Cuando ellos se expresan por su sueldo, nadie les dice nada, pero cuando el puertorriqueño común se trata de expresar de algo justo, siempre nos ponen a la Policía para imponerse sobre nosotros y para hacer pensar que somos terroristas o algo así. Vamos a dejarnos de pendeja’ no somos niños. Creo que los líderes de este país se quedaron en quinto grado. Creo que los niños de quinto grado tienen muchos más valores que las mierdas de líderes de este país”, dicta el vocalista con notables gestos de furia.
Cultura Profética expresa que continuará el concierto con “dolor” por el arresto de los manifestantes. Y seguido alienta al público a no criticar a los que protestan porque “ellos están luchando por nosotros. Todos tenemos que hacer lo mismo para que esto cambie”.
“Quiero que eso sirva como ejemplo de lo que quieren hacer con nosotros… Quiero que les quede de recuerdo. Es absurdo que uno no pueda manifestarse. Lo mejor que podemos hacer es expresarnos con música. Gracias Tito, gracias a todo el que entiende. El que no, que se ponga a estudiar”, expresa Willy.
El concierto continuó con la interpretación No me interesa . Hubo algunos que le encontraron el sentido a las letras de este tema. Se notaba en sus caras asintiendo. “No me interesa tu supuesta ayuda federal, no, no me interesa no es real, tu guerra, no, no, no, no me interesa es solo excusa pa’ conquistar sin quedar mal”, vocaliza el cantante. Y culminan el medley con Lo de más.
Siguieron con el popurrí de La Dulzura (2010) y ahora son más los que corean las canciones. Al parecer, la mayoría de los presentes se acercaron a la agrupación posterior a este disco que produjeron bajo su propio sello La Mafafa Inc. y que llegó a estar número cinco en el Billboard’s Top Latin Albums.
Tiran Rimas pa’ seducir. La complicidad entre todos los presentes se hizo sentir, Para estar y Bajar la tensión. Todas, bajo la Amante Luz que velaba tanto a los que se mantenían en pie como a los de las gradas.
Resuena La espera. Casi todo la coreaban. Como un gran coro nacional. Algunas parejas se miraban a los ojos, se besaban, se sonreían, con esa sonrisa que denota ternura. Y se embarcan en lo Ilegal y el público se desborda en algarabías.
Tras una fingida clausura, Cultura Profética volvía al escenario para entonar sus más recientes sencillos: Música sin tiempo y Le da igual.
Aquellos cuerpos que se quedaron hasta el final y aquellos que aguantaron las seis horas de espectáculos variados se fueron con el sabor de Saca prende y sorprende.