“Los sacerdotes tienen bragueta y muchos la usan. Los obispos deben alimentar esta situación para mantener al clero contento y además usan el conocimiento de las conductas sexuales de los curas para dominarlos y controlarlos”. Esta frase, controvertida por demás, es una de las afirmaciones que el periodista español Pepe Rodríguez hace en su libro de investigación, “La vida sexual del clero”. A pesar de que es una obra que salió a la luz en 1995, en la actualidad sigue tan vigente como en el momento de su publicación, ya que muchas de las cuestiones que toca en relación a la iglesia católica están siendo cada vez más discutidas. En el libro, Rodríguez afirma que 60 por ciento de los sacerdotes españoles en activo mantienen relaciones sexuales, mientras que otro 30 han dejado los hábitos por la presión que el celibato implica y viven con una mujer, o bien conviven sin estar fuera de su ejercicio sacerdotal. Las causas a las que el periodista atribuye esto son, la crisis estructural, la falta de sentido vocacional que se ha instalado en los clérigos desde la década del ‘70 hasta hoy y la permisividad de la iglesia, que hace la vista gorda a quienes infringen el celibato. A pesar de tan dura afirmación, en su obra el autor aclara que no se trata de un libro en contra de la religión ni del clero, sino más bien a favor de asuntos humanos, como el celibato obligatorio.
La sexualidad del clero es, para Rodríguez, uno más entre sus temas de investigación: “surgió del conocimiento de calle –explica el autor- que cualquier persona informada y no hipócrita tiene en España respecto a que la castidad es una virtud que buena parte del clero desconoce. La investigación se desencadenó a partir de otro trabajo sobre malos tratos a menores en el que surgieron muchos casos de abusos sexuales a niños cometidos por sacerdotes.”
“No durante el proceso, pero sí hubo actuaciones mafiosas después de la publicación. Dado el rigor de los datos, nadie se atrevió a entablar una acción judicial ni por ‘La vida sexual del clero’ ni por ‘Pederastía en la iglesia católica’. Pero sí hubo y hay censura radical contra mí en todos los medios de comunicación controlados por gente de la iglesia católica, del Opus Dei o Legionarios de Cristo. Las mafias actúan como tales en todo el mundo y yo, como víctima de ellas, soy uno más entre muchos.”
“No creo que la situación real e interna de la iglesia haya cambiado. El encubrimiento legal que, desde el Papa hasta los prelados, brindan al clero delincuente sexual es sólido. Sólo se ha modificado el punto de mira de algunos prelados honestos y de muchos sacerdotes que lo son igualmente, pero esas son actitudes privadas, ya que la institución les obliga a encubrir a sus colegas delincuentes. Ha cambiado también levemente la actitud de los medios, que ahora se atreven a publicar algunos casos, pero la iglesia sólo se defiende como puede de la mala imagen que esos casos le producen, aunque sin cambiar nada de la estructura interna que los propicia y encubre. A la mayoría de la comunidad católica esto no la afecta, ya que tienen tragaderas suficientes para justificar lo injustificable, para comulgar con ruedas de molino ofrecidas en honor de la sagrada hipocresía.”
“La excepción a esta conducta es Estados Unidos, país en el que a la fe y al dinero se les llama por su nombre y se les hace cotizar en el mercado. Entonces si en la fe aparecen manchas, también se producen agujeros inmediatos en las aportaciones dinerarias al clero, provocando la bancarrota de varias diócesis. Esto es inimaginable en países como España o en Latinoamérica.”
“Dentro del proceso de investigación que dio origen a La vida sexual del clero, Rodríguez reconoce que la etapa más engorrosa, que consta de reunir los testimonios, hacer entrevistas y disponer de pruebas documentales, le fue facilitada por tener contactos anteriores -de su libro Pederastía en la iglesia católica- , y en cambio, en esta oportunidad lo más complicado fue acreditar con documentos objetivos las conductas del clero que se describen en el libro: violación del celibato, abusos de menores, homosexualidad y masturbación. La fase de redacción siempre es, según el autor, el paso más corto.” Después de haberse publicado, “La vida sexual del clero” tuvo impacto en diversos países, pero llamativamente no fueron de parte de los acusados. “Las repercusiones llegaron de parte de las víctimas y los sacerdotes honestos -que los hay, y muchos-”, explica el periodista español. Es previsible que por el conocimiento de causa que le han dado sus trabajos, no haya ningún rastro de optimismo en las palabras de Rodríguez en relación a la situación del clero: “la iglesia católica sigue ahí, pretendiéndose tan digna como una virgen de cuento de hadas trasnochado porque ante todo es una institución de poder. Sólo se limita a dejar pasar el tiempo y a esperar que mueran todos los que la cuestionaron y que se olviden de las consecuencias sociales y/o históricas de sus actuaciones”, sentencia el autor.
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