#Elecciones2016. A pocas semanas de las elecciones generales y en medio de un momento crítico para la economía y el desarrollo social de Puerto Rico, Diálogo conversa con los seis candidatos a la gobernación. La serie de entrevistas se estará publicando cada domingo. Conoce el sentir de los candidatos con relación a la UPR y sus propuestas para trabajar con la junta de control fiscal.
Manuel Cidre llega temprano a la entrevista. Bueno, lo que durante los pasados 30 y pico de años ha sido uno de sus cuarteles principales, la panadería Los Cidrines en la Avenida De Diego, está a diez minutitos de Diálogo, si no hay tapón.
“¿Viene de allá?”, es la pregunta al bajarse del carro. Contesta que no viene de su panadería, al lado de la estación del Tren Urbano en San Francisco, frente a las oficinas de la atribulada Autoridad Metropolitana de Autobuses (AMA).
Es un candidato a la gobernación, ahora mismo no hay mucho break para administrar la producción de los quesitos que han criado a varias generaciones de puertorriqueñas y puertorriqueños, mucho menos de hablar de eso. En esta tarde de finales de agosto viene de un hotel de Río Grande, donde participó en un foro promovido la Asociación de Contratistas Generales, junto a los otros cinco candidatos a Fortaleza.
Camina del estacionamiento hasta la puerta del edificio. Las rueditas de su cerebro empresarial ruedan. Recuerda que hace dos años estuvo en esta extensión del complejo del Jardín Botánico de la Universidad de Puerto Rico (UPR). Lo menciona brevemente antes de sentarse a platicar un rato con este medio digital.
“Hace dos años vine a ver a Uroyoán (Walker Ramos, expresidente de la UPR), porqué aquí hubo una planta piloto de ron”, reveló luego durante la entrevista el exitoso empresario.
Indicó que junto a su amigo, el arquitecto Javier De Jesús, hizo un acercamiento a la UPR para convertir aquellas instalaciones en un espacio funcional “dentro del ecosistema de investigación y desarrollo que se cierne en el área, ya fuese ciencias moleculares, o compresivas del cáncer, o hasta una planta de ron, lo que fuese”.
“De hecho, por aquí cerca también era el Laboratorio Tecnológico de Alimentos, el que inventó Mi Quesito”, dijo, con tono cariñoso al recordar los quesitos de Los Cidrines con cierta ternura natural de quien menciona el sitio donde nació algún hijo.
“Hoy día está en Mayagüez, ¿sabes qué? Haciendo jalea. Una facilidad state of the art, pero no se optimiza, no se maximiza su producción”, dice. De inmediato, Cidre resalta que el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) “tiene un sistema espectacular de investigación”, pero el propio letargo de politiquería del sistema administrativo de la UPR no le ha permitido a la propia institución ser “un agente gestor de investigación y desarrollo, un gestor de patentes” para productos investigados y producidos en el archipiélago borincano. Esas patentes de lo que pudiesen ser innumerables productos e inventos investigados y realizados en Puerto Rico, entiende Cidre, “duermen el sueño de los justos en los salones universitarios”.
Van diez minutos desde que inició nuestra plática, al grano, con el tema de la UPR. Cidre tiene claro que su indeleble fortaleza como candidato radica en su gran habilidad administrativa en la empresa privada, en la agilidad y experiencia que posee en ese circo romano que es el libre mercado, donde, cual gladiador temerario, ha alcanzado grandes logros, claro está, a fuerza de esfuerzo y sacrificio. Su perspicacia y olfato en los negocios se le nota cuando habla, más allá de lo que pudiera decir su paso por las presidencias de la Asociación de Industriales de Puerto Rico, la Asociación Productos de Puerto Rico, la Alianza para el Desarrollo de Puerto Rico o la Junta de Directores del Centro de Desarrollo de Pequeñas Empresas y Tecnología. Sus panas de juventud del área norte, desde el casco del pueblo de Arecibo hasta la playa de Vega Baja, coincidirían en que Cidre es una bestia para los negocios.
“Yo soy un creyente en los enfoques y en las palabras optimizar y maximizar”, dice. Eso, señala, es lo que hay que hacer en la UPR, a la cual “prefiero referirme como la universidad del Estado”.
“En vez de nosotros pretender que los sistemas como (el Sistema Universitario) Ana G. Méndez vengan detrás de nosotros, hemos querido ir como van esos sistemas. Nos hemos convertido en una universidad del Estado que da todos los cursos del mundo, pero que no crea los paradigmas que son fundamentales en los negocios y en todo en la vida: innovación, diferenciación y relevancia”, interpuso.
Carga sus teorías sobre cómo administrar la educación universitaria, producto de sus experiencias con la Junta de Directores de la Pontificia Universidad Católica de Ponce, su alma máter, y con el Instituto de Política Pública de la Universidad Metropolitana. A la IUPI la conoce de cerca, pues ofreció un curso en 2012 de planificación de negocios en la Facultad de Administración de Empresas del Recinto de Río Piedras, sin cobrar un centavo, además de mantener constante relación con el sistema UPR durante años como facilitador y recurso.
“La universidad del Estado debe ser el centro de la opinión, de las ideas, de las diferencias, de la investigación, del desarrollo, el centro que paute hacia dónde vamos, de la mano de un plan de país”, dice. “Me da la impresión que la universidad ha perdido ese norte”, añade.
Lo empezó a perder, explicó, cuando la UPR aceptó “un rol demasiado protagónico de su parte y empezó a cambiar la autonomía por otra cosa”, afectada además por “la proliferación de los colegios regionales” y “la expansión del sistema privado universitario”. Esos procesos, al igual que “su crecimiento orgánico” de la década de los setenta debió enfrentarlos la universidad de la mano de un enfoque planificado y no regido “a cambio de los donativos, de las asistencias legislativas”.
“Me da la impresión que el sistema universitario del país perdió su creatividad”, manifestó.
Al fin y al cabo, el estancamiento en el que Cidre ve a la UPR se debe a un mal que ha descalabrado las finanzas del país, más allá del viacrucis colonial: ese ventetú bipartidista que abre la puerta al acomodo de caprichos sobre el bien común.
“Podemos buscar paralelismos para justificar lo que nos trajo hasta aquí”, dijo. En “la inversión política, las lealtades políticas”, en eso entiende Cidre que se ha enfocado la UPR y no en ser “el centro de todo, con las principales perspectivas educativa, científicas, profesionales y de desarrollo económico”.
“Ante esa abundancia, esa dádiva, el sistema pierde su fuerza, su autonomía, su poder. Entonces empezamos a ver presidencias, administraciones, que más que alineadas a la educación, van alineadas a partidos políticos. Yo creo en la autonomía universitaria en toda su esencia”, afirmó.
Citó un particular ejemplo de como esa propia autonomía se ha visto afectada.
“Hace unos meses, una estudiante que tomó aquel curso en 2012, que estaba el semestre pasado en el Consejo de Estudiantes de la Escuela de Derecho, me pide que yo hable en la noche de logros. ¡Contra, para mí sería un honor!, le digo”, narró.
Pero dijo que no pues “yo entiendo que soy un candidato político, a la gobernación, y sería razonable que levantaran algunas banderas sobre eso, así que envié una carta diciendo que, en respeto a la autonomía universitaria, prefería que escogieran otro profesor”.
“Uno piensa que no debe haber espacio para algo así de la política de aquí y luego me sorprendí, cuando dos semanas después llenaron el salón principal, el Teatro de la Universidad, con Bernie Sanders. Ahí es que la puerca entorcha el rabo”, agregó.
Tras cumplir con despolitizar la administración de la UPR, lo próximo que debe hacerse sería maximizar y optimizar los recursos. Cidre habló sobre este asunto especialmente en el marco de la imposición de la junta de control fiscal por la ley federal PROMESA, pues “prefiero imponerle a la junta lo que quiero hacer antes que la junta me imponga lo que tengo que hacer”.
O sea, el candidato entiende que debe adelantársele a cualquier propuesta con ideas propias,
- Cidre: Para esto, dentro de mi plan está buscar cómo yo adopto un sistema de trimestres y cuatrimestres y como yo traigo a la mesa que el estudiantado pueda pagar sus créditos de la mano de su planilla.
- Diálogo: ¿Cómo es eso del crédito y la planilla?
- Cidre: Es lo justo. Yo creo prudente que en la Universidad de Puerto Rico, un estudiante que lo pueda pagar, que sus padres puedan pagarlo, pague más. De igual forma, si un estudiante no puede pagar, pues que no pague nada, si así es necesario.
Reenfoques regionales con recintos UPR
Entonces, sin tapujos y enfático, develó una estrategia de cimentar zonas regionales universitarias, con el RUM como líder en el suroeste y centro de la isla, con otras instituciones más pequeñas como satélites.
- Cidre: Yo favorezco… y esto es algo un poco greedy, pero así lo siento, pero yo creo que el Colegio de Mayagüez debe tener vida propia, mientras observa qué periferia a su alrededor puede adoptar. El recinto de Ponce debe ser uno de ellos, Aguadilla y Utuado. Dan exactamente las mismas clases [básicas] ahora mismo, creo que se pueden reenfocar para utilizar mejor sus recursos. Por ejemplo, visualizo un gran centro agrícola y veterinario para todo el Caribe en Utuado. En Aguadilla puede enfocarse en educación especializada en lo aeroespacial y en Ponce como un centro de estudios para la investigación y el comercio marino. Y entonces, Mayagüez puede ser un centro de acopio para toda esa investigación y para todo lo administrativo. En el otro lado, tienes unas grandes facilidades en Bayamón y en Humacao, que creo que son los centros de emprendimiento universitario mejores de Puerto Rico y las dos hacen el mismo rol. Podemos optimizarlos mejor, insertar más programas de empoderamiento, programas que están disponibles y no se traen porque estamos enfocados enseñando matemáticas, ciencia, etcétera.
Hay una pequeña pausa. La honestidad de Cidre con cómo arreglaría la UPR va a las millas. Seguimos.
- Cidre: Donde yo tengo mis serias dudas con qué hacer es con Carolina, no le encuentro un espacio. Primero porque está muy cerca del ecosistema [de estudios en el que se desenvuelve]. Segundo, no la veo definida como tal como una universidad especializada en ciencia de hospitalidad y cocina, más bien adaptarla a un proyecto de carreras cortas y no compitiendo con ese ecosistema. De la misma forma, el sistema no es tan grande para un rector por colegio, ni tampoco es tan grande para tener una infraestructura. Yo regionalizaría el proceso, de manera que podamos maximizar los recursos gerenciales.
- Diálogo: Usted ve la universidad del Estado como…
- Cidre: Pues como un todo…
- Diálogo: ¿Ajá?
- Cidre: Como un centro de transformación. Yo inclusive cerraría todas las oficinas de los consultores de Fortaleza. Si tengo la universidad aquí, ¡por amor a Dios!
Cidre instó a que los especialistas en política pública que pululan en la academia sean los verdaderos asesores de Fortaleza. Entonces, citó dos ejemplos más en los que el sistema de la UPR pudiera ser más proactivo. El primero, dijo, es el del Posterriqueño, propuesta energética desarrollada en conjunto entre el RUM y la organización Casa Pueblo, de Adjuntas.
“Alexis y Arturo Massol tienen un proyecto que nace con la colaboración de Mayagüez, que se prueba en Adjuntas, que ya tiene postes funcionando pero ¿dónde está el fallo? En que se gesta la investigación en Mayagüez, pero que luego de que tienen el modelo, la universidad dice: ‘Ya, hasta aquí llegue’. Y ahí es que precisamente se tiene que insertar como socio del proyecto”, indicó, citando como ejemplo a sociedades comerciales y de inversión que han realizado instituciones internacionales, como la Universidad Complutense de Madrid y la estadounidense Georgia Tech University.
“Ahí es que la universidad debe jugar como gestor de negocio, darle ese dinero a ese inventor para que continúe”, arguyó.
Tomó agua y prosiguió la charla.
“Otro ejemplo, también en Mayagüez, es el del doctor [Ignacio] Pino, un gran veterinario, que ha logrado establecer el primer negocio de biotecnología veterinaria en Puerto Rico ¡Eso es espectacular!”, dijo en alusión a CDI Laboritaries, que ubica en la planta de Bioprocesos, adscrita al prestigioso programa de Biotecnología Industrial (Biotec), del RUM.
“Si el doctor Pino se vuelve millonario, la universidad no tiene mucho allí porque no entra en estas cosas como parte importante de esa sociedad de negocio. Tiene que entrar de lleno con la comercialización de estos productos, con la propiedad intelectual, con el marketing, con la distribución, con todo ese acervo que está alrededor”, añadió.
“De la misma forma, tú crees que había que contratar a Krueger para hacer el informe aquel, cuando acá tenemos a un Heriberto Martínez, por ejemplo, que es un economista de primera línea. ¿Por qué no se usó la universidad del Estado? Te voy a decir por qué. Porque está politizada”, señaló.
- Diálogo: Se infiere entonces que usted entiende que en la UPR hay ciertas malas mañas de burocracia y de partidismos y de amiguismos y esas cosas, ¿no?
- Cidre: No quiero lucirte político, pero…
- Diálogo: Bueno, pero está metido en esto de la política…
- Cidre: Mira, una gran demostración de rechazo a ese estilo es la elección a un candidato independiente. Si tú en la mañana del 9 noviembre te despiertas y ves en la prensa que ganó el que desde el día número uno te dijo que no es ideológico, que no es político, que viene a administrar y a transformar, con transparencia, rendición de cuentas, lealtad en la agenda y sin agendas particulares, ves el panorama perfecto para empezar a despolitizar. Y la despolitización del gobierno no viene solamente con un líder, viene con exámenes de entrada [para puestos gubernamentales], de que se pueda medir efectivamente la capacidad de trabajo de los individuos. No porque tú guiaste una tumba coco o pusiste un pasquín vas a tener un puesto asegurado si hay gente que trabaja mejor.
La UPR es uno de los muchos puntos que tocó Cidre en la extensa conversación con Diálogo. Espere durante la semana más de esta entrevista con el candidato independiente a la gobernación.
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