La Segunda Guerra Mundial fue para muchos, el punto de partida para un nuevo reenfoque de la historia y la geografía humana, política y cultural de muchos países, principalmente en las regiones europeas y asiáticas. Esta guerra, cuyas heridas aún permanecen abiertas luego de más de 50 años de concluida, marcó las pautas dentro del contexto de un nuevo orden que le dio a las próximas décadas, una sazón heterogénea en las líneas ideológicas de países emergentes, reestructurados y algunos, moralmente destruidos por la guerra. Tal es el caso de uno de los pilares de las fuerzas del Eje, que antagonizaron en la lucha por el control del orden mundial con las fuerzas de los Aliados. En diciembre de 1941, Japón, que se había convertido en la Alemania del Pacífico, al comenzar a expandir sus fronteras de manera unilateral, atacó sin previo aviso a un “neutral” Estados Unidos, destruyendo la flota naval apostada en la bahía de Pearl Harbor en el entonces territorio de Hawaii, ocurrido el 7 de diciembre de ese año. Este ataque involucró a Estados Unidos en la guerra, al este declararle oficialmente la guerra a Japón y posteriormente, a todas las naciones del Eje, entre los que se encontraban, Alemania e Italia. Es de esta manera que se inicia la llamada Guerra del Pacífico que se prolongó desde 1941 hasta 1945, cuando luego del arraso total de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki con la novedosa bomba atómica. Japón, temiendo un nuevo ataque de esta magnitud perpetrado por Estados Unidos, Japón aceptó la rendición definitiva el 14 de agosto de 1945, dando por terminada la guerra en esa parte del globo. Sin embargo, la desestabilización de Asia, con Japón a la cabeza y las amenazas de una guerra de máximas proporciones en todo el orbe, hicieron que territorios con una agenda de autonomía e independencia de sus metrópolis, se unieran a éstas para combatir en un frente unido contra el estallido de la violencia general comenzada en Europa en 1939. Así, India, la colonia de mayor extensión del entonces Imperio Británico, se alió a los que ellos consideraban sus “verdugos” en los frentes de la Segunda Guerra Mundial. Mas los activistas indios no fueron tontos, aprovecharon el vínculo y la cooperación con Gran Bretaña para exigir que a cambio de los brazos para las fuerzas bélicas, el Reino Unido se debía comprometer a otorgar la independencia absoluta de la India. Luego de amargos enfrentamientos, persecuciones, encarcelamientos y un amplio activismo de la sociedad india, la corona británica se retira del territorio y el 14 de agosto de 1947 la región se divide oficialmente entre la Unión India y la República de Pakistán, dando paso así a uno de los más largos y complicados enfrentamientos de la historia moderna entre los musulmanes, que huyeron al norte, y los hindúes, quienes mantuvieron la región mayoritaria de las tierras. Ambos eventos significaron un nuevo engranaje en la historia general del mundo que influyó en las perspectivas, proyectos e idealizaciones del porvenir futuro. India se convirtió en un ejemplo vivo de lucha reivindicadora que dio paso a una posterior oleada de proclamaciones soberanas en Asia y África, mientras que Japón representó el milagro económico, la vitrina de la recuperación acelerada que hizo despuntar a la nación a la cima de las naciones desarrolladas.