“En los Estados Unidos aumentó un 87% la venta de discos de vinilo en 12 meses”. Si ese titular fuera de la época en la que el Wincofón era furor en el mundo hubiese sido un dato más, pero al tratarse de una comparación hecha por las discográficas entre el 2007 y el 2008 todo toma un matiz diferente. En la era del mp3 e Internet es casi imposible pensar en que los discos de 33rpm estén resurgiendo. Imaginen: un disco frágil que a la primera caída es casi seguro que se rompa, con un máximo de almacenamiento de 17 minutos en cada cara, de un tamaño incómodo, contra un disco compacto de mp3 que es de plástico casi irrompible, que puede almacenar la discografía entera de un artista con una gran cantidad de trabajos en su haber y un tamaño menor a la de un libro. En esta comparación está la primera de las cuestiones de por qué el vinilo se impulsó en Norteamérica. Discografía completa en un solo disco al alcance de todos, una amenaza real para los principales sellos. Los discos con música en formato .CDA son los que las discográficas utilizan para la venta en las cadenas de música con una capacidad de 80 minutos pero que, en la práctica, el promedio utilizado es de 50. Si a la posibilidad de grabar nuestros propios mp3 se le suma la caída de ventas en un 20% el año pasado –en baja desde hace tiempo- el panorama no es muy alentador en la faceta económica. Han salido en diversas publicaciones de arte y cultura, como en la revista Rolling Stone para dar un ejemplo local, el ocaso de los formatos MP3 y AAC. Esta nota que en la página web de la revista se publicó en enero de 2008 mostraba las deficiencias de la era de la alta fidelidad: la falta de profundidad de la música, sonidos que suenan latosos, el achatamiento de los sonidos graves y agudos casi imperceptibles al oído humano. El mensaje en todas las publicaciones era el mismo: cambiar cantidad por calidad. Aunque el mensaje es mucho más profundo que el que se cree: por las descargas gratuitas p2p de los programas de intercambio nos estamos quedando sin facturar, por lo que con los vinilos los obligamos a comprarlos ya que es muy bajo el porcentaje de personas que poseen un duplicador de discos. Las empresas de la industria musical cayeron presas del avance tecnológico. Con la salida de los reproductores de mp3, y más adelante los celulares con sistema infrarrojo, con bluetooth, memoria expansible, altoparlantes –con un sonido malo, pero parlantes al fin-, minicomponentes y equipos de audio con capacidad de leer el formato más popular, fueron necesarios para que el intercambio de música sea masivo y fácil. Mucho mejor que estar esperando horas a que el archivo se complete o a conseguirlo en algún foro; sumado además a que los precios de todos estos aparatos son bastante accesibles. Entonces de qué otra forma que haciendo propaganda en revistas y diarios prestigiosos, en forma de nota, contra los formatos más populares y buscando algún otro que haya convivido en el comienzo de la era digital junto con la cinta – el cassette – para que la crisis no se siga acrecentando. Pero antes de las críticas hacia el producto, la mira se dirigió hacia el soporte. Según un sondeo en el Reino Unido realizado por Deafness Research UK en el 2006, más de un tercio de las personas encuestadas -sobre 1000 casos- tienen un zumbido constante en el oído y 14% del total escucha mp3 portátil más de 28 horas semanales. En la bajada se informa: “Adolescentes y jóvenes adultos que escuchan reproductores de MP3 a un volumen demasiado alto y demasiado a menudo se arriesgan a quedarse sordos 30 años antes que la generación de sus padres, según advirtió el jueves una organización benéfica.” Primer reparo: si se sigue leyendo no sólo está implicado el mp3, sino la música fuerte en su casa, en su automóvil y en los lugares bailables. Entonces, sería posible decir que el mp3 en un volumen por encima de los 70db es una probabilidad más de contraer enfermedades auditivas y no El problema. Segundo Reparo: si recomiendan utilizar el reproductor de mp3 como máximo al 70% de su capacidad de potencia, podrían obligar desde los Estados a que los fabricantes utilicen como tope una cierta cantidad de decibeles por ser perjudicial a la salud la exposición a sonidos más fuertes. Además, prohibir los auriculares que vienen con dichos reproductores; el ruido va directamente al tímpano y no se filtra con el exterior como sí pasa con los auriculares que se venden aparte y que van por fuera de las orejas. No sólo pasa entonces en desalentar los reproductores siempre visto desde un solo lado y diciendo como al pasar los demás problemas, aunque tengan el mismo peso, sino también al formato. ¿Por qué tuvieron que ir a atacar al formato? Porque estaban hablando de dos mundos totalmente diferentes. Por un lado, estaba el mundo portátil y por otro el hogareño. Se podía frenar la venta de reproductores de mp3 portables, pero el formato era utilizado en infinidad de equipos hogareños por lo que no le daba una solución al oligopolio musical. La compresión es un dato siempre enmascarado en la nota: porque se puede obtener un sonido óptimo en un mp3 codificándolo a 320kbps, sin estar escuchando la fricción de la púa como en un vinilo, pero ocupa más que el doble que la codificación estándar a 128kbps, por ende, entrará menos cantidad de datos. Existen otras codificaciones más modernas que las de vinilo como el formato FLAC (Códec Libre de Compresión de audio sin pérdida) que no ahorra mucho espacio pero hasta casi el 60% de su tamaño muchas veces es capaz de reducir. No produce pérdidas de sonido ya que la codificación las realiza sobre cada parte del audio en una forma diferente. Este tipo de archivos son los que se podrían alentar pero produciría el mismo efecto que el MP3, ya que las memorias poseen cada vez mayor capacidad. O sea, se cambiaría el formato pero con las mismas consecuencias, menos para la industria tecnológica que tendría que suplantar toda la producción de reproductores de mp3 por otros con formato FLAC, y las discográficas seguirían siendo las perjudicadas. Mientras que las críticas al formato mp3 no hagan demasiado eco en el seno de la sociedad, la industria discográfica se alinea con sitios de descargas legales para paliar las pérdidas de los CD’S estándar; aunque su clave hubiese estado en 10 años atrás, haberse puesto de acuerdo con las firmas de tecnología de punta y armar algo conjuntamente. Para acceder al texto original puede visitar: http://www.alrededoresweb.com.ar/notas/el-tiempo-pasa.htm
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