Al nacer su segundo niño no todo a su alrededor brillaba, como hacen creer cuando se trae un hijo al mundo. Marilyn Cruzado se sentía de ese modo, no por la llegada de su nuevo retorno, a quien considera su “sunshine”, sino por los giros que tomó su vida. Estaba en una depresión posparto, pero no quería el diagnóstico, solo quería la cura.
Varias situaciones pueden aumentar las posibilidades de que una mujer sufra depresión posparto o el baby blues, entre ellos se encuentran los problemas financieros que hacen que las mujeres experimentan sentimientos de inutilidad. Así se se sentía Cabezudo.
Tras dar a luz a su bebé, Cabezudo pasó de dar clases de estilismo y tener varios trabajos a tener ninguno. Se encontró por mucho tiempo en la desesperación que trae el estar desempleada luego de haber tenido una vida financiera exitosa.
Buscando estrategias para mantenerse ocupada y recuperar las cosas que la caracterizaban fue que nació Baby Blue Artisan Bread. El nombre de la marca de sus panes artesanales alude, precisamente, a ese proceso por el que atraviesan algunas mujeres luego del alumbramiento. La joven quiso extraer de esa experiencia algo positivo, pero no fue rápido ni sencillo. Como en toda historia de superación, la paciencia, la insistencia y el deseo tuvieron papeles protagónicos.
“Yo era una mujer tan libre en mis cosas profesionales. Tenía tres trabajos y me encontré de momento sin ni siquiera uno; en mi casa o de mi casa al hospital. Fueron muchas cosas que se juntaron. Empecé a sentir que iba para atrás. Llegó el momento en que dije ‘no, esta no soy yo’. Yo me decía: ‘tengo que hacer algo, tengo que hacer algo’”, comentó a Diálogo.
La madre de dos varones decidió tomar clases de repostería en una escuela reconocida del País, pero por situaciones personales decidió no continuar. Sin embargo, aprendió a confeccionar panes.
Durante el día cuidaba a su pequeño y en la noche, justo cuando su niño se dormía, se dirigía a la cocina a mejorar su receta de pan de coco. Los que hacía los repartía entre sus hermanos, los servía como parte del desayuno en su hogar y también llevaba muestras al beauty donde trabajaba los sábados. Pero sus clientas, compañeras de trabajo y familiares vieron en sus panes un potencial que ella aún no veía.
Una tarde, mientras conducía su carro, Cabezudo escuchó un anuncio radial sobre el Centro para Puerto Rico, fundación de la exgobernadora Sila María Calderón, donde ofrecen talleres para mujeres empresarias. Al terminar el anuncio ya ella estaba llamando al número que habían ofrecido para información. Días después asistió a una orientación sobre el programa y se anotó en una lista de interesadas donde había más de 200 mujeres anotadas, pero de las que solo aceptarían 50.
Luego de tres intentos, finalmente, la matricularon en el grupo de mujeres que tomarían el taller en la región de Humacao. Al cabo de varios talleres abrieron una convocatoria para que las mujeres sometieran su concepto de negocio con logo, nombre y algunas fotos para participar de un evento especial. Solo escogerían a 25 personas entre todos los grupos. Ella fue una de las seleccionadas. La tarea sería participar en un mercado en San Patricio Plaza en Guaynabo donde tendrían que llevar 100 muestras de su trabajo para la venta.
“A la mitad del día, yo era la única que había vendido todo”, resaltó.
A pesar de que su familia y amigos confiaban en el potencial de sus panes desde el inicio, fue esa experiencia la que le llevó a sentir que su proyecto podía ser exitoso.
“Ahí fue que me hizo click”, afirmó.
La gurabeña tiene tres recetas principales. Su famoso pan de coco, el tradicional pan blanco y el integral con avena y miel. Estos los vende en tamaño regular, como cualquier otro “pan especial”, o en tamaño baby que es una porción para meriendas. Además de sus exquisitos sabores, lo particular de sus panes es que son confeccionados sin preservativos ni bromato de potasio, un aditivo utilizado por panaderos para mantener el pan esponjoso.
Actualmente, Cabezudo se encuentra en la espera de los permisos pertinentes para oficialmente poner en marcha su negocio. En el primer piso de la residencia de sus padres desarrolló un pequeño taller donde espera poder producir a grandes cantidades sus panes para así dejar de depender de los hornos de la panadería Las Turianas en Caguas.
Por otro lado, la ahora empresaria también espera poder darles trabajo a mujeres con deseos de superarse, pero para poder prometerles un sueldo espera con ansias la posibilidad de firmar contrato con una cadena de supermercado donde pueda distribuir permanentemente sus panes.
“Mi enfoque con Baby Blue Bread es poder darle trabajo a otras mujeres”, confesó.
Luego de formar parte de los talleres del Centro para Puerto Rico, la “panadera”, como se hace llamar jocosamente, fue invitada a participar del Mercado Agrícola de Caguas. Asimismo, fue una de las cinco mujeres empresarias que First Bank seleccionó para auspiciar sus proyectos. Mientras que el evento Mercado Urbano que se celebra el primer domingo de cada mes en Ventana al Mar, Condado, le brindó un espacio permanente en cada edición para vender su producto.
Cabezudo es consciente de que su historia le sirve de inspiración a muchas otras mujeres. Ella no permitió que la depresión posparto tomara el control de su vida, sino que le sacó provecho. Lo vio como una oportunidad para hacer cosas nuevas, conocerse y retarse. Eso de hornear panes era su terapia. Lo hacía en las noches mientras todos dormían, pero poco a poco fue alimentando su espíritu y su confianza con las buenas críticas y el apoyo que recibía por parte de su familia.
“El entusiasmo de ellos fue lo que me ayudó”, aseguró.