Por: Rafael R. Díaz Torres
Tras décadas de luchas que aún están inconclusas, violencias que continúan manifestándose por medio de la carencia de oportunidades y otros vejámenes hacia las trabajadoras del deporte, es imperativo continuar conversando y movilizándose en apoyo a la consecución de mayor equidad para los y las atletas.
En el contexto de Puerto Rico, varios sucesos y debates en el año 2015 han posibilitado la apertura a temas y metodologías vinculadas a los estudios de género en diversos contextos culturales, políticos y económicos. Los supuestos en torno a ciertas normativas sobre cuerpos, roles y expectativas sociales comienzan a cuestionarse, al tiempo que algunos tabús históricos son paulatinamente transformados en temas de pertinencia dentro de escuelas, universidades, comunidades y diversos foros que, además, encuentran su eco en los comentarios publicados a través de las redes sociales del ciberespacio.
Solo basta recordar algunos casos como el de la fenecida cantautora puertorriqueña Ivania Zayas y la indignación ciudadana generada hacia un oficial de la Policía de Puerto Rico, quien criminalizó la presencia solitaria de esta mujer en la calle a altas horas de la noche, atribuyéndole así un grado de responsabilidad a la víctima en el suceso que la llevó a su muerte. Desde entonces, el activismo y campañas de educación no han cesado en el País. Una visión más transversal e inclusiva del concepto de ciudadanía continúa reclamando lo público y nos recalca que #AndandoEnLaCalleSola es un derecho e invitación a luchar contra el patriarcado en sus diferentes manifestaciones.
Estas dinámicas y discursos inspirados en la equidad de género se aplican a distintos renglones y actividades sociales, incluyendo el deporte. El reciente caso de la baloncelista Carla Cortijo y el manejo cuestionable que la Federación de Baloncesto de Puerto Rico (FBPR) hiciera al tronchar su oportunidad laboral en una franquicia de la liga WNBA en los Estados Unidos, levantó una ola de críticas y un sentir generalizado sobre la doble vara que se utiliza a la hora de tratar y apoyar a las mujeres atletas, en comparación con sus colegas hombres en las mismas disciplinas deportivas. En cuestión de horas, miles de personas manifestaron su solidaridad con Cortijo y posibilitaron el desmoronamiento del mito que plantea que “eso del machismo era grande en el pasado y hoy día es bien poco el discrimen por género”. Tal mito ha sido utilizado en reiteradas ocasiones por quienes aún se oponen a la necesaria integración de metodologías y currículos liberadores basados en la equidad y reconocimiento de los derechos plenos para todas y todos.
El apoyo a Cortijo no solo constituyó un acto de reciprocidad hacia quien por los pasados años ha sido una líder y guerrera en el tabloncillo cada vez que viste los colores de la Selección Nacional de Puerto Rico. La empatía generada hacia la jugadora también representó una reivindicación para quienes por años no cesan de luchar en aras de erradicar el discrimen y distintos tipos de violencia por razón de género. La propia canastera reconoció que su caso debe servir de ejemplo e inspiración para quienes abogan por una sociedad más equitativa. En una carta abierta a sus seguidores en Puerto Rico, Cortijo expresó que: “los tiempos han cambiado y los asuntos sociales, culturales, políticos, religiosos y deportivos no se miran desde la misma perspectiva de antes, dado a que hemos evolucionado como sociedad, y el atleta conoce, de primera mano, que aunque sudamos por la bandera, esta esconde muchas verdades. Es momento de buscar igualdad y equidad en todos los ámbitos sociales y deportivos por el bien y el futuro de nuestro País”.
La coyuntura actual no invita a actuar con diligencia y consistencia. Ya ha transcurrido una semana desde que salió a relucir la controversia de la FBPR en su manejo del caso Cortijo. A medida que el tema “pase de moda” en esta era de la inmediatez en la informática, las notas de prensa sobre la jugadora seguirán mermando y las secciones deportivas continuarán publicando según esa lógica del mercado que dicta que las noticias de mujeres atletas y sus ligas “venden menos”, y por tanto se “justifica” un marcadísimo desbalance de género en la cobertura mediática de deportes. Solo basta con evaluar las secciones de cobertura deportiva en los medios de prensa una semana después de que trascendiera el caso Cortijo y se notará que las notas relacionadas a atletas femeninas o partidos protagonizados por mujeres están por debajo de la mitad de las publicaciones.
Contrario a lo planteado por veteranos líderes del baloncesto y deporte general en Puerto Rico, no podemos “pasar la página” o “atender cosas más importantes”, y convertirnos en cómplices de los tratos desiguales y negación de oportunidades por razón de género. No podemos ser indiferentes cuando la prensa deportiva y ligas prosiguen en su trivialización y desvalorización de las atletas al plantear que “las nenas también juegan”, como si se tratara de niñas sumisas que deben justificar su presencia en el terreno de juego. De igual manera, la declaración o celebración de epítetos machistas y homofóbicos de fanáticos hacia atletas en medio en competencias deportivas nos reitera la importancia de fortalecer una educación liberadora basada en la perspectiva de género. Aprovechemos la coyuntura actual forjada por la indignación con el caso de Carla Cortijo para trascender la discusión “trending topic” de “Deporte y Género”, y transformarla en nuevas posibilidades y frentes solidarios en favor de una mayor equidad para nuestras/os atletas.
El autor es profesor en la Universidad de Puerto Rico en Humacao. Posee una maestría en Comunicación con especialidad en Deportes, Medios y Sociedad de la Universidad de Penn State.