A Jovita Rivera Rodríguez… siempre con tu sonrisa.
Hoy celebraré el primer Día de la Madres, sin tu presencia física.
A sólo cinco meses de tu partida, el dolor es inmenso y el vacío profundo.
Ya no huele a cilantrillo, ajo y cebolla en tu cocina.
Tampoco te encuentro sentada en la mecedora del balcón.
Todas las tardes, miro el celular con ganas de marcar el número que tiene tu foto. Qué mucha falta me hacen las conversaciones contigo durante el tapón.
No hay sicólogo que pueda sustituir tus terapias, ni amiga que pueda escuchar la cantaleta que tú soportabas. Demasiada sabiduría, en una mujer sencilla.
Extraño las sopas que enviabas cuando me dolía la cabeza y los antojos que siempre tratabas de complacer.
Me pregunto cómo la pasaremos cuando alguien se enferme y ni imaginar cuando nos toque volver a un hospital.
Hoy soy yo la que trata de preocuparse por todos los miembros de la familia, mientras que papi sigue rezando por cada uno de nosotros. A veces lo obligo a comer, porque ya no estás tú para servirle el plato, aunque dijera que no tenía hambre.
No puedo con tanto silencio en tu casa, falta tu risa, los chistes malos y las reseñas sobre las novelas o la ropa de La Burbu en la televisión.
Sé que hoy celebras desde otro plano, que eres libre y feliz. Me queda festejar tu vida, tus enseñanzas y los valores que nos dejaste. Me queda ver los frutos de tu trabajo, del amor a tu familia, a tus estudiantes y a tu comunidad.
Le pido al Creador, que aunque sea en sueños, vuelva a sentir ese abrazo tuyo… ese abrazo de amor infinito, de quien no espera nada y lo ofrece todo.
Gracias por tanto amor. ¡Feliz Día de la Madres!