Para algunos, el deporte representa un escape, para otros entretenimiento. También existen los que lo ven como un negocio, como una forma de generar capital y poner a correr el dinero. Para Domingo Cordero y para Luis Felipe Martínez el deporte significó más que eso. Para ambos, representó una oportunidad de formación académica y deportiva que abrió paso a una larga caminata al podio de la inmortalidad.
El domingo pasado Cordero y Martínez no fueron citados al Hotel Condado Plaza a recibir medallas de ningún tipo, ni mucho menos para disputar campeonato alguno. La cita era mucho más importante y significativa, juntos serían exaltados al Pabellón de la Fama del Deporte Puertorriqueño. Así fue. A partir del domingo, ambos deportistas trascendieron. Hoy son inmortales de la historia.
“Es un honor ser reconocido después de tanto sacrificio y de dedicar mi vida al deporte de mi país”, sostuvo Cordero. “Yo nunca pensé que esto pasaría. Estoy seguro que Luis Felipe, tampoco. Es una sorpresa y un verdadero placer saber que el pueblo reconoce nuestro trabajo”, añadió el ex atleta de 400 metros vallas y quien hoy dedica parte de su vida al desarrollo de jóvenes corredores en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
Por su parte, el judoka Luis Felipe Martínez sostuvo que ser atleta elite y manejar una carrera académica en la UPR al mismo tiempo que se maneja una carrera profesional, “no es tarea fácil”.
“Fue un proceso en el que tuve que perseverar, porque a uno le pasa por la mente dar por terminados los estudios. Es fuerte. En el camino uno deja de pensar en el futuro y se enfoca solamente en el deporte. Pero en ese reto descubrí la grandeza del proceso, lo bueno y entretenido del asunto. Uno maneja las cosas hasta lograr combinar el deporte y la educación. Gracias a eso pude terminar mi carrera universitaria y lograr lo que me propuse como atleta”, sostuvo el medallista de oro panamericano y centroamericano y abanderado de la delegación puertorriqueña en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.
En la ceremonia se reconoció la figura de otras seis personalidades gloriosas del deporte puertorriqueño, entre las que estaba el máximo jonronero boricua en las Grandes Ligas, Carlos Delgado y la triatleta Fabiola Acarón.
Tanto Cordero como Martínez protagonizaron, en las décadas del ‘80 y ‘90, algunos de los momentos más importantes del deporte nacional y universitario. En el caso de Cordero fue la figura principal en el evento de los 400 metros con vallas y el responsable de romper la marca de la LAI y la nacional del evento, establecida por Iván “palito” Mangual. Martínez, por su parte, fue el atleta más sobresaliente del Judo boricua en siete ocasiones (1986, 1988, 1990, 1991, 1992, 1993, 1995) y hasta el momento nadie ha podido superar su gesta.
El deporte universitario está de fiesta; dos gallos casta’os ahora son parte de la historia.