Don Radamés Melecio Marrero viaja desde Morovis hasta Loíza poco más de una hora. Una vez allí, el perito electricista se ha dedicado a dotar —sin cobrar un solo centavo— de un sistema eléctrico a lo que será la Librería Loíza, cuya historia conoció gracias a un reportaje publicado por este medio.
El moroveño, retirado de la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego (UTIER), llegó la semana pasada por primera vez al espacio que desde septiembre se prepara para convertirse en la primera librería-biblioteca comunitaria en suelo loiceño y lo recorrió con su ojo de experto.
Acto seguido, regresó al local ubicado en la carretera PR-187 a la altura del kilómetro 21.5 para dotarlo con líneas de electricidad, un trabajo que, según estima Marangel “Mara” Clemente López, pionera del proyecto, tiene un valor aproximado de $5,000.
Pero él lo dona. Y mientras lo hace, taladra cemento, empañeta paredes y sostiene cables, pero también concretiza un sueño: una librería iluminada.
Clemente López aún se confiesa incrédula ante la “generosidad en extremo” demostrada por don Radamés. Cuando habla, se le escucha en la voz ese sentido del agradecimiento que colinda con la incredulidad para luego cruzarse con la fe.
“Me siento como si me hubiese llevado algo de una tienda (…) Así me siento, porque esa labor no hay forma de pagarla”, apalabra, y suelta un “ya sabemos que tenemos esperanza en el mundo”.
“La palabra en sí misma es acción y la acción no podría existir sin la palabra”, sigue, y le agradece a Diálogo el reportaje Construyen primera librería en Loíza, un regalo para la comunidad.
En el texto, se desglosaron las necesidades más apremiantes del proyecto. Por eso, cuando Aracelis Melecio Martínez —hija de don Radamés— lo leyó, pensó en las manos de su padre.
La también moroveña Melecio Martínez, quien dicta cursos en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico en Aguadilla, notó que varias personas ofrecían donar libros en la sección de los comentarios, pero —cual hija de perito electricista— se preocupó por la infraestructura del local.
Fue entonces cuando le habló a su progenitor sobre la iniciativa, y recibió de su parte una afirmativa que se tradujo en varios viajes a Loíza, dos de cuatro áreas principales del local dotadas ya con líneas de electricidad, un contador instalado y una cita para continuar la jornada voluntaria la próxima semana.
Le dedicarán un rincón
“Mi papá es una persona muy solidaria. Para nosotros fue superchévere aportar ese granito de arena que nos forma a todos”, expresó la profesora sobre el proyecto que se vislumbra como un punto de encuentro para la comunidad loiceña así como un centro de servicios, que incluiría biblioteca, fotocopia, fotos de pasaporte y sala de reunión para la comunidad.
Cuando se inaugure Librería Loíza, colocarán una “sillita y una luz en un rincón” y nombrarán ese recoveco “la esquinita de Radamés”, para recordar la aportación de don Radamés, asegura Clemente López, quien fundó la organización sin fines de lucro La Cacica Cimarrona Education and Publishing Inc., entidad a nombre de la cual compró el local que ahora rehabilitan.
Más acercamientos
Varias semanas atrás, en entrevista con Diálogo, esta gestora cultural aseguró que, para que la propuesta avanzara, más que dinero, necesitaba brazos —recursos humanos— y han sido varios quienes han aceptado hacerse monedas humanas del proyecto.
La escritora Mayra Santos Febres, por ejemplo, telefoneó a Clemente López para ofrecerle impartir talleres de escritura creativa a los niños de la comunidad. Asimismo, titiriteros se pusieron a la disposición de la iniciativa para brindar talleres de títeres. Y claro, por suerte, ahí quedan las manos de Don Radamés.
Comenzarán a ofrecer servicios en marzo
Según Clemente López, gracias a estas y a otras voluntades —la de los vecinos que trabajan desde septiembre para rehabilitar el espacio, la de líderes comunitarios, la de Marangel, las de más— Librería Loíza comenzará a ofrecer servicios a la comunidad en marzo.
“El dinero se acabó, lo que nos queda es cariño mutuo, y esa es la única moneda”, dice, y le sigue un silencio, uno de mucha ilusión. Todavía faltan brazos, pero queda energía. Eso. Poderes de la electricidad.