La lucha entre dos candidatas a la presidencia de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hoy recuerda a otra difícil elección, definida por la suerte.
Cuando el grupo asiático no presentó un candidato único, en 1981, hubo una memorable batalla política en la 36 sesión de de la Asamblea General, entre los tres candidatos que estaban en carrera: Ismat Kittani, de Irak, Tommy Koh, de Singapur, y Kwaja Mohammed Kaiser, de Bangladesh (conocida como la “batalla de las tres K”).
En la primera ronda, Kittani obtuvo 64 votos, Kaiser, 46, y Koh, 40. Como el primero no alcanzó los votos entonces necesarios para ser elegido presidente, hubo otra ronda en la que Kittani y Kaiser empataron en 73 votos.
Para desempatar, el entonces presidente saliente, Rudiger von Wechmar, de Alemania, lo tiró a la suerte, como está previsto y especifica el artículo 21 de la Carta de la ONU, la que dio ganador a Kittani.
Hoy martes, 5 de junio, dos candidatas se disputan el prestigioso cargo.
En esta oportunidad, las contendientes son Mary Elizabeth Flores Flake, representante permanente de Honduras, y María Fernanda Espinosa Garcés, ministra de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana de Ecuador.
Por la práctica de rotación regional, le toca a América Latina y el Caribe ocupar la presidencia, que generalmente han tenido los hombres.
La Asamblea General es el máximo organismo de decisión de la ONU. (Manuel Elias/UN Photo)
Desde 1945, solo tres mujeres presidieron la Asamblea General, Vijaya Lakshmi Pandit, de India (1953), Angie Brooks, de Liberia (1969), y Sheikha Haya Rashed Al-Khalifa, de Baréin (2006), es decir solo tres, muy por debajo de los 69 hombres que presidieron el máximo organismo de decisión de la ONU.
Espinosa Garcés, quien fuera representante permanente de Ecuador en la ONU (2008-2009), también fue líder del sindicato de la Asociación de Representantes Permanentes del foro mundial.
El único factor que tiene en contra es que su país ya ocupó la presidencia, representando a Ecuador estuvo Leopoldo Benites en 1973.
La tradición indica que cada uno de los 193 miembros del foro mundial, sin contar a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad: China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, debe tener la posibilidad de presidir la Asamblea General.
El único país elegido dos veces hasta ahora fue Argentina: José Arce, en la segunda sesión especial, en 1948, y Dante Caputo, en 1988.
Por otra parte, según un diplomático de la región de Medio Oriente, Flores Flake difícilmente cuente con el apoyo de países árabes o musulmanes porque Honduras es uno de los pocos países en seguir los pasos de Donald Trump en mudar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén.
Hubo otra elección controvertida en 2011, cuando dos candidatos asiáticos se disputaban el puesto: Kul Chandra Gautam, de Nepal, y el embajador Nassir Abdulaziz al-Nasser, de Qatar.
Normalmente, la elección del presidente de la Asamblea General es producto de un acuerdo entre grupos regionales, explicó Gautam, exsecretario general adjunto y subdirector general del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, en diálogo con Inter Press Service (IPS). Luego, el candidato se propone al plenario solo para su votación formal.
Si no hay acuerdo en negociaciones informales, la práctica común ha sido la de tener uno o más sondeos y el candidato con más votos es “designado” como candidato “unánime”, explicó.
De esa forma, hay como un “pacto de caballeros”, según el cual el segundo candidato se retira “voluntariamente” para que el otro sea el “unánime” de la región. Gracias a eso, prácticamente no hay elecciones reñidas, precisó Gautam.
Y por lo general, formalmente, la Asamblea General aprueba el candidato único también por “unanimidad”.
“Pero como la ‘designación unánime’ de un grupo regional no es obligatorio según las normas de la ONU, los estados miembros en carrera tienen derecho a pedir que se vote” en el plenario, si así lo desean, apuntó.
“No estoy segura cómo se juega en el Grulac (grupo de América Latina y el Caribe en actual contienda”, reconoció Gautam.
En el caso de Nepal y Qatar, ambos accedieron al “pacto de caballeros” de elegir al más votado en los sondeos informales dentro del grupo asiático y de presentarlo como candidato “unánime”.
Entonces se acordó de antemano que el resultado de los sondeos informales se mantendrían en secreto, solo los conocerían el representante permanente, designado por Neal, el elegido por Qatar, y el presidente del grupo asiático de ese mes.
Los dos embajadores oficiarían de veedores y contarían los votos e informar luego al presidente del grupo.
“Recuerdo al presidente del grupo asiático comentando que la ‘votación había sido muy estrecha’, pero que Qatar había recibido más votos que Nepal”, apuntó. Y así el candidato nepalés retiró su candidatura, y el qatarí quedó como candidato unánime, para que fuera votado por la Asamblea General.
“Mientras la elección o sondeo dentro del grupo se haga de manera libre, justa e imparcial, considero que es una práctica democrática aceptable. Pero que los estados miembro sometan la elección al plenario es, en realidad, una práctica aún más democrática”, puntualizó.
Lo que está mal, como en las elecciones nacionales, es si algunos países o candidatos recurren a la “diplomacia de la chequera” para asegurarse votos mediante promesas de más asistencia, comercio u otros incentivos oficiales o personales para garantizar su ventaja.
Y por desgracia, a veces pasa en la ONU o en sus agencias, y es un secreto a voces, puntualizó Gautam.
“Espero que no sea el caso en la próxima elección del presidente de la Asamblea General, pues ambas candidatas parecen calificadas y ninguna parece tener una ventaja sobre la otra. Que gane la mejor”, añadió.
