Drive es una de esas películas que instantáneamente luego de verla, se convierte en algo inolvidable. Para bien o para mal, este film será recordado como una obra del séptimo arte y no me extrañaría que, aunque no se convierta en un éxito de taquilla, si se vuelva una película de culto en los años venideros.
Sin duda alguna, Drive no es una película común. Más aún, podría sorprender (y en algunos casos defraudar) a algunos de los espectadores incautos que vayan a verla sabiendo poco más que la sinopsis de la historia: Un conductor profesional que trabaja como doble de acción, haciendo acrobacias de vehículos para películas de Hollywood, se gana la vida siendo el conductor para asaltos y robos. Ante este resumen (que ningún honor le hace a la película, para ser honestos) cualquiera esperaría ver un film lleno de persecuciones de carros, grandes escenas de acción y un ritmo sumamente acelerado, digno de películas como Fast and the Furious, Gone in 60 Seconds y otras exponentes del género.
Nada más alejado del estilo con el que el director danés Nicolas Winding Refn ha trabajado esta historia (y que le ha hecho ganar el premio a mejor director en Cannes). Siendo consecuente y congruente a otras obras de su filmografía (Bronson, Valhalla Rising), Winding Refn ha creado una película de acción que mantiene y sostiene un ritmo sosegado y pausado durante sus 100 minutos de duración. Pero lejos de aburrir o acabar con la acción, la tensión se incrementa segundo tras segundo, logrando que uno pase el film entero a la expectativa de cualquier evento violento y que aplauda ante la majestuosidad que resulta cuando dicho momento al fin llega.
Pero es que uno no puede menos que aplaudir ya que las escenas violentas están realizadas con una maestría y un sentido estético tan elevado, que la sangre volando a través de la pantalla en cámara lenta (por referirme específicamente a una de las escenas), constituye algo tan inesperadamente hermoso como un brutal ballet sangriento.
Otro gran elemento del film es, sin duda alguna, la magistral actuación de Ryan Gosling quien interpreta a este personaje que inexpresivo y que pareciera no demostrar nunca sus sentimientos. Pero no es que el actor no interprete sentimiento alguno, sino que demostrando su gigantesco talento, nos presenta convincentemente un personaje que los oculta. No es que no actúe ninguna expresión, sino que su actuación es la de un hombre inexpresivo. Atrás no quedan las interpretaciones de la hermosa y talentosa Carey Mulligan, Oscar Isaac, Bryan Cranston, Albert Brooks y el siempre genial, Ron Perlman.
El otro elemento sumamente interesante es la sensación de que estamos ante un film de los ochentas. Toda la estética, la narrativa, la fotografía y la coloración del film e incluso el estilo de letra de los créditos iniciales Drive, resultan un homenaje y una apropiación de la apariencia de los grandes clásicos del género, de la década de los ochentas. La verdad es que este film se siente como una más de estas obras maestras y ha ganado su lugar al lado de las mismas.
Drive es un film extraño y definitiva (y afortunadamente) no es lo que uno se esperaría al leer su sinopsis. Es una película sumamente introspectiva, humana, artística, violenta y maravillosa que sin lugar a dudas, puede ser catalogada como uno de los más brillantes estrenos del 2011.